jueves, 12 de octubre de 2017

CRÓNICA DE LA 3ª CHARLA: “EL CHOPO CABECERO. ENTRE EL BIEN DE INTERÉS CULTURAL Y EL ECOSISTEMA AGRARIO”




                                                                               A José Mª, maestro del Campo de Visiedo

En las pistas de la Cámara de Comercio de Teruel desarrolló en familia de 23 miembros (numerosa, eh) una elegante carrera de fondo, el completísimo y muy entrenado atleta defensor de todos los colores del Chopo Cabecero, Chabier de Jaime Lorén. 

Pero dejémonos de coñas atléticas y vayamos al grano sintético del asunto.

Fue un privilegio, escuchar la magnífica exposición -acompañada de clarificadoras y bellas imágenes-  de un naturalista, pedagogo y comunicador con un importante bagaje científico y, por encima de todo, con una valiosa  calidad humana. Su cargo actual,  de director-gerente del Parque Cultural del Alto Alfambra, en ciernes, supone un beneficio liberador para las choperas turolenses -que ahora amarillean- y para la ciudadanía, que aún anda un poco verde.

Chabier nos proporcionó una visión poliédrica y exhaustiva de los aspectos de estos cultivos de Populus nigra (el latín conecta la botánica con la gente: populus significa  ‘álamo’ y también ‘pueblo’), que han iniciado la marcha hacia su conservación y que constituyen “un paisaje único en Europa”.

En una visión esquemática de la conferencia podríamos hablar de la tipología de los chopos: íntegro, tallar y trasmocho y de la morfología del camocho (otra denominación para el cabecero): raíces, tronco, cabeza o toza y vigas ; de la complementariedad de los usos ganaderos y la práctica de la escamonda; de la variedad de especies de trasmochos: chopos, sauces, fresnos, hayas, alisos, abedules y carpes; de un origen remoto en la respuesta vegetal a los grandes herbívoros del Mioceno; dentro de la historia, del trasmocho como práctica ganadera neolítica que se extiende en el Medievo europeo y llega a la actualidad como un paisaje rural tradicional y multifuncional en diferentes países; de la gestión tradicional: plantación, formación y escamonda productiva; de las fases de la vida del árbol: de la juvenil pasa directamente a la de senescencia o envejecimiento; de un estudio de las dimensiones de los diámetros de los chopos en el valle del río Pancrudo; de la edad que han alcanzado; de que constituyen un producto del aprovechamiento agroforestal sostenible; de sus usos: obtención de vigas para la construcción, combustible doméstico e industrial (para los hornos), alimento para el ganado (forraje, dehesas, vías pecuarias), protección de márgenes de fincas agrícolas, embalajes, fiestas (hogueras), como pararrayos y en horticultura y carpintería; de la distribución de las choperas en Europa, Asia occidental (Turquía), en la península Ibérica, en el Sistema Ibérico y en Teruel (cuencas del Pancrudo, el Alfambra, el Aguasvivas y el Huerva); de los servicios ecológicos que nos prestan: entre muchos, el mantenimiento de la biodiversidad vegetal y animal; del valor paisajístico asociado: cultural, histórico, rural y de identidad del territorio; de su valor histórico: documentos y vicisitudes pasadas; de su valor cultural: etnológico, monumental y artístico, de los que se deduce su aprovechamiento turístico;  de su valor afectivo: juegos, reuniones; de las iniciativas y propuestas para su conservación: experiencias educativas, Fiesta del Chopo Cabecero, etc.; de las amenazas a que están expuestos, entre las que destaca la pérdida del turno de desmoche (atrincheramiento)… 

En el turno de palabras hubo interesantes intervenciones de los asistentes en torno a la conexión del tema con la Literatura (Libros de Viajes); conflicto local en Miravete cuando se erradicaron los chopos del pueblo; el papel del Parque Cultural, de protección y promoción, que no varía la normativa; la hibridación de los chopos de siempre con otras variedades introducidas (lombardos y chopos norteamericanos); el interés de nuevas plantaciones para desarrollar los cabeceros; la continuidad espacial y temporal de las choperas, garante del mantenimiento de biodiversidad; el “efecto Foehn”, aplicado metafóricamente a las masas turísticas valencianas que ascienden a las sierras turolenses; el papel de la escuela en la concienciación conservacionista; la inminente 9ª Fiesta del Chopo Cabecero en Jorcas y Allepuz el día 21 de octubre.

Gonzalo Tena Gómez. 
Colectivo Sollavientos








1 comentario:

José María dijo...

Gracias Gonzalo por tu amable dedicatoria. Pasamos una tarde entrañable y muy didáctica. Chabier quiere acercar la memoria, belleza y futuro a la escuela y eso me gusta. La escuela rural ha de conectar y potenciar el impresionante medio natural que tiene a su alcance. Hacer sentir a los niños el perfume de la tierra roja mojada, los árboles preñados de colores y las sinfonías de cardelinas y verdecillos. Tienen derecho a pasear por senderos y distinguir el trigo de la cebada, el tomillo de la aliaga. Porque es respetar nuestra historia, nuestros antepasados que lucharon y trabajaron la tierra con sus manos fuertes y vigorosas. No debemos olvidar la tierra que nos mece en cielos azules, serenos y limpios.
Gracias a iniciativas como las que ofrece Sollavientos podemos comprender mejor nuestra humilde existencia. Gracias a personas como Chabier, los niños comprenderán y aprenderán que existe su pueblo, sus gentes y su chopo.