Centro Social de Castilfrío de la Sierra
Podría pensarse que se trata de una secta inquietante –aunque sí habrá a quien le inquieten- surgida al albur del anuncio de un apocalipsis climático, o de la urgencia de una transición justa de la producción de energía, pero no es exactamente eso. Estamos hablando de una iniciativa que sí va en la línea de una transición energética que se opone a la crisis del clima y que supone una alternativa muy sensata a los macroparques eólicos o fotovoltaicos destructores del paisaje y la biodiversidad y una solución viable para el abastecimiento energético de nuestros pueblos, que, además, tiene en cuenta el empoderamiento de los usuarios.
Hay quien define una comunidad energética como “un nuevo modo de generar, usar y gestionar la energía a nivel local, a través de la cooperación entre agentes -ciudadanía, administración local y pymes-, contribuyendo a crear un sistema energético descentralizado, justo, eficiente y colaborativo, al basarse en la participación activa de todas las personas implicadas”.
Su objetivo principal será ofrecer beneficios energéticos, de los que se deriven también los medioambientales, económicos o sociales a sus miembros o a la localidad en la que desarrolla su actividad, más que generar una rentabilidad financiera. Las actividades a desarrollar, a través de la gobernanza democrática y la autonomía, serán la generación de energía de fuentes renovables de proximidad y su distribución, suministro, consumo y almacenamiento, básicamente.
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) ha elaborado una guía (“Desarrollo de instrumentos de fomento de comunidades energéticas locales”), que incluye experiencias realizadas en los países de nuestro entorno, para constituir Comunidades Energéticas Locales y conseguir financiación para proyectos piloto, con el objetivo de impulsarlas, en sintonía con los Objetivos 7,11 y 13 de Desarrollo Sostenible de la ONU.
En España hay ahora mismo una treintena, aproximadamente, de proyectos de comunidad modelo cooperativo y de economía social energética. Puede citarse el proyecto en marcha de autoconsumo social de origen solar (placas sobre tejados) y participación ciudadana de la cooperativa Megara Energía, establecida en el municipio soriano de Castilfrío de la Sierra (¿hermano de Miravete?), de 37 habitantes, que dispone incluso de un punto de recarga para coches eléctricos. El pueblo, que reducirá un 60% de la factura eléctrica, tiene a su Ayuntamiento como socio del proyecto, en el que colaboran Red Eléctrica de España (REE) y la Caja Rural de Soria. La inversión ha sido inferior a 30000 €. La iniciativa se va a replicar en otros 16 pueblos.
La Comunidad Valenciana ha destinado fondos generosos para la puesta en marcha de siete comunidades energéticas. La modesta cooperativa Sapiens Energía impulsa la del municipio de Albalat dels Sorells entre otras.
Actualmente, además de Teruel, existe una Red de Sindicatos por la Democracia Energética (TUED, en inglés Trade Union for Energy Democracy) que trabaja para promocionar el control democrático y la propiedad social de la energía, encaminados a solucionar la crisis climática, la pobreza energética, la degradación de la tierra y la vulnerabilidad de las personas, dentro del marco de protección de las personas trabajadoras.
Gonzalo Tena Gómez, Colectivo Sollavientos