viernes, 28 de febrero de 2020

TRANSICIÓN ECOLÓGICA



Esta es la primera parte del título del Ministerio que se va a encargar de hacer que España cambie su modelo energético y se adapte a la exigencias de los distintos organismos y cumbres que luchan para que la temperatura media global del paneta no aumente en más de 2 grados y el cambio climático consiguiente no suponga graves consecuencias para los países, sus economías y sus habitantes.

Este reto no sólo hay que afrontarlo con decisión, sino que es imprescindible hacerlo con celeridad, pues la situación es de Emergencia y exige respuestas rápidas y contundentes que descarbonicen la economía o, dicho de forma más simple, que se deje de quemar combustibles fósiles que ocasionan grandes emisiones de CO2 a la atmósfera y son la causa principal del aumento de la temperatura media de la Tierra.

Hasta aquí estaríamos de acuerdo prácticamente todos, excepto quienes se niegan a ver la realidad por intereses particulares o ideológicos, aunque podríamos aportar matices y explicaciones más amplias y completas.

La solución también  se acoge a un gran consenso, y es apostar por las energías renovables, que si bien no son limpias del todo, pues están sujetas a un proceso de extracción de materias primas y de fabricación que lleva asociado emisiones, sí que  son mucho más respetuosas con el medio porque en el proceso de producción utilizan fuentes naturales como el viento, el sol, el calor interno de la tierra, los movimientos del mar o la biomasa.

Lo que genera discrepancias es el modelo , pues se puede apostar por el autoconsumo y la producción distribuida, lo que supone pequeñas instalaciones para abastecer a empresas o población que se encuentran cercanas a donde se produce la energía  que además se obtiene con medios propios y sus  beneficios son distribuidos. O se puede apostar por grandes centrales que luego trasladen su producción para cubrir la demanda, mayoritariamente de grandes ciudades y macropolígonos industriales, generando los beneficios para las grandes empresas y los realizadores de proyectos vendidos al mejor postor. Además estas centrales, llamadas comúnmente  parques siempre se instalan en espacios amplios y poco habitados, pues se necesita mucho terreno y no muy caro.

Estos espacios poco habitados suelen coincidir con lugares ricos en biodiversidad y  por eso mismo muchos han sido declarados como lugares de interés para su conservación. Colocar en estos espacios grandes proyectos industriales impacta negativamente de manera muy significativa  en la biodiversidad que pretendemos conservar y, por tanto,  esta transición no sólo no es justa, sino que es perversa, pues afecta a los seres vivos más sensibles y redunda en una pérdida que tiene repercusiones en toda la cadena ecológica. Si por salvar el planeta del calentamiento lo sometemos a una pérdida de riqueza paisajística, vegetal y animal, estaremos vistiendo un santo para desvestir a otro y posiblemente afectando más al más débil, con lo que la injusticia se acrecienta.

Transición, por supuesto que sí, y justa para todos y no para el beneficio de unos pocos y el desastre de la mayoría.

Javier Oquendo
Colectivo Sollavientos

martes, 25 de febrero de 2020

EL HARAKIRI DE LOS MÁS GUAPOS







Once municipios de las comarcas del Maestrazgo y Gúdar-Javalambre forman la Asociación Viento Alto. Se han constituido para acoger el despliegue de parques eólicos en su territorio como instrumento para fomentar las actividades económicas y el empleo, y contribuir a la suficiencia económica de los ayuntamientos.
Casualmente, tres de esos municipios, Cantavieja, Mirambel y Puertomingalvo, figuran entre los siete pueblos turolenses pertenecientes a la red de los Pueblos más Bonitos de España. Destacan los tres tanto por sus conjuntos urbanos medievales como por la personalidad de su paisaje. La reciedumbre del relieve que los envuelve no hace sino servir de marco que contextualiza geográfica, histórica y estéticamente la singularidad y el encanto de sus conjuntos urbanos, de sus masías y sus ermitas. La arquitectura de piedra seca se mimetiza con la textura del paisaje geológico, a lo largo de kilómetros de muros que prolongan la apariencia de los propios estratos. Todo suma, en definitiva, en este armonioso equilibrio horizontal entre paisaje natural y paisaje humano secular.
La pertenencia y el compromiso de Cantavieja, Mirambel y Puertomingalvo con la filosofía de la red de los Pueblos más Bonitos de España es coherente con los objetivos del Parque Cultural del Maestrazgo: proteger su paisaje natural y agrario tradicional; fomentar la conservación y difusión de su patrimonio histórico, arquitectónico y cultural; consolidar y realzar el encanto de sus pueblos a fin de potenciarlos como destino turístico o como lugar de segunda residencia; apoyar la producción de bienes y servicios de calidad basada en recursos endógenos.
Desgraciadamente, el ingreso de Cantavieja, Mirambel y Puertomingalvo en la red de los Pueblos más Bonitos de España, que para muchos turolenses supuso una alegría y un motivo más para acrecentar nuestra autoestima, se convierte ahora en una triste ironía. Nuevos proyectos empresariales pretenden castigar el entorno de algunos de esos pueblos con el impacto de decenas de parques eólicos, de centenares de aerogeneradores de última generación con 200 metros de altura cada uno (casi 2/3 de lo que mide la chimenea de la central térmica de Andorra). Cuando se hacen públicos los proyectos leemos en los correspondientes estudios ambientales que “no se prevé que ninguno de los parques eólicos proyectados vayan a afectar a ningún Bien de Interés Cultural. Tampoco se considera que los visitantes de estos lugares vean alterada la contemplación de dichos Bienes por la presencia de los parques eólicos…”, para concluir que el impacto sobre el patrimonio cultural de la zona es “compatible”. La impertinencia de tal valoración se demuestra por sí misma si imaginamos un casco urbano amurallado de origen medieval y exquisitamente conservado, como es el de Mirambel, con un fondo de escena formado por vertientes abancaladas y boscosas coronadas por una decena de aerogeneradores de 200 m de altura.
Alguno de esos proyectos empresariales viene apoyado y bendecido por la Asociación Viento Alto. Argumentan que su implantación creará puestos de trabajo y frenará la despoblación. No dicen, sin embargo, lo que perderemos. No hablo de lo que perderán los turistas en términos de placer estético. Al fin y al cabo, ