lunes, 28 de junio de 2010

EL FUTURO DE NUESTROS MONTES. LOS INCENDIOS FORESTALES EN LA PROVINCIA DE TERUEL (IV)





La Hoya de Alloza. El patrimonio natural perdido



Las laderas de la conocida como Hoya de Alloza arropan y acogen uno de los paisajes más singulares y hermosos de la Comarca Andorra-Sierra de Arcos. La intervención humana y el medio natural han convivido en ella durante cientos de años. En el fondo del valle, olivos y frutales, zonas abancaladas que fueron deteniendo el fuego voraz que arrasó uno de los pocos reductos comarcales de vegetación autóctona. La buena y sabia intervención humana que a través del tiempo consiguió obtener frutos y cosechas a la par que detener la erosión, retener el agua, dulcificar el paisaje y actuar de cortafuegos en el verano de 2009.

En las laderas rocosas se ven pinos carrascos, encinas, enebros, sabinas, rosales silvestres, coscojas, lentiscos, quejigos en las zonas umbrías, plantas aromáticas como el tomillo, el espliego, el romero, la salvia,….. También linos azules y blancos, incluso algunos ejemplares de madroños, en otro tiempo frecuentes en el Bajo Aragón. Una fauna diversa formada por aves, pequeños mamíferos, reptiles e insectos, cobijada en torno a su abrazo. Un espacio lleno de vida y de sonidos indisolubles de la tierra.

Unas laderas que poco a poco, abandonadas a su suerte (como ocurre en general con el monte y las masas arboladas de nuestra provincia, bien sea por el abandono de los usos tradicionales o por la ausencia de afecto hacia el medio natural y rural, tanto a nivel administrativo como ciudadano), se fueron haciendo impenetrables, prendiendo a modo de gigante tea cuando las condiciones climáticas se tornaron desfavorables.

Los paisajes contemplados desde la altura nos hablan de la interacción del hombre con su entorno. Delatan los usos tradicionales y actuales del suelo, la gestión de los recursos naturales y también el cuidado, el respeto y el mimo que las gentes del lugar y sus representantes políticos han reflejado en él. No cabe duda, desde el mirador de Alloza, de que sus apacibles gentes encontraron ese equilibrio necesario entre actividad agrícola y naturaleza.

La desolación tras el incendio, que cubrió de negro y cenizas el entorno, la desnudez tras las labores de limpieza, que deja al descubierto la intimidad de la roca, el silencio que sobrecoge, la ausencia de vida… son los testigos que rozan nuestra mirada, nuestra emoción, desde la Hoya de Alloza, Majalinos, Aliaga, La Cañadilla, Castelfrío o el resto de las zonas arrasadas. Paisajes ahora dibujados en la memoria colectiva, impresos en la retina, en fotografías guardadas con esmero en el mejor rincón de la casa. Y aun así, la esperanza, que brota a la par que esa vegetación perdida, mediterránea, adaptada al fuego y regada por las lluvias de los últimos meses, iluminada por la primavera.

Los pinos, en medio del fuego, lanzaron sus piñas repletas de semillas que quedaron dispersas esperando el momento de volver a nacer. Las encinas, enebros, aliagas, coscojas y quejigos guardaron en sus raíces para el después los brotes más verdes y tiernos, que lentamente van cubriendo el suelo.

Todo volverá a renacer si las condiciones son favorables y seguimos expectantes su evolución atendiendo a las necesidades de cada una de las zonas afectadas. Los montes, nuestros montes, tanto vivos como quemados, esperan nuestros pasos, nuestra mirada fiel, comprometida con su futuro. Nuestras preguntas e interés por todo aquello que les haya sucedido o pueda suceder. Nuestro afecto trabajando en positivo.

El lamento se torna estéril si no nos conduce a la acción.

Olga Estrada
Colectivo Sollavientos

domingo, 27 de junio de 2010

POBORINA FOLK edición 2010



Este fin de semana Sollavientos ha participado en las actividades del Festival POBORINA FOLK.
El sabado acompañamos a una excursión por la Sierra de Castelfrio. Un paseo que nos permitió debatir aspectos del incendio forestal que asoló este lugar el verano pasado
El Domingo, RADIO TREBEDE CLANDESTINO entrevistó a José Luís Simón, representando a Sollavientos, y a José Manuel Salvador, representando a la Plataforma Nuestros Bosques no se olvidan.




En la fotografía, José Luís Simón es entrevistado por Iñaki Peña.






Amigos de Aguilar Natural, nos han acompañado en este fin de semana festivo.










Puedes acceder a la edición del programa de radio en el siguiente enlace:

http://radiochicharra.noblezabaturra.org/

martes, 22 de junio de 2010

PAISAJE




En nuestras escapadas adolescentes en busca de diversión desde la barriada de la Central Térmica (originalmente La Andigüela) a la “metrópoli” Aliaga, remontábamos perseverantemente los escasos tres kilómetros que separan ambos núcleos de población. Lo hacíamos a lomos de nuestras robustas bicicletas “todo uso” (un plato, un piñón y frenos de varilla) bordeando el Guadalope y su pantano, ahora colmatado. No es preciso explicar lo que ha podido llover desde entonces.
En aquella época éramos totalmente inconscientes de ser medioambientalmente sostenibles con nuestro medio de transporte. Tampoco nos planteábamos, ni por asomo, la belleza ni la espectacularidad de las formaciones de rocas que flanqueaban nuestro itinerario, ni del potencial simbólico que albergaban. Ni siquiera nos parecían raras, porque siempre las habíamos visto allí. Mirarlas, no las mirábamos, pero inevitablemente las veíamos (nos envolvían literalmente). Nosotros, mientras tanto, felices a lo nuestro, que eran las chicas y los bares (no sé si en este orden) que nos esperaban en el pueblo.
Poco a poco, desde antes (la infancia), y también después de la época de las bicicletas, aquellas grandiosas imágenes —auténticamente fantasmagóricas bajo la luna llena—, fueron sedimentándose en nuestra mente tal como las habíamos percibido. Se fueron compactando con eterna lentitud, al igual que lo hicieron los materiales de las laderas rocosas y peñas retorcidas del paisaje que nos crió.
El pasado 5 de junio en Aliaga, coincidiendo con el día de las Comarcas Mineras y con motivo de la celebración de la Semana de los Geoparques Europeos 2010, se hizo pública una declaración de apoyo a la protección de su Parque Geológico. Se solicitaba la figura de protección de Monumento Natural para el paraje del Estrecho de la Aldehuela, con su elemento más destacado, la Peña del Barbo; para La Porra, enorme monolito natural de piedra caliza marina, testigo permanente de paseos apacibles y encuentros amorosos; y para La Olla (o La Cingla para algunos de los mayores), que es una vistosa y destacadísima estructura geológica producto de la superposición de dos plegamientos sucesivos y que, enfrentada a las ruinas del castillo, preside la villa y es emblema del Parque.
La iniciativa ha recibido el apoyo de firmas individuales, de algunas instituciones, de universidades y de la Sociedad Geológica de España. Por otra parte, se vería felizmente complementada con la finalización de las obras del Albergue de Santa Bárbara, que podrá algún día hospedar a estudiantes y otras personas que deseen aprender solazándose con la contemplación del triple monumento y del resto de formaciones a lo largo y ancho de nuestro Parque Geológico.
Este reconocimiento no hará más que certificar un hecho que, en todos los sentidos, salta a la vista: la belleza, la espectacularidad y el valor simbólico del paisaje de Aliaga. No hay más que verlo. Animo a quienes aún no hayan tenido la ocasión de comprobarlo. Y, quien haya probado, puede repetir.

Gonzalo Tena Gómez
Colectivo Sollavientos

lunes, 14 de junio de 2010

EL FUTURO DE NUESTROS MONTES. LOS INCENDIOS FORESTALES EN LA PROVINCIA DE TERUEL (III)


NECESIDAD DE CONCIENCIACIÓN ESCOLAR

“Cuando un monte se quema algo tuyo se quema”. Esta frase la hemos escuchado tantas veces que pasa desapercibida, y no se le da el valor que tiene. El monte, sea privado o público, hay que cuidarlo como si fuera de uno mismo, y no sólo utilizarlo para la caza, recogida micológica o excursiones y paseos.
Hace más de cuatro décadas había muy pocos incendios. Se utilizaban todos los recursos: los árboles de mayor tamaño, para la construcción; los más pequeños y los arbustos, para hornos, estufas y fuego de chimenea. Además del aprovechamiento de los recursos del monte, estaban los animales: estos son los mejores cortafuegos. En el medio rural, en casi todas las casas había animales, tanto para ayudar en las labores agrícolas como para proporcionar alimento. Estos animales consumían la vegetación del monte y de las proximidades de las viviendas. En estas condiciones, con el monte limpio de arbustos y ramaje, era difícil que un incendio surgiese. También se daban incendios planeados, que se realizaban muy cuidadosamente para que ocurriesen en las condiciones apropiadas (temperatura, humedad, época del año y viento) y produjesen los resultados deseados (como reducir el combustible, eliminar especies de plantas indeseadas, estimular el nuevo crecimiento, y mejorar la calidad de los pastos al quemar determinadas especies de matorral). Con el abandono del campo, los incendios nos están demostrando que algo estamos haciendo mal.
En Teruel, los incendios del verano pasado, han quemado en algunos municipios más del 60% de los pastos. Éste era el alimento de las ovejas, que ahora se han encontrado sin él. Este hecho dificulta la viabilidad de las explotaciones ganaderas, ya que tener que comprar forraje y cereal para suplir los pastos supone un incremento en los gastos que deben asumir los propietarios, porque los incendios no se consideran un perjuicio indemnizable con cargo a las ayudas de la P.A.C.
Estos incendios, sus causas y consecuencias llevan a la reflexión, no sólo a adultos, sino también a adolescentes y niños. Al preguntar a estos últimos, aparecen testimonios que muestran verdaderamente una preocupación por el futuro de sus montes, y lo que supondrá para ellos el día de mañana.
No sólo les preocupan los animales que han sido calcinados; también están preocupados por los posibles problemas de salud que ellos mismos podrán tener si desaparecen estas masas de árboles. Igualmente, están preocupados al ver que tanta tecnología de la que están rodeados no impide que cada año se quemen más hectáreas de monte. Pero sus reflexiones van más allá: se preguntan sobre qué herencia vamos a dejarles, y qué tipos de árboles tendrían que replantarse para que no ardieran tan fácilmente como lo han hecho “estos pinos”. Y es que, según ellos “nos creemos que vamos a dominar el mundo y en dos días nos quedamos sin monte”.

En abril se realizó una excursión por la zona afectada entre Ejulve y Aliaga, y lo más interesante de ello es que iban niños y adolescentes, para realizar un recorrido de más de 15 Km. Es de valorar y felicitar el esfuerzo y el interés por “sus montes”: ellos son los futuros gestores de nuestro legado.
En España, desde los años 70 se llevan realizando campañas sobre prevención de incendios muy efectivas, dirigidas a todos los públicos. De hecho, en Teruel, la mayor parte de los incendios (53.4%) no son provocados por el hombre (ya sean por negligencias o intencionados), sino que son producidos por rayos.
Sin embargo, en los nuevos planes y programas de educación primaria y secundaria, escasamente aparecen textos de agricultura, ganadería e incendios. Son tan necesarios los nuevos estudios como la sabiduría de nuestros antepasados referente a la gestión del medio natural. Es tan importante y necesario un agricultor–ganadero, como una persona con título universitario en cualquier rama. Si desde niños adquieren formación sobre naturaleza, su gestión y la necesidad de implicarse en su conservación, todo este conocimiento lo pondrán en práctica cuando sean los profesionales del día de mañana.
Este abandono del campo, antes mencionado, y la necesidad de concienciación en las nuevas generaciones hacen que sean necesarios nuevos métodos de impacto mediático. Es particularmente necesaria una concienciación especial para escolares, realizar campañas sobre prevención de incendios y cuidado de los montes con algún método novedoso y atractivo. Un ejemplo, Smokey Bear, el oso de color marrón y pantalones vaqueros que conocemos el día de hoy, es la imagen de una de las campañas estadounidense de servicio público más exitosas de todos los tiempos. USDA Forest Service, la agencia nacional a cargo de la conservación forestal, decidió invitar al público infantil a participar en la lucha de prevención de incendios forestales. La difusión de ese mensaje es lo que ha hecho de Smokey Bear un oso tan especial. Este oso les dice a los niños (y nos dice a todos): "Sólo tú puedes prevenir los incendios forestales”.
Julia Escorihuela
Colectivo Sollavientos

lunes, 7 de junio de 2010

EL FUTURO DE NUESTROS MONTES. LOS INCENDIOS FORESTALES EN LA PROVINCIA DE TERUEL (II)





LA PLANIFICACIÓN EN LA RESTAURACIÓN DE ZONAS QUEMADAS

Durante esta primavera los medios de comunicación han informado sobre el plan de restauración de zonas quemadas presentado por la Dirección General de Gestión Forestal. De forma casi unánime, la mayoría de estas informaciones resaltaban la importante cuantía de las inversiones y los empleos que dichas actuaciones crearán. En un interesante artículo (DT, 20/04), José Manuel Salesa ha puesto de manifiesto la falta de una respuesta coordinada y transversal para paliar el enorme impacto socioeconómico de los incendios de este verano en lo que, desde muchos sectores de la sociedad turolense, consideramos que debería ser una respuesta dinamizadora y de desarrollo rural.

La Dirección General puede alegar que, en cumplimiento de sus competencias, ha diseñado un plan de restauración para paliar el impacto ambiental de los incendios. Sin embargo, partiendo de los pocos detalles que han transcendido sobre las características técnicas de dicho plan, es de temer que tampoco cumplirá estos objetivos ya que, de entrada, de lo único que se ha informado ha sido de una relación genérica, mezcla de actuaciones de restauración, prevención, extinción e incluso de divulgación, acompañados de una amplia y generosa promesa presupuestaria.


Si nos centramos en los objetivos ambientales, las actuaciones de restauración de zonas incendiadas deben planificarse atendiendo al impacto ecológico originado por el incendio. El análisis y valoración de estos impactos (y de los riesgos asociados) debería realizarse para definir actuaciones urgentes de mitigación y rehabilitación apropiadas y específicas para cada situación. En una primera fase los objetivos que deberían plantearse son la estabilización de las zonas afectadas para prevenir procesos de degradación, especialmente la erosión de suelos, y minimizar los riesgos derivados del incendio, como pueden ser la proliferación de plagas o afecciones directas sobre personas o infraestructuras. Por tanto, el punto de partida de un plan de restauración debe ser un análisis del impacto del incendio, con la identificación de las áreas más vulnerables para acometer actuaciones urgentes, a ser posible antes de las primeras lluvias de otoño.

En esta fase también se deberían analizar los posibles tratamientos a realizar con la madera quemada. Actuaciones que en muchas ocasiones implican un difícil equilibrio entre rentabilidad económica, impacto ecológico y demandas sociales. La retirada de la madera quemada requiere tipos de actuación diferenciados, según los objetivos y los riesgos, y una cuidadosa ejecución ya que esta operación puede producir más erosión que la derivada del propio incendio. Por ello, en las zonas más sensibles también debe ser considerada la no acción, al igual que para fomentar heterogeneidades en el paisaje.

Superada la primera fase de prevención de riesgos, el objetivo debería centrarse en asegurar la recuperación de la cobertura vegetal e incrementar la resistencia y resiliencia (capacidad de sobreponerse a la perturbación) del monte frente a nuevos incendios.
En Teruel los incendios de este verano resultan especialmente graves ya que han afectado a masas con una capacidad de regeneración prácticamente nula (pinares de pino silvestre y pino laricio) o a pinares de pino carrasco que, si bien presentan un buen potencial de regeneración, éste puede verse afectado por la aridez de algunas zonas. Limitaciones a las que hay que añadir la abruta orografía, la climatología, la intensidad del fuego y la gran extensión de los incendios que dificultará la diseminación de propágulos desde el perímetro no afectado.

Al cabo de unos años, si un diagnóstico sobre el grado de recuperación de la vegetación confirmase la escasa regeneración, se procedería a diseñar actuaciones de revegetación. Actuaciones que no necesaria o exclusivamente tienen que ser masivas repoblaciones. Así, el apoyo a procesos de restauración pasiva puede constituir un complemento y una aproximación eficaz y más barata que masivas plantaciones para las cuales, pese a su elevado coste, cabe augurar unos pobres resultados. Esta fase permitiría definir la composición específica de los montes y la distribución de las nuevas masas arboladas, favoreciendo la biodiversidad y heterogeneidad paisajística. Será, por tanto, el momento adecuado para decidir el modelo de paisaje y de aprovechamientos que esperamos de nuestros montes en un contexto de nuevos retos (cambios socioeconómicos y climáticos). Pero esta decisión debería partir de un proceso de participación activa, en busca de un consenso y colaboración con los agentes sociales implicados en la gestión, aprovechamiento, uso y disfrute de nuestros montes.

Los incendios de este verano han supuesto unas pérdidas irreparables en nuestro patrimonio, hagamos entre todos que el proceso de restauración sea una oportunidad para diseñar montes más diversos, resistentes y resilientes a los incendios, adaptados a las nuevas amenazas derivadas del cambio climático y con unas posibilidades de aprovechamiento sostenible de sus bienes y servicios… y que dicho proceso sirva para dinamizar a nuestros pueblos.

José Antonio Alloza
Colectivo Sollavientos