lunes, 15 de febrero de 2010

PARQUE CULTURAL DEL CHOPO CABECERO EN ALTO ALFAMBRA (5)


LOS CHOPOS CABECEROS, UN REFUGIO PARA LA FAUNA


“El paisaje no puede entenderse sin considerar todos aquellos elementos perceptibles que lo componen. Esto es muy evidente en el caso de algunos animales que constituyen componentes acústicos o visuales importantes, como son ciertas aves e insectos, y en el caso de animales conspicuos que constituyen componentes característicos a los que deben gran parte de su valor y personalidad muchos paisajes del mundo (González Bernáldez, 1981)”.
En los desnudos terrenos de los altiplanos turolenses, los bosques galería no sólo suponen un importante elemento que rompe la monotonía del paisaje. Son indicadores de la presencia de agua, auténticos oasis longitudinales entre el secarral del cereal y las parameras, refugio para la fauna, un hábitat que cobija una rica biodiversidad.
El conocimiento de la fauna de este territorio, la mayor parte de las veces no llega del encuentro directo, sino a través de los relatos transmitidos oralmente, de abuelos a nietos, en las charlas al calor del fuego o recostados junto al río en las horas de siesta veraniegas. Así es como el lobo, a pesar de haber sido extinguido de estas tierras hace varios siglos, sigue estando en encuentros con el pastor, siempre cargados de terror, en el silencio de la nevada; la zorra continúa robando las gallinas del molinero, a pesar de que el molino se abandonó antes de la última guerra y apenas los zarzales dejan entrever sus últimas piedras; la comadreja vuelve a entrar en la conejera, donde las maderas se han carcomido y la tela metálica oxidada se retuerce en el suelo pedregoso de ruinas. Este imaginario forma parte de la cultura de las gentes que habitan en estos lugares y también de otras: de los que nos sentimos identificados con ellos.
La corteza de árboles viejos es cobijo de un sinfín de invertebrados, insectos que alimentan tanto a musarañas y erizos como a las comunidades de aves que acuden cada primavera a criar. El arbolado viejo (tan escaso en nuestros carrascales y rebollares rejuvenecidos y en los pinares de repoblación) se manifiesta en estos viejos chopos, en los que encuentran acomodo especies singulares como las que constituyen las poblaciones relictas de ciervo volante (Lucanus cervus). En sus oquedades anidan autillos, lechuzas y varias especies de pájaros carpinteros; así como encuentran abrigo culebras bastardas y lirones adormilados durante su hibernación. Con sus ramas cubiertas de hojas contrastan llamativas oropéndolas amarillas, o se camuflan torcecuellos mimetizados con su color de madera.
El dosel de arbustos que acompaña a los chopos aporta frutos otoñales para otros pájaros que recalan desde los fríos de Centroeuropa . Todas las variedades de zorzales y mirlos pueden observarse durante el invierno, y llaman la atención porque en esta época la fauna se agrupa en bandadas, que aportan ese elemento acústico del que hablábamos al principio, transcribiendo las palabras del profesor González Bernáldez. Los chopos desnudos se convierten en posaderos y dormideros de tordos, córvidos y tantos otros que encuentran en ellos un cobijo para pasar las noches gélidas.
Pero si hay una especie que aporta especialmente color y sonido a estos corredores ecológicos es el martín pescador (Alcedo atthis). Su canto y sus vivos colores recorren la superficie del agua en busca de pequeños peces que captura en sus zambullidas desde sus posaderos en las ramas que cruzan el río. También en primavera las eclosiones de crisálidas lanzan al aire cientos de mariposas de diversos colores que salpican el verde incipiente y se posan en el barro ocre.
La chopera es recorrida por toda una fauna que encuentra en estos simplificados bosques, ribereños caminos que conectan las diferentes masas de pinares y carrascales separadas por parameras y campos de cereal, , distribuidas como islas en la sierra.. Poblaciones de gato montés, tejón, gineta, turón y de otros mamíferos conectan y entrecruzan sus genes para evitar la endogamia que los condene a la extinción.
Choperas de cabeceros y fauna confluyen en una simbiosis para sobrevivir. Son un elemento de ese paisaje gestado por una cultura humana que ha usado este territorio, y lo ha modelado por un uso peculiar. La diversidad de especies vivas, de costumbres y de relaciones que hoy son parte inseparable de ese territorio, para algunos simboliza su identidad y constituye su medio de vida. A otros nos aporta una espiritualidad ante la vida.

Ángel Marco Barea*
Gonzalo Tena*

Fotografía: Torcecuello (Jynx torquilla)
Autor: Manuel Cayuela*


*Colectivo Sollavientos.

jueves, 11 de febrero de 2010

¿LA POESÍA SE PONE DE MODA EN ARAGÓN?

"La poesía se pone de moda en Aragón". Ese era el título de una noticia del Heraldo de Aragón el miércoles 10 de Febrero.

Leía y releía la noticia de Antón Castro (buen conocedor del medio rural, por otra parte), pero ninguna mención a todo ese territorio que, fuera del ámbito urbano del macrocefálico Aragón, creemos y creamos, pero "desexistiendo", por lo visto.

Está claro que lo "gordo" se cuece en las capitales. Pero hoy en día los blogs y las redes sociales hacen que tengamos un hueco en algún rincón de algún despacho, de alguna habitación... ¿quién sabe?, ¿de algún editor o crítico?.

Aragón es y siempre será así. Y es una pena. Cubículos cerrados, "comarcalitis aguda", Zaragoza la "estupenda"... y todo un mundo de grises entre los extremos.

Me alegro. Nos alegramos, mejor dicho, que en Zaragoza se ponga de moda la poesía. Nos alegramos también que surjan editoriales, colecciones, actuaciones creativas... Creemos que Zaragoza es motor de Aragón y así tiene que ser. Pero nos desilusionamos cuando el desconocimiento del territorio y de los creativos que en él moramos y comemos es tan evidente. Sólo hace falta leer la prensa de más difusión. Desgraciadamente pasa lo mismo con la música y con cualquier otro aspecto cultural. Será más importante Aragón en su conjunto que la lesión de algún futbolista del Real Zaragoza, o la esquina del barrio X de la capital, que no tiene papeleras, digo yo.

Y ahora si que no me vale que tenemos lo que merecemos, como en la política. El esfuerzo de crear y dinamizar culturalmente el medio rural es inmenso. Muchas veces con tanta asistencia o más que a muchos actos urbanitas. Entonces... Entonces querido amigo, Zaragoza está muy lejos. Nos pondremos el cachirulo y esperaremos que vengan para fiestas, semana santas y año nuevo. Cantaremos alguna jota para entretener y tocaremos el tambor bien formados para salir guapos en la foto. Y si puede ser, preparar buen "recao" de la huerta del abuelo.

Quizás queridos amigos, hubiera bastado con cambiar el título de la noticia y poner "La poesía se pone de moda en Zaragoza", o en "Zaragón". Total, el resto somos polvo, niebla, viento ... y sol.





Víctor Manuel Guíu Aguilar,

Poeta e integrante del grupo de creación y poesía "La Europa del Aborigen"

martes, 9 de febrero de 2010

LA JUDERÍA DE HÍJAR; CRITERIOS, DICHOS Y DIRETES

Dos aspectos tienen especial relevancia en la pérdida del rico Patrimonio Cultural de la villa de Híjar durante las últimas 3 décadas. Por una parte el absoluto descontrol sobre la gestión y planificación de nuestros bienes históricos por parte de todos los ayuntamientos, que han permitido, y aún permiten, actuaciones urbanísticas dirigidas por arquitect@s alejados de cualquier interés por lo histórico, por el paisaje, por nuestra identidad. La destrucción ha sido bestial: un hospital del XVIII, los restos del Castillo-alcázar arrasados por la propia administración pública, varios palacios aragoneses renacentistas y barrocos, una iglesia del XIX, la casa medieval del Rabino, decenas de casas de arquitectura popular, molinos, almazaras….

El segundo aspecto, fundamental, que nos lleva a esta “desplanificación”, es la “dejadez” del hijarano, salvo dignas excepciones. Ahora, en pleno siglo XXI, se empieza a observar algún atisbo de la preocupación por lo antiguo y por la arquitectura popular. ¿Algo tarde?. La casa solariega de la Plaza de la Parroquia y la Capilla de la Virgen (por citar ámbito privado y público) son dos buenos ejemplos.

Muchas voces llevan años reclamando criterio y planificación y menos palabras vacías. Menos letras en el programa y más actos estratégicos de continuidad, en pocas palabras. Desde Tarbut Híjar consideramos que la Judería puede ser el espolón que lleve detrás un cambio de mentalidad en materia cultural, social y patrimonial en el territorio de la ribera del Martín. La singularidad del barrio y de la sinagoga bien lo merece, aunque siga siendo una gran desconocida.

A la escasa planificación local le tenemos que poner algunas añadiduras que no son menos importantes. En la declaración genérica del Mudéjar aragonés como Patrimonio de la Humanidad se incluyeron la Iglesia parroquial y el Urbanismo de la Judería. A este último le añadimos tras una reclamación la calle del Azaguán, que quedaba fuera y tuvieron el acierto de remarcar con un rotulador (de los gordos) en el expediente, incluyéndola en el perímetro de protección.

Pues bien, ¿qué criterio se sigue a la hora de valorar las inversiones desde DGA?. A mi sinceramente, me gustaría conocerlo, de primera mano. ¿Qué es lo que importa?. ¿El valor social, cultural y artístico?. ¿Las siglas?. ¿Los contactos?.

En Híjar somos muy nuestros y más que arrancar nos cuesta dar continuidad a las cosas. Hace algo más de un lustro el Ayuntamiento se quiso poner las pilas, encargó memorias valoradas, viajó a interesarse por la Red de Juderías, etc… Pero con eso no basta. A las cosas hay que darles continuidad, ordenando su gestión, haciendo partícipes a las asociaciones y ciudadanos, invirtiendo, si, priorizando. ¿Es fundamental revitalizar San Antón?. Pues la voluntad es la primera piedra, y hay que ponerla. Y voluntad quiere decir tocar las puertas las veces que haga falta.

¿Y la oposición?. De momento e increíblemente sigue callada. Incluyendo a la Consejería de Cultura de la Comarca del Bajo Martín, que tampoco se ha pronunciado. En los cargos se está, no se pasa.

Si Híjar estuvo en el mapa cultural de occidente alguna vez fue sin duda el periodo del final del siglo XV, con la imprenta judía. Incunables que viajaron por toda Europa al amparo de una barrio floreciente protegido por los Fernández de Ixar.

A pesar de todo; lo hecho, hecho está. No podemos seguir lamentándonos por siempre. Sólo la continuidad y la planificación pueden solucionar el estado de la Judería y su Sinagoga. Nosotros nos prestamos a ir todos a una. Hay mimbres fuertes, los de los que siempre han estado ahí, ¿se querrán tejer con criterio y planificación?. Eso esperamos.


Víctor Manuel Guíu Aguilar
Vicepresidente de Tarbut Híjar
Ex presidente del Centro de Estudios del Bajo Martín

lunes, 1 de febrero de 2010

PARQUE CULTURAL DEL CHOPO CABECERO EN EL ALTO ALFAMBRA (4)


SOBRE LA BIOLOGÍA DEL CHOPO Y EL PAPEL DE LA ESCAMONDA.

El chopo negro (Populus nigra, L.) es un árbol de la familia de las salicáceas que aparece en gran variedad de ambientes. Es indiferente en cuanto a la naturaleza litológica del sustrato pero prefiere suelos ligeros, sueltos y profundos como son los terrenos cuaternarios con sedimentación reciente, aluviales con sedimentación terroso arenosas, limosas y guijarrosas. Se sitúa a menudo junto a corrientes superficiales y subterráneas poco profundas o suelos húmedos y frescos. Es el caso de buena parte de las riberas de la cordillera Ibérica, que antiguamente estarían pobladas por bosques caducifolios mixtos en los que destacaría el álamo o chopo negro (Populus nigra), el álamo blanco (P. alba), el fresno (Fraxinus angustifolia), el olmo (Ulmus minor) y diversas sargas (Salix atrocinerea, S. alba y S. eleagnos).

El chopo negro tolera la sequedad del aire durante largos períodos, apareciendo en regiones de elevada continentalidad, con fuertes oscilaciones térmicas y gran luminosidad pero prefiere climas templados o templado-fríos.

Durante siglos el ser humano ha transformado los ecosistemas naturales en tierras de labor. Las vegas de los ríos han sido tradicionalmente los primeros espacios en ocuparse, pero al ser susceptibles de inundación, las propias orillas de los ríos eran orientadas hacia la producción de madera y de pasto mediante una gestión activa de la cubierta vegetal. Por ello encontramos muchos chopos y sauces cultivados plantados en las orillas del río y sus ramblas, en ribazos, bordes de caminos e incluso pequeñas laderas.

El chopo negro puede presentar tres tipologías. Por un lado, si no existe intervención humana se habla de chopos íntegros o vírgenes, ya que el tronco sigue su crecimiento natural. Por otro lado, los tallares son aquellos procedentes de árboles íntegros que al ser talados al nivel del suelo producen numerosos rebrotes desde el tocón, que posteriormente serán cortados en turnos de duración variable. Por último, si el tallo de los chopos es cortado a una altura tal que sus brotes no sean accesibles al diente del ganado hablamos de árboles trasmochos. En el sur de Aragón, chopo cabecero es el nombre popular del chopo sometido a una escamonda periódica para obtener madera, combustible y forraje.

La forma de árbol descabezado es la más abundante en amplísimas zonas de toda la provincia de Teruel, en muchos cursos fluviales de las cuencas de los ríos Alfambra, Guadalope, Martín, Aguas Vivas, zona alta del Mijares, Pancrudo, Huerva y Jiloca. Esto es debido al aprovechamiento que las gentes hacían de las ramas. Es el icono de una forma de vida común en cientos de kilómetros de ríos, ramblas y arroyos y el resultado de siglos de manejo (se han encontrado referencias bibliográficas que describen explícitamente esta técnica de gestión en la cuenca de Gallocanta (Teruel – Zaragoza) que datan de 1790, aunque su origen muy probablemente sea muy anterior).

Su tronco es derecho y grueso. En su extremo superior se ensancha y ramifica por el desmoche repetido: es la cabeza. Cada corte se hace algo por encima de los anteriores por lo que, con el tiempo, crece en grosor y altura, resultado de la continua creación de labios de cicatrización y de la compartimentalización. A lo largo del tronco y de la toza aparecen brotes epicórmicos, abultamientos de tejido meristemático procedentes del cambium tras su lignificación y de los que nacen haces de ramillas. Las ramas o vigas nacen a una misma altura sobre la cabeza y alcanzan unas dimensiones similares unas con otras.

Los chopos cabeceros son fruto de unas condiciones sociales y económicas del pasado que han ido evolucionando hasta nuestros días. Esto es utilizado por muchos gestores del monte, aduciendo que hoy carece de sentido continuar el modelo de gestión de los originó y mantuvo durante siglos. Vamos, que habría que ir dejándolos morir. Esto es tan sencillo como abandonar la práctica de la escamonda: los añosos árboles terminan sucumbiendo a los desequilibrios que se producen debido al peso de las ramas y a su nulo mantenimiento. Los árboles mueren de puro abandono, pero con ellos mueren nuestras riberas, esas que con el tiempo nosotros mismos fuimos creando. Es el fin de un paisaje cultural.

La escamonda es una práctica que a primera vista puede parecer agresiva, pero es la razón de la existencia de este y otros muchos árboles trasmochos que suelen tener una elevada longevidad, muy superior a lo que pueda esperarse de la especie sin la intervención del ser humano. Esto es debido a que el árbol crece constantemente, regenerando tejidos en sus ramas superiores a la vez que otros van muriendo. La escamonda es la técnica de regulación de este paisaje cultural. Sin ella, nuestras riberas desaparecerán tal y como las conocemos hoy y con ellas muchos siglos de historia y riqueza natural.

El nacimiento de un Parque Cultural en las entrañas del Alfambra podría servir para muchas cosas, entre ellas, conservar estos espacios y revitalizar el turismo de naturaleza en unas tierras donde las alternativas se van agotando pero no así el paisaje, su belleza, la singularidad y tranquilidad de estas riberas. Es nuestro deber el conservarlos y mantenerlos. Como paisaje, como cultura, arte y patrimonio. Como reclamo turístico, como el jamón y el queso más exquisito.

Fernando Herrero Loma
Centro de Estudios del Jiloca