sábado, 23 de abril de 2011

Juan Paricio












Juan ha sido para mí un amigo intermitente y hondo a la vez. Prácticamente sólo nos hemos tratado de forma asidua en dos etapas de nuestra vida, pero han sido dos etapas importantes. Una fue en los primeros años 80, cuando terminaba su carrera, se iniciaba en la investigación haciendo conmigo su Tesis de Licenciatura y, al poco tiempo, encontraba su primer trabajo en una empresa minera de León. La distancia geográfica hizo que a partir de entonces nuestro contacto disminuyese; pero había tenido tiempo suficiente para formarme de él la imagen de un profesional concienzudo, de un científico sensato y de un compañero entrañable.
Cuando nos reencontramos al cabo de los años en Teruel, Juan estaba ya jubilado y metido de lleno en su lucha contra la enfermedad. Estos aproximadamente cinco años en que hemos vuelto a vernos con bastante frecuencia han sido intensos. Lejos de apocarse, el retiro laboral y la enfermedad han arrancado quizá lo mejor de él. Han sido tiempos de preocupación y lucha por una tierra cuya estima compartimos, en los que Juan ha buscado cualquier oportunidad para ser útil, para tejer lazos, para aportar puntos de vista nuevos y personales, para construir, para buscar salidas a los atascos… Sin prejuicios, sin ataduras, llamando a las cosas por su nombre. Varias veces sentí su ayuda cercana, en situaciones concretas en las que amigos míos de más largo recorrido no podían prestármela, y la sentí tan afectiva como eficaz, tan tierna como práctica. Derroche de capacidades, mientras por dentro libraba la otra lucha personal, la épica y desigual pugna de su cuerpo y su mente contra el enemigo inclemente.
Su enfermedad ha coincidido en el tiempo con la de mi esposa Inmaculada. Durante algo más de tres años compartieron la misma trinchera, cada cual contra lo suyo. Se vieron varias veces e intercambiaron correos electrónicos hablando de ciencia y pseudociencia, de alimentación sana y poder mental, de esperanzas y desesperanzas. Ambos afrontaron la lucha con el mismo arrojo, firmeza y dignidad. A ambos, la muerte los encontró (un 7 y un 8 de abril, respectivamente) simplemente viviendo.

José Luis Simón

martes, 12 de abril de 2011

ENCUENTRO SEMESTRAL DE PRIMAVERA




Como es habitual en el Colectivo Sollavientos, semestralmente mantenemos una reunión presencial para dialogar, discutir y planificar nuestras actividades. Dichas reuniones se celebran en alguno de los pueblos de nuestro ámbito de actuación, el Teruel Interior. Aprovechamos el desarrollo del encuentro para conocer la realidad rural y ofrecer nuestra colaboración en proyectos que conjuntamente con asociaciones locales o Ayuntamientos podamos llevar cabo.


Ésta primavera del 2011, el encuentro será el próximo 1 de Mayo, en Jorcas (Teruel), actuando de anfitriona nuestra compañera, Lucía Pérez. Os invitamos a nuestras actividades, no sólo para observar, también para participar. Por ello publicamos el orden del día:


12,30:Presentación mutua de las Asociaciones de Jorcas y Sollavientos. El lugar del encuentro no esta decidido todavía, pero preguntando en el Ayuntamiento encontrareís la información donde finalmente se desarrollará la reunión.


13.00 Paseo por la chopera y el Molino de Jorcas


14.30: Comida en Allepuz (os agradeceremos reserveís con antelación, enviándonos un correo electrónico a: sollavientos@gmail.com .


17:30. Charla, mesa redonda, proyección, taller, actividad... sobre patrimonio inmaterial , coordinada por Lucía Pérez.


"El patrimonio Inmaterial, una moda muy seria: Qué es, cómo lo hacemos y qué hacemos”


La propuesta de "ARBOlESUM" un Museo de los árboles en Jorcas.


19:00. Final y despedidas.

sábado, 9 de abril de 2011

A nuestro amigo Juan

Teruel ya no verá pasear por sus calles a uno de sus apasionados defensores. Al alba Juan Paricio ha levantado el vuelo con la brisa de esta lenta primavera turolense, poquito a poco como los resistentes amantes, dejándose la vida en una lucha discreta y tenaz por la vida y Teruel.

Demasiado joven, compañero, demasiado joven para, a pesar de todo, no pensar en tantas cosas bellas que esperaban tu aliento y tu sabiduría, tu sonrisa y palabra de hombre cabal, juicioso, sólido y entero en estos tiempos tan escasos de sabios generosos, tan raros en lógica y razones, tan necesitados de tu diálogo fino y sereno y por eso rotundo y pleno, tan precarios en constancia ciudadana, conciencia solidaria y visión de futuro, tan míseros en coherencia y amistad sincera que aportabas siempre a manos llenas.

Luchador incansable hasta el último suspiro: te has llevado al adentro de la Tierra más conforme consigo misma, esas, hoy, extrañas cualidades para tal vez plantarlas al mañana con el empeño y la esperanza de que germinen, renazcan, broten, surjan en esta primavera tan lenta y silenciosa de Teruel, y crezcan, crezcan.

Así podrán detenerse tus amigos turolenses del mundo al ver un nuevo árbol de reflexión incombustible al desaliento revivir por encima de toscos egoísmos, enrarecidos conformismos y torpes decisiones.

Nosotros te queremos y en primavera regaremos ese árbol sobre esta tierra.

Y ahora, vuela, vuela a diez mil metros sobre el mar, pensando en ella, vuela.



Lucía Pérez
Colectivo Sollavientos

domingo, 3 de abril de 2011

EL DESAJUSTE DEL MUNDO



Según expresa la editorial al presentar este libro, Amin Maalou intenta indagar los motivos de los grandes desajustes de distinto carácter (intelectural, económico, climático) que sufre el mundo del siglo XXI, y a la vez proponer distintas ideas para paliarlos. El desajuste del mundo, opina el autor, tiene más que ver con el agotamiento de nuestros modelos sociales que con el supuestro "choque de civilizaciones". El modelo occidental traiciona sus propios valores; el del mundo árabe ha quedado bloqueado en su evolución histórica. Esperanzado y conciliador, Maalou propone una visión adulta e inteligente de nuestras diferencias y valores que favorezca el equilibrio y la paz.

Un libro recomendado para conocer la situación de incertidumbre actual.


Amin Malouf concluye su libro con estas palabras finales de su epilogo:

....He citado unos cuantos factores que permiten no perder la esperanza. Pero la tarea que hay que llevar a cabo es titánica, y no se le puede confirar a un único dirigente, por lúcido y persuasivo que sea, ni a una única nación, por poderosa que sea, ni siquiera a un único continente.

Porque no se trata únicamente de organizar una nueva forma de funcionamiento económico y financiero, un nuevo sistema de relaciones internacionales, ni únicamente de corregir unos cuantos desajustes manifiestos. Se trata también de idear sin demora, y aposentar en las mentes, una visión diferente por completo de la política, la economía, el trabajo, el consumo, la ciencia, la tecnología, el progreso, la identidad, la cultura, la religión, la Historia; una visión adulta por fin de loq ue somos, de loq ue son los demás y del destino de este planeta que compartimos. En pocas palabras, tenemos que una concepción del mundo que no sea sólo la traducción moderna de nuestros prejuicios ancestrales y que nos permita conjurar el retroceso que se anuncia.

Todos cuantos vivimos en este extraño comienzo de siglo tenemos el deber -y, más que todas las generaicones anteriores, los medios- de contribuir a esa empresa de salvamento; con sensatez, con lucidez, pero también con pasión e incluso, a veces, con ira.

Sí, con la ardiente ira de los justos.