domingo, 30 de enero de 2011

AFECCIONES PAISAJÍSTICAS Y FUTURO (III)





El Paisaje Humanizado


Si el paisaje es “todo aquello que nos rodea y vemos en un entorno delimitable”, todos los que existen en nuestra provincia se puede decir que han sido afectados por la acción del hombre y, por tanto, están humanizados.

En una primera etapa de la evolución del hombre, cuando era cazador y recolector, esta acción sobre el paisaje era muy débil y casi imperceptible, pues no era necesario tocar el medio para aprovecharse de él, más bien al contrario.

Cuando el hombre se hace agricultor y ganadero la acción sobre el medio es muy fuerte, pues necesita mucho terreno para el cultivo y grandes espacios para pastos. Así se conforma un paisaje agrario con espacios muy delimitados y visualmente diferenciados.

Desde hace un par de siglos, la era industrial ha incidido sobre el paisaje de forma muy profunda y agresiva. Así, las grandes infraestructuras de comunicación, las áreas urbanas superpobladas, los espacios industriales, las zonas recreativas y de ocio, etc., han generado unos paisajes mucho más grises y profundamente antropizados.

Pero además esta última etapa se caracteriza por la concentración de la producción y el abandono de algunas actividades tradicionales. Esto hace que los paisajes rurales vuelvan a sufrir una mueva transformación, con una fuerte recuperación de la vegetación y las masas forestales.

Esto que en principio parece una naturalización y una recuperación (por tanto, algo positivo para el medio y el paisaje) no es tan claro. El medio se ha adaptado a las necesidades del hombre, se han introducido especies vegetales de rápido crecimiento, se han eliminado especies animales salvajes, entre otros fenómenos.

En defensa del paisaje rural humanizado hay que recuperar y mantener las actividades tradicionales, aunque con prácticas más sostenibles y con criterios y métodos modernos.


Autor del texto: Javier Oquendo

Autor de la Ilustración: Juan Carlos Navarro


Colectivo Sollavientos.

domingo, 23 de enero de 2011

AFECCIONES PAISAJÍSTICAS Y FUTURO (II)




SOCIEDAD Y PAISAJE


Es creciente la presencia de voces de la sociedad que, bien mediante artículos de opinión en la prensa, presentación de alegaciones en procesos de información pública de proyectos de minas o infraestructuras, o en el intercambio de opiniones, muestran su preocupación por los cambios en el paisaje. Esto no debe entenderse únicamente como una crítica al modelo socioeconómico industrial asentado en la creencia de que desarrollo y progreso van unidos a crecimiento sin límites, sino como una demanda de cauces para colaborar en fórmulas de consenso para definir el futuro.

Con frecuencia no vemos con buenos ojos cómo el paisaje del territorio donde vivimos es modificado por elementos industriales (líneas de alta tensión, parques eólicos, canteras) o por una explotación intensiva de los recursos agrícolas, ganaderos y forestales. Ello indica que en los procesos de autorización de esos proyectos se ha olvidado una participación directa de la sociedad afectada respecto a aspectos cruciales de su calidad de vida. Aunque esos elementos se presenten como una llegada del desarrollo, deben ser los afectados los que decidan qué valores lo simbolizan realmente. Muy probablemente, el rechazo por grupos sociales, y la simpatía de gran parte de la población a esas voces que se alzan en contra, indican que una amplia mayoría no observa que traigan el tipo de riqueza que quieren para sí, ni sienten que ésa sea la manera en que debemos crecer personal y socialmente.

No nos estamos refiriendo al impacto sobre paisajes de naturaleza primigenia. Nuestro territorio ha sufrido una gran transformación, fruto de las diferentes sociedades que lo han ocupado. La ganadería y la agricultura han transformado lo que en su momento debieron de ser bosques en extensas parameras de cultivo de secano o de vegetación rala aprovechable por el ganado. Los bosques que subsisten recuerdan la necesidad de madera y leña de los habitantes, y por ello no constituyen verdaderos bosques biodiversos.

Pero este territorio simboliza la identidad con nuestro pasado. Por ello aceptamos las actividades endógenas responsables de su modelado y rechazamos que sufra una nueva transformación, si ésta se lleva a cabo por actividades exógenas que no van a revitalizar el tejido social.

El paisaje que hoy observamos contiene no sólo elementos culturales, sino también elementos naturales con valor estético y que simbolizan la buena salud de un ecosistema capaz de ofrecernos bienes ambientales: oxígeno, sumidero de CO2, agua de calidad, control de la erosión, suelo capaz de soportar la regeneración de bosques, de cultivos, de pastos…

Es cierto que el éxodo rural ha traído el abandono de actividades agrarias y ganaderas y la autoregeneración de masas forestales. Esto ha conllevado la sustitución de diversas especies animales antaño abundantes por otras a las que las nueva situación favorece (corzo, jabalí, cabra montés….). Todo ello ofrece vías de desarrollo en torno al sector servicios en la forma de turismo de naturaleza, demandado por un amplio sector de la sociedad urbana.

En la actualidad existen herramientas surgidas del Convenio Europeo del Paisaje, como las llamadas Cartas del Paisaje, que posibilitan el debate social respecto a cómo queremos el lugar donde deseamos vivir. Es una apuesta por fórmulas de participación pública garantes del consenso social sobre la planificación del futuro del territorio. Es cierto que se requiere de criterios y personal técnico para conservar y regenerar el paisaje, pero los objetivos deben surgir de esas apreciaciones de los habitantes, atendiendo a lo que el paisaje simboliza para ellos: un medio de vida, unos valores patrimoniales, una identidad, una espiritualidad.

La falta de participación pública en las decisiones sobre el territorio conlleva que esas voces disonantes sobre las líneas fijadas por los gobiernos autonómicos o locales sean recogidas con agrado por una amplia mayoría de la sociedad. No se desea que la planificación sobre el futuro del territorio, que la toma de decisiones trascendentales sobre el lugar donde hemos decidido vivir, surja de foros cerrados. Ese es el matiz que marca la diferencia entre democracia directa y democracia representativa.


Autor del texto: Ángel Marco Barea

Autor de la ilustración: Juan Carlos Navarro

Colectivo Sollavientos

viernes, 14 de enero de 2011

AFECCIONES PAISAJÍSTICAS Y FUTURO (I)


Sobre el concepto de Paisaje y sus componentes


Todos sabemos lo que es paisaje; no es necesario que definamos el concepto. No obstante si se nos formula la pregunta ¿qué entiendes por paisaje? ó ¿qué es el paisaje? encontraríamos respuestas diversas y probablemente muy incompletas sobre la riqueza que encierra el término paisaje. Ocurriría igual si intentamos definir lo que es un pájaro; ¿acaso una definición podría describir la majestuosidad de un vuelo, el sonido del trinar en un bosque, el zumbido de las alas?... A sabiendas que desmenuzar el concepto de paisaje es cometer un reduccionismo sobre el gran poder evocador que encierra y sobre la multitud de facetas y factores que lo adorna, me adentro en las líneas que siguen a describir algunos de sus componentes.

Hace más de veinte años encontré una definición de paisaje que me llamó poderosamente la atención: “Paisaje es la percepción de un territorio por parte de una persona”. Si nos fijamos en este concepto veremos que el paisaje como tal no existe si no hay una persona visionándolo, percibiéndolo. La percepción es la aprehensión intelectual y en este caso sería el acto del entendimiento por el que se capta el paisaje sin apenas reflexionar sobre él. Me sobrecoge pensar que sin personas no hay paisaje: solo territorio, rocas, agua, elementos antrópicos... Un pájaro es una realidad en sí misma, es un ser vivo con entidad propia, lo observe una persona o no. El paisaje existe en cuanto hay una persona contemplándolo. Se deduce también que hay tantos paisajes como personas lo admiran y contemplan. Un escenario único, nuestro querido Maestrazgo, tiene tantos paisajes como personas se paren a contemplarlo aunque sea en el mismo punto o mirador. Esta es la riqueza del paisaje y la nuestra propia que con nuestras capacidades intelectuales y emocionales creamos y recreamos el paisaje . Un mismo escenario nos produce emociones diferentes a lo largo del día, de las estaciones del año y de nuestra vida. Es imposible valorar y cuantificar objetivamente un paisaje aun cuando los estudios de Evaluación de Impacto Ambiental se empeñen en ello.

Componentes del paisaje

Tradicionalmente se dividen en componentes materiales, visuales y otros

Los componentes materiales o físicos constituyen la base sobre la que se va a dar un sistema de relaciones. Lo componen:

Gea, es decir la tierra o roquedo y el relieve y componentes fisiográficos

Agua (ríos, lagos y aguas subterráneas). Hay manifestaciones en el paisaje de las aguas subterráneas que suelen pasar desapercibidos como por ejemplo lagos y humedales (wetlands) alimentados por acuíferos, la presencia de manantiales, vegetación cuya presencia obedece a la proximidad del agua subterránea...

Cubierta vegetal referida a su aspecto fisionómico o estructural (con sus estratos herbáceo, arbustivo y arbóreo)

Elementos antrópicos. El hombre ha hecho de jardinero no retribuido desde su existencia y esto ha quedado grabado en el territorio: campos de cultivo, huertas, vías de comunicación, tendidos eléctricos, núcleos de población, embalses...

Los componentes visuales

Son la forma, color, textura, línea, escala y escena; atributos del paisaje que se refieren a la expresión visual objetiva del mismo. La forma viene dada por el volumen o figura de un objeto, su geometría, complejidad y orientación. Normalmente queda definida por su contorno. Hay formas redondeadas, suaves agudas, regulares, irregulares...

El color a su vez se define por su tinte (cálido ó frío), tono (claro u oscuro), brillo (mate ó brillante). Los colores diversifican el paisaje.

La manifestación visual de la relación entre luz y sombra es la textura.

La separación de colores, formas o texturas definen las líneas del paisaje.

La escala es la relación entre el tamaño de un objeto y el entorno donde se sitúa. Se establece por comparación subconsciente con objetos conocidos.

La escena o espacio engloba el conjunto de cualidades del paisaje determinados por la organización de los integrantes del paisaje y los espacios libres o vacíos de la escena.


Además -y tal vez por encima- de los componentes materiales y visuales de un paisaje, hay otros componentes como los acontecimientos históricos ocurridos, recuerdos familiares y personales anclados en el territorio, anécdotas que se quedan muy grabadas y selladas en el roquedo que las sustentó y que no aparecerán nunca en los cientos de fotos que quisiéramos tomar. Lo mismo ocurre con otros componentes muy importantes y sutiles del paisaje como el olor, los sonidos, la sensación de frescura, o calor, el majestuoso silencio...


Autor del Texto: Fermín Villarroya (Allepuz)

Autor de la ilustración: Juan Carlos Navarro

Colectivo Sollavientos

jueves, 6 de enero de 2011

PAISAJE


En los próximos días, desde Sollavientos, vamos a iniciar una serie de artículos sobre el paisaje, con el nexo común de afrontar el debate sobre: AFECCIONES PAISAJÍSTICAS Y FUTURO
Con un artículo introductorio sobre el significado del paisaje, como percepción humana del territorio, daremos paso a varios artículos en donde sus autores plasman su visión de un espacio cercano.
A través de ellos pretendemos abrir un debate sobre el PAISAJE TUROLENSE: La preservación de su historia, de su patrimonio, de su papel como indicador de la salud de los ecosistemas. Sobre todo queremos llegar a tomar el pulso a la Sociedad, respecto al valor que da a su entorno, su preocupación por los cambios que se producen, su visión del futuro del lugar.
Por todo ello os invitamos a participar a través de comentarios a los artículos, que vayamos publicando.