lunes, 26 de octubre de 2020

ODS TERUEL 2030 (3): EDUCACIÓN DE CALIDAD Y MEDIO RURAL



Partiendo del punto de vista de alguien que, como yo, cree a pies juntillas que el problema del deterioro demográfico del medio rural es cultural, está claro que sólo cabe la Educación como punto de apoyo para evitar, paliar o, al menos, no comulgar con el proceso irreversible del “vaciamiento” rural.

Una y otra vez nos encontramos con la irremediable comparación de la educación española con los “popes” educativos de occidente. Nuestros ojos y nuestra cabeza han aprendido pues a citar el tan manido recurso del  “hay que fijarse en Finladia”. Y supongo que hay que fijarse así a lo bruto, sin otra cosa en la cabeza, sin llegar a comparar las realidades entre un país y otro y la corresponsabilidad del ciudadano en lo que pasa. Sí amigos, la corresponsabilidad, porque política, administración y administrados somos corresponsables de lo que pasa a nuestro alrededor, unos más que otros.

Podríamos empezar por imaginarnos un futuro educativo en el que fuesen los mejores los que dieran clase a nuestros hijos. Sería deseable y nadie en su sano juicio podría opinar lo contrario. Pero habilitar a los mejores en ese futuro laboral requiere premiar la formación, el esfuerzo y el compromiso de los docentes. Y si en países como Finlandia se premia socialmente el ser docente (primaria, secundaria o lo que sea), se premia también económicamente y, por lo tanto, ese premio hace que los más formados quieran ser docentes. Difícilmente podríamos equipararnos por ese lado los españoles cuando se teje un pensamiento del docente que poco tiene que ver con aquellos lares. Así, a día de hoy, entrar en la carrera de magisterio equivale en las notas de corte que cualquiera puede acceder a ella. Y en lo que se refiere al mundo rural, añadiremos que el sistema anquilosado y poco ágil de los interinos “errantes” convierte los proyectos en proyectos personales y de muy difícil continuidad, salvo casos ejemplares.

Para tener una educación de calidad, en general, deberíamos de aspirar a una sociedad donde elimináramos poco a poco el “clasismo educativo”. Si en la sociedad postmoderna hasta el más tonto o más pobre se refleja como clase media, nacen conceptos como la aporofobia y nos centramos en esa peligrosa trama liberal de la diversidad (leer a D.Bernabé); esto, tarde o temprano, se refleja en el sistema educativo. Si es que alguna vez se ha ido. Porque si hasta hace unas décadas estudiar en lo público era sinónimo de poca calidad, hoy por hoy, debido al clasismo educativo consustancial al español medio, hace que se apuesten por los clasismos concertados. Dado que no puedes optar a los privados, exige tu derecho a elegir un concertado. Y, como ocurre en cualquier otro servicio público, no utilizarlo lleva consigo que el imaginario público y político rebaje sus expectativas y, por tanto, su calidad.

La discontinuidad de la docencia en el medio rural, como decíamos, hace muy difícil la puesta en marcha de proyectos a largo plazo. No se trata de ser innovador con el sentido ridículo de hoy en día, en el cual cualquier pedagogo que no ha dado clase en su vida explica con neolenguajes y términos ingleses la mayor obviedad o la más absoluta tontería. Se trata, sin más, de premiar a los funcionarios comprometidos, que también los hay. Muy al contrario de lo que se sigue pensando en los pueblos, tal y como explicaba Salvador Berlanga en su paso por los CRIETs: el porcentaje de aprobados y de titulados del medio rural superaba porcentualmente el del ámbito urbano.

Por otro lado, la atención a la siempre recurrente diversidad no debe de constituir el foco que justifique o priorice la educación pública de calidad. Más bien, el esfuerzo y el apoyo personalizado; los recursos humanos y el compromiso del profesorado como punta de lanza de un proyecto global, educativo y comunitario. Y eso solo se puede transformar en una escuela laica, donde los dogmas no se viralicen directa o indirectamente y donde la actitud crítica y responsable vaya de la mano con el esfuerzo y la asunción de responsabilidades desde la más temprana edad. Resulta muchas veces bochornoso para el profesorado observar y leer algunos conceptos políticos que se repiten sobre el adoctrinamiento, pues dicho adoctrinamiento suele fundamentarse en las ideologías (reales o fingidas) de los partidos políticos.

Así pues, conceptos como la memoria ideológica tampoco deberían de constituir ejes de discusión, pues lo ideológico, siendo transversal, debe de serlo más en casa y menos en la escuela. Se deben de poner en canción de nuevo aspectos que para muchos pedagogos y políticos resultan “viejunos” como el esfuerzo. Y tampoco debemos obviar la competencia, porque el mundo no es como queremos y la escuela es formadora de ciudadanos.  El concepto de autoridad reforzaría la imagen del docente y de la escuela de calidad. La sobreprotección de los niños y la multiplicación de sus derechos (con pocos deberes aparejados) nos traen como consecuencia el desprestigio de la escuela pública y, por ende, la falta de calidad de la misma en el imaginario de la gente. Un imaginario popular que  es fiel reflejo de un neoliberalismo en auge que la sociedad ha comprado como bueno.

Retomando la realidad rural, debemos ser conscientes que todo ese panorama acaba afectando en cascada a nuestros alumnos. Alumnos que ni que decir tiene deberían de tener la calidad y servicios que cualquier urbanita. Sin embargo, todos los tropiezos que existen por una escuela pública de calidad se nos convierten en verdaderos abismos en determinadas zonas rurales. Y, hoy por hoy, sólo nos queda el voto, la protesta y la exigencia. Que cada uno actúe en consecuencia.

Víctor Manuel Guiu Aguilar

Colectivo Sollaviento

miércoles, 21 de octubre de 2020

ODS TERUEL 2030 (2): EQUIDAD EN EL HORIZONTE




No me siento capaz de encontrar una respuesta respecto al rumbo en que debe encauzar nuestra sociedad para persistir. Sin embargo, soy consciente de que andamos por el mal camino. Una parte de la sociedad consumimos compulsivamente más allá de lo que el Planeta puede resistir. La otra sobrevive sin llegar en muchos casos a cubrir sus necesidades básicas.

La ONU ha lanzado el reto de definir un modelo de desarrollo sostenible para el año 2030, abrir una ventana pensando en el futuro. ¿Cómo debe estar integrado el foro desde el que surjan ideas para salvar el Planeta de todos?

En el Norte somos voraces consumiendo materias primas. Saciados, vomitamos en el Sur no sólo nuestra basura,  también pretendemos civilizar a otros y en el proceso rompemos civilizaciones y originamos vacíos sociales que generan un gran sufrimiento a otros pueblos.

La tecnología, dirigida por el mercado, nos impulsa hacia un determinado modelo de desarrollo, diseña nuestras vidas y se convierte en motivo de fe para solucionar nuestros problemas. Al contrario que en las sociedades tradicionales, no son nuestras manos las que deben abrir el camino, nos creamos dependencia de la tecnología.

Vivimos en una sociedad de riesgos, término acuñado por el sociólogo Ulrich Beck. Hemos mejorado las condiciones de vida de nuestra sociedad. Nuestra confianza en el sistema es tal que asumimos los riesgos que lo acompañan.

Como escribió Saramago en su novela “Ensayo sobre la ceguera”, no somos conscientes del verdadero precio que pagamos por nuestro  modelo de vida: la explotación del Planeta, el expolio y opresión de grupos humanos  para obtener sus productos, la renuncia a nuestra libertad e intimidad  como tasa para acceder a la sociedad tecnológica de la información. 

Uno de los cambios experimentados por la aceleración  tecnológica ha sido un nuevo paradigma de estructura social que modifica la pirámide de población. Las sociedades desarrolladas envejecen y la cúspide apenas se sostiene sobre una frágil base. En los países emergentes la situación es inversa y ven marchar generaciones de jóvenes que buscan una oportunidad de futuro. Migraciones que no somos capaces de asumir y que interpretamos como amenaza frente a la que elevamos muros, rodeando de una coraza de hierro nuestros corazones para no sentir la culpabilidad sobre los miles de muertos que el cierre de fronteras origina.

Por otra parte, la falta de equidad de nuestras sociedades y los giros que la tecnología impone en los sistemas productivos incorporan una nueva clase social. La acuñó con el término de infraclase el sociólogo José Félix Tezanos, en el ensayo: “Sociedad dividida: estructuras de clases y desigualdades en las sociedades tecnológicas”, publicado en la última década del siglo pasado. La base de la pirámide incorpora un agujero por el que se cuelan a una bolsa, cada vez mayor, los desplazados del sistema. Población marginada por la falta de poder adquisitivo que le impide no sólo acceder a una vivienda digna, a sanidad… tampoco a una formación ni a la adquisición de instrumentos que hoy comienzan a ser imprescindibles para comunicarse e informarse en nuestra sociedad (ordenadores, telefonía móvil…).  Se suman a esta nueva clase social aquellos que después de haber vivido como clase acomodada en el sistema, la tecnología les aparta de su puesto de trabajo.    La infraclase asume el papel de fracaso, se autoinculpa de su situación y no traslada a la calle la injusticia social que sufre.

En la apuesta por ese horizonte del 2030 nuestra fe en la tecnología para resolver los retos que el futuro presenta a nuestra civilización olvida la definición de la comunidad a que queremos llegar. Satisfacer la necesidad de consumir los nuevos productos que el mercado nos ofrece supone una intensa niebla, como el smog generado por la contaminación de las ciudades, que nos dificulta la búsqueda de un camino a través del que reencontrarnos con los valores humanos.

Nuestra civilización, capaz de explorar el universo, debe regresar a meditar en torno a la solidaridad y compromiso que impulse una sociedad más justa. El mercado que mueve recursos financieros en la investigación para alcanzar esos logros tecnológicos que han revolucionado nuestra vida, no es capaz de lograr un reparto justo que establezca un modelo de estado de bienestar para el siglo XXI extensible a todo el Planeta, que no olvide el respeto a la diversidad cultural. Difícil reto que las máquinas no pueden aportarnos, al que como humanos no debemos renunciar, alcanzable si utilizamos el diálogo, el compromiso, los acuerdos y la responsabilidad, herramientas de las que disponemos.

El triunfo de la capacidad de desarrollarnos como individuos hemos de ser capaces de acompañarlo con un sentido de comunidad. Tenemos a la vez la responsabilidad de no denigrar los logros tecnológicos alcanzados. Hemos de utilizar estas herramientas para avanzar en formación y en comunicación. Es necesario consumir con responsabilidad. Disponer de alimentos saludables,  una vivienda digna, atención médica, educación…, debe ir acompañado de desarrollar un proyecto de vida.

La tendencia de la población a urbanizarse  genera inhumanas e insostenibles grandes ciudades. En ellas se gesta la ciencia, los movimientos culturales, las decisiones trascendentales…Pero quizás se olvida que hay vida tras sus murallas.

Mirando hacia el 2030 nuestros grandes avances tecnológicos no pueden llevarnos a encerrarnos en burbujas para protegernos del exterior. Si es así, habremos fracasado.

Es urgente una gobernanza que a nivel global vele por el respeto de culturas y establezca nexos de encuentro para sobrevivir. ¿Es posible un sentido de comunidad desde  macrosociedades? No tenemos más remedio que creer que sí, por lo que no sólo hemos de estar abiertos a incorporar a todos en el debate, sino que hemos de facilitar los medios para ello.

Desde Teruel deberíamos aportar más allá de, en ocasiones, injustificadas  peticiones de grandes infraestructuras, nuestra experiencia en la voluntad de encontrar el camino para seguir habitando  este espacio, con grandes valores culturales y naturales,  cuyas condiciones orográficas y climáticas  siempre han dificultado la habitabilidad; un reto en el que el sentido de comunidad ha aportado un pilar fundamental para lograr sobrevivir.

 

Ángel Marco Barea

Colectivo Sollavientos

sábado, 17 de octubre de 2020

Renovables sí, pero así no





 La ausencia de un Plan de Ordenación Territorial Integral (nacional y autonómico) lúcido y coherente con las necesidades ambientales, económicas y sociales, ha provocado a lo largo de las últimas cinco décadas, una gestión y desarrollo desordenado, muy a menudo ilógico, del medio rural, supeditándolo a las necesidades de los modelos urbanos a gran escala. Es así como se han elegido territorios rurales predominantemente naturales con escasa población humana, bajo valor catastral, aunque de muy alto valor ambiental, para ejecutar proyectos “de interés general” como la ampliación de la Red Eléctrica de España, cuyo impacto ha resultado nefasto para los pueblos, acrecentado la pérdida de biodiversidad, la despoblación y obstaculizando el asentamiento de proyectos empresariales innovadores ligados a la calidad ambiental del medio rural natural. 

La ausencia de un plan conjunto, con estrategias bien estructuradas, definidas y concretas, ha dado pie a que prevalezcan los intereses especulativos, perpetuando los monopolios energéticos y la corrupción de las élites políticas vinculadas. Es por ello que ahora, en la denominada “transición energética” se cambia de recursos pero no de modelo energético y económico, con lo que el medio rural vuelve a ser víctima de la burbuja financiera actual: las energías renovables. De nuevo, los territorios más despoblados, a pesar de su excelente calidad ambiental, están siendo elegidos para promover la construcción de centrales eólicas, eufemísticamente llamadas “parques eólicos”, con sus respectivas líneas de alta tensión, accesos e infraestructuras añadidas. Sin planificación ni evaluaciones estratégicas, por toda la España rural están siendo presentados multitud de proyectos de centrales eólicas y solares, perpetuando la generación eléctrica centralizada, es decir, a gran escala. Un modelo energético ineficiente y caduco, que sólo acarrea sinsentido, incongruencias administrativas y absoluta falta de respeto a los pocos territorios rurales naturales que nos quedan en Europa.

En concreto, en Aragón, el Decreto Ley sobre renovables es bastante deficiente y no ha pasado, como exige el marco europeo, por una Evaluación Ambiental Estratégica Aragonesa porque no existe. Como tampoco existen Planes de Gestión Aragonesa para las zonas de especial protección, ni Evaluación Adecuada para la conservación de cada uno de los espacios protegidos, entre otras deficiencias. El hecho de que Aragón carezca de planes de gestión para regular con eficacia los usos del territorio, está causando pérdidas importantes de Zonas de Especial Conservación (ZEC), entre otras figuras de protección; por lo que puede ser motivo de sanciones de la Unión Europea a Aragón, como indica la abogada ambiental Pilar Martínez. 

Nos encontramos pues ante dos prioridades relativas a la emergencia climática, para las que urge una planificación y ordenación territorial que integre sin contradicciones la transición energética hacia las energías renovables y la preservación de la calidad de los ecosistemas naturales (biodiversidad, conservación de los hábitats, espacios protegidos, paisajes rurales y naturales, etc.). Todos los elementos imprescindibles para la generación eléctrica centralizada de las centrales eólicas (gran voltaje eólico, máxima eficiencia energética por tanto, cercanía a los puntos de demanda/consumo, optimización de las infraestructuras, etc.) indican que no es el medio rural natural el territorio idóneo para su implantación, sino los territorios más urbanizados e industrializados, donde se ubica la mayor demanda y consumo. 

Convertir vastos territorios naturales en polígonos industriales, con la excusa del recurso eólico y el contrasentido de producir electricidad con energías “limpias” en zonas alejadas de las urbes donde va a ser consumida, fomentando el despilfarro al perderse buena parte en el transporte, ocasionando de vez degradación de los paisajes, despoblación rural y pérdida irreversible de biodiversidad, … ES UN EVIDENTE SINSENTIDO. 

Por tanto, sólo cabe apelar a la sensatez y a la responsabilidad de empresari@s, polític@s, jueces y ciudadanía en general, para transitar con decencia y justicia, hacia un modelo energético y económico que respete el vasto legado natural y cultural de los pueblos, supervivientes de décadas de ciego desarrollismo, y base de toda posible existencia. Existen otros caminos para lograr la transición energética. Es hora de corregir el rumbo y tender con firmeza hacia la generación distribuida o micro-generación, ello implica a corto y medio plazo la autogestión o soberanía energética de y en cada territorio. Renovables sí, pero no en cualquier lugar ni de cualquier manera. Y menos aún por mera especulación financiera.

“Renovables sí, pero así no.”

 VV.AA. Plataforma a favor de los paisajes de Teruel







viernes, 9 de octubre de 2020

ODS TERUEL2030 (1): LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE Y TERUEL



Los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por las Naciones Unidas, se presentan como un gran reto para conseguir una sociedad mejor, ante las múltiples señales e indicadores que ponen de manifiesto las desigualdades, el hambre, los problemas ambientales y , en definitiva, la situación de riesgo que tiene el planeta y sus habitantes.

Según las propias Naciones Unidas: “La Agenda 2030 es el plan global para la erradicación de la pobreza, la lucha contra el cambio climático y la reducción de las desigualdades más ambicioso alguna vez adoptado por la comunidad internacional. Fue desarrollada sobre la base de consultas nacionales que llegaron a las poblaciones en mayor situación de vulnerabilidad de cada país, entre ellas cerca de 80 mil personas en el Perú, y fue aprobada por unanimidad por los 193 países de las Naciones Unidas. Su objetivo es claro: Lograr un mundo donde nadie se quede atrás”.

Se antecedente fueron los objetivos del milenio, que quedaron en nada al plantear propuestas excesivamente genéricas, muy abstractas y centradas en temas relacionados con el desarrollo económico. Su fracaso no desanimó a las Naciones Unidas y  lanzaron los 17 ODS y sus 169 metas, que no están centrados en aspectos económicos, sino que se abren a temas sociales y ambientales.

Una primera lecturas de los ODS y sus metas suscita la sensación de que se está ante una utopía irrealizable, pues son metas muy ambiciosas y a un plazo de consecución muy breve, ya que están planteados en su gran mayoría para el 2030, que bien pensado son poco más de diez años para terminar con la pobreza, con el hambre, con las desigualdades en la educación y la sanidad, con el deterioro del agua, los mares y el clima del planeta, trabajo y energía universal y reducción de cualquier tipo de desigualdad.

La alternativa a no buscar y trabajar por la implantación de los ODS es pensar en un planeta en el que las desigualdades entre países y personas cada vez sean mayores y hoy afectan a unos países, pero los ciclos cambian y pueden afectar a los que hoy se consideran ricos; también un planeta con unos recursos naturales y un clima que hagan imposible la vida en el mismo, por carencias y por alteraciones graves; un mundo dominado por cuatro grandes lobbies o fondos que dicten las normas y marquen los ritmos; en definitiva un mundo que se asemejaría a esas películas futuristas que presentan una situación caótica.

El reto es ir haciendo realidad los ODS desde lo más próximo y en nuestros entornos cotidianos, para que se consiga una gran bola que repercuta a nivel mundial. Esto no puede ser una tarea individual, sino organizada en colectivos y organismos públicos y privados que apuesten por su puesta en marcha progresiva,  que den respuesta a retos concretos y reales, a la vez que analiza la consecución de esas metas en el entorno más cercano. Empresas, ONGs, administraciones, gobiernos y muchos colectivos se han puesto manos a la obra para ir avanzando en esta utopía, algunos con más éxito que otros y algunos con más intención real que de lavar la imagen y hacer “odswhasing”.

Desde el Colectivo Sollavientos se quiere reflexionar y hacer propuestas de cómo podrían implantarse las metas de los ODS en la provincia de Teruel, como modelo de desarrollo de la misma y como propuesta de futuro para un territorio que más allá de sus limitaciones apuesta por el futuro común y lo pone en práctica en la realidad cotidiana.

También se abre la propuesta a quién quiera aportar sus ideas de cómo podemos conseguir la implantación de los ODS y sus metas en la provincia de una forma realista y concreta. Todas las propuestas serán consensuadas y debatidas para llegar a verdaderos acuerdos de trabajo y no a ideas individuales más o menos reflexionadas.

