lunes, 18 de enero de 2010

EL PARQUE CULTURAL DEL CHOPO CABECERO DEL ALTO ALFAMBRA (3)




LOS ÁRBOLES TRASMOCHOS EN EUROPA




Los trasmochos son aquellos árboles de forma periódica podados del ramaje que nace del extremo de su tronco para producir leña, forraje y, en algunos casos, frutos. Suelen tener un grueso tronco que soporta una plataforma leñosa de donde nacen las ramas principales que conforman la copa.

Este aprovechamiento agroforestal ha sido realizado por el ser humano desde siglos ya que permite incrementar la producción vegetal al tiempo que los brotes permanecen más allá del alcance de los herbívoros silvestres y domésticos.

Su empleo histórico ha sido tan extendido que en amplias regiones europeas los árboles trasmochos son un elemento esencial del paisaje rural. Robles, arces, hayas, carpes, olmos, fresnos, chopos, sauces, abedules, castaños, moreras, tilos y otras especies de hoja caduca en su forma trasmocha han formado parte de los setos, prados arbóreos y riberas de las campiñas atlánticas y centroeuropeas. Carrascas, alcornoques, olivos y algarrobos, recibían podas regulares, aunque no escamondas completas, forman las dehesas y cultivos arbóreos en la cuenca mediterránea. En los últimos siglos, con la auge de la cultura urbana, los jardines, y paseos de pueblos y ciudades acogen a plátanos y a otros árboles ornamentales igualmente manejados.

Todas las ramas con hojas de los trasmochos forrajeros se podaban en verano cada dos a seis años. Tras secarlas, se recogían y se empleaban para alimentar al ganado estabulado durante el invierno. Este manejo favorece la producción de hoja en detrimento de la de leño en los árboles, que no suelen ser muy grandes ni muy viejos. Los preferidos eran el fresno, el olmo y el abedul. En Escandinavia se encuentran en gran número en los pastos (70.000 en Suecia o 40.000 en las islas Aland, Finlandia) aunque también se extienden por las grandes cordilleras europeas. El aprovechamiento ganadero ha quedado abandonado desde hace décadas salvo en ciertas comarcas de los Balcanes y de los Pirineos.

Por otro lado se hallan los árboles escamondados por su madera. Igualmente muy extendidos, proveían leña para las fundiciones, hornos y ciudades. Cortados durante el invierno seguían turnos de ocho a quince años alcanzando con frecuencia notable edad y tamaño. Los preferidos eran el haya y los robles. Su uso decayó por la competencia con el carbón aunque se mantuvo en las comunidades rurales como combustible doméstico.

Las concentraciones parcelarias asociados a los programas de intensificación agraria aplicados en las últimas décadas han supuesto la eliminación de millones de kilómetros de los setos arbolados que orlaban los campos europeos. Y con ellos, se han talado otros tantos árboles, muchos de ellos trasmochos y/o veteranos, además de perderse un paisaje, una cultura y unos ecosistemas agrícolas complejos. Esta transformación sin precedentes, generó una conmoción social, especialmente importante en Francia, que desembocó en un activo movimiento que reivindica el arbolado rural, los trasmochos y los setos.
Los trasmochos permiten favorece a la vida silvestre en los ecosistemas agrícolas aspecto a considerar en una época de imparable empobrecimiento de la biodiversidad y de simplificación en los procesos ecológicos. Por otra parte, aunque son seres vivos también son productos humanos y conforman uno de los ejes del paisaje rural europeo.

El abandono de los aprovechamientos durante décadas explica que buena parte de los árboles supervivientes presenten ramas de grosores y longitudes excesivas. Muchos son los que precisan de la escamonda para rejuvenecerse y equilibrar su estructura.

En el Reino Unido quedan unos cien mil árboles centenarios. La mayor parte son trasmochos. Allí el movimiento conservacionista es muy importante y tiene un fuerte componente naturalista. Como muestra, los casi doscientos mil socios de Woodland Trust sufragan o realizan la gestión de mil bosques propios, en los censos, en las plantaciones o en la compra de fincas. Ancient Tree Forum (http://frontpage.woodland-trust.org.uk/ancient-tree-forum/) cumple una importante labor investigadora sobre el funcionamiento de los árboles seniles, los cuidados y sobre otros valores.

En las escuelas agrarias de Noruega se estudia la rentabilidad productiva de los prados con fresnos trasmochos de sus montañas. Suecia está formando en manejo forestal a agricultores y a propietarios para retomar los cuidados de estos árboles por entender que forman parte del patrimonio cultural y para fomentar la vida silvestre.

En Francia los sauces trasmochos son el emblema del parque natural de los Meandros del Sena normando y los fresnos descabezados en el del Marais Potevin. En Boursay se ha creado el Centre Européen des Trognes (www.maisonbotanique.com), entidad que organizó hace tres años un congreso internacional en el que se expusieron la situación y las experiencias de recuperación en varios países. Este movimiento francés mantiene el interés por sus valores naturales al tiempo que profundiza su contribución en el paisaje, la cultura popular y la creación artística.

En Bélgica, además de un activo movimiento asociativo hay una destacable implicación desde las administraciones. Por un lado los sauces y fresnos trasmochos de sus campiñas gozan de protección en todo el país. Por otro, los decretos del gobierno establecen medidas agroambientales que incentivan el cuidado de los trasmochos, a los que se añaden otras primas de conservación que conceden algunos municipios o los propios parques naturales.

Dentro del conjunto europeo de árboles trasmochos, las choperas de cabeceros del sur de Aragón, y entre ellas la del Alto Alfambra, son un elemento destacado y singular. Su extensión y continuidad espacial, singularidad paisajística, la función ecológica y el valor cultural que representan son todo un compromiso para la sociedad y los responsables del patrimonio.

Chabier de Jaime
Colectivo Sollavientos