 

Javier Oquendo

Colectivo Sollavientos

 

 

martes, 6 de octubre de 2020

EN LA MUERTE DE JOAQUÍN CARBONELL MARTÍ.






12 / 9 / 20: Hoy he recibido el espaldarazo definitivo a mi convicción de que el coronavirus campante va en serio: se ha cargado a nuestro querido y admirado allocino. La vida que ha tenido Joaquín ha debido ser muy satisfactoria profesional y humanamente, pero, joder, podía haber continuado unos cuantos años más, que el zagal estaba a tope y aún nos iba a dar muchas alegrías. Es hora de evocar –dando rienda suelta a la nostalgia- los momentos de proximidad física y, sobre todo emocional con la figura y, sobre todo con la cálida voz de nuestro trovador turolense.

Empiezo con las casetes grabadas –a veces empalmadas con celo, de empeño y de plástico, cuando se cortaban de tanto ponerlas- escuchadas en mi 127 amarillo en el viaje de Barcelona a La Aldehuela, entrando en Aragón,  o en el casete portátil con correa, allí en la galería con vistas al pantano de la central: Arcillas y romeros; Soy de una tierra mudéjar, antigua como el valor, soy judío, griego, moro, celtibérico soy yo; Pascual, Pascual, tú a lo tuyo, que es trabajar; la Paca siempre se encierra con hombres en el corral;… Me gustaría darte el mar (tantas veces nos lo has dado, Joaquín).




Ah, se me olvidaba el tiempo del vinilo: el cuarto LP (Sin ir más lejos, 1979) con el dibujo de tu cabeza, sonrisa espléndida, todo guapo con el bigote y la media melenilla de moda entonces. Y aquel recital con tu guitarra en el rincón de la ducha de la piscina de Aliaga en fiestas (que iba a cantar “el del aceite”, dijo Anamari  el día de antes). Actuación sometida a interrupciones de borrachos: Con el clarear… “se marcha el tren, se va mi amor, yo me voy con él”, coreaban los jumeros, entre la piscina infantil y la de los mayores; Al anochecer… y dale otra vez, sin contemplaciones, mientras el bueno de Carbonell reprimía su mosqueo-cabreo con cara de circunstancias sin interrumpir el recital. Y la sentida carta que yo le escribí muchos años después recordándole la anécdota, que él debió leer, pero no contestó, porque lo tenía claro: “yo no contesto cartas”, lo que rebajó unos cuantos puntos el embeleso que me producía; si tenía que contestar las que se supone que le llegaban, pues iba apañado (todo esto antes de la irrupción de los socorridos correos electrónicos).

 


Y su actuación en el salón de Ibercaja de Valencia, junto al mercado Central, donde me encontré a Fernando y Pura.

Y su presentación en la librería Primado de Valencia, gestionada por el gran alfambrino Miguel Morata, de aquella novela ligera Hola, me llamo Ángela y tengo un problema (la tengo dedicada). Y el posterior recital en la Associació de Veïns de Benimaclet, sobre el taburete, con la guitarra y un cubata, donde me pareciste muy mayor y dudé si gastabas peluquín. Y, después, la petición por correo ordinario a Voces del Mercado –introduciendo el importe en el sobre- del último CD del momento, Tabaco y cariño. Y la escucha en el Picasso, rodando por carreteras alpujarreñas, de tus versiones de Brassens.




          
           

Y, finalmente, el mazazo de Aragón TV, al abrir el noticiario de las 14 h con: “A las 9 y media de hoy ha fallecido el cantautor Joaquín Carbonell, a los 73 años, víctima del covid 19 , tras permanecer ingresado 47 días en el Hospital Clínico de Zaragoza”.

Escribo estas líneas a la espera de la retransmisión en la cadena del último recital, del 2 de diciembre pasado, celebrando sus 50 años en la canción, en el Teatro Principal de Zaragoza, anunciado (para que lo vea menos gente), en el intempestivo horario de las 12 de la noche (!) (que los más fans ya tenemos una edad y nos gusta madrugar), precedido por la emisión de “Abracadabra” de Pablo Berger, a la que no le encuentro la sustancia.

Veo la actuación en la TV aragonesa. J. Carbonell no se dirige al público. Serio, canoso incluso en las cejas y el triángulo piloso (¿bigote inferior?), saluda escuetamente, da las gracias un par de veces  y presenta a sus músicos otro par a lo largo de la sesión. La cámara se recrea en el bello rostro de Kalina Fernández, cuyos estudios de violín “superan en años a los de un obispo”, protagonista en la interpretación de los arreglos junto a los virtuosos mozos. Me regocija  el verso remarcado por la voz: Mi patria es una paja colectiva, así como la soberbia versión de la brassensiana ¡Ojo al gori-i-i-i-la!, coreada por el respetable, una declaración devota dirigida al cuerpo judicial, sin desperdicio.

Y, como, no, me deleita DE TERUEL NO ES CUALQUIERA: Es muy fácil ser de Pekín, se puede ser de Istambul, se puede ser de Madrid, pero de Teruel no es cualquiera.

13 / 9 / 20: Veo por la tele –que no hay manera de pronunciar la elle final de Carbonell- la capilla ardiente –arde la presencia de J. C. y la nostalgia- en el Museo Pablo Serrano: ataúd escueto de madera clara, dos coronas a un lado y  flores blancas también al pie, bajo la Medalla al Mérito Cultural del Gobierno de Aragón encajada en su estuche. A la izquierda, la guitarra asimétrica, apoyada y enhiesta. De fondo la voz de Carbonell sonando desde una grabación de canciones. Actitudes de emoción y de dolor –ellos más adustos y ellas mostrando más sentimientos, que rebosan las mascarillas: las personas pasan por delante del féretro -Dejen pasar, háganse a un lado que vamos a entrar… Dejen pasar, los que ya estaban que se echen pa atrás-, se detienen y miran, ésta se cubre la cara, aquella no reprime el llanto, aquel se santigua… -¿qué te parece, Joaquín?- Todo el espectro político hasta el PP expresa su admiración. Lambán, tras la careta, pronuncia un panegírico bien medido con su estilo entrecortado.

Por la noche, en el programa “Sin Cobertura” de la cadena aragonesa, de la mano de Antón Castro, un Carbonell inquieto y optimista, desde Alloza, cuenta cosas suyas y de su pueblo: padre maestro republicano represaliado ‘moderadamente’, madre catalana; el trabajo duro entorno al aceite. Los mineros sumando 24 km a pie a su jornada laboral hasta 1953. Sus andanzas y el abrir los ojos a la cultura y al compromiso social en el Colegio Menor San Pablo de Teruel, con aquellos educadores de postín: Eloy Fdez. Clemente, Labordeta y J. Sanchis Sinisterra. Expone la función del cantautor: “explicar el mundo con sus canciones”. Sobre la despoblación: “La gente se va de los pueblos porque le gusta ver gente”; “yo no soy pesimista, creo que regresaremos a vivir aquí”, “Teruel tiene un futuro fantástico: tiene paisajes, naturaleza, gastronomía y vecindad”. Cuenta que se confeccionó una camiseta con la leyenda: “TERUEL ES EL FUTURO, ATRÉVETE” –con la ayuda de todos-.

14 / 9 / 20: Sus cenizas han sido esparcidas por el Calvario de Alloza, un lugar muy significado para él. Se le ha homenajeado con un volteo de campanas y  una jota. Nos vemos, Joaquín.            

Gonzalo Tena Gómez




                    

                       

viernes, 2 de octubre de 2020

Charla – debate sobre la “Reserva de la Biosfera Valle del Cabriel”

MIERCOLES 21 DE OCTUBRE A LAS 20 HORAS

LUGAR Y ORGANIZADOR: CASINO TUROLENSE en Plaza San Juan de la ciudad de Teruel

ACTIVIDADES DEL CASINO

 http:/www.casinodeteruel.wordpress.com



Charla – debate sobre la “Reserva de la Biosfera Valle del Cabriel”. Cuestiones sobre sus implicaciones en el desarrollo del territorio y de las actividades económicas de la población.

Ponente: Doña Sagrario Sanz Muñoz, Gerente del Grupo de Acción Local ASIADER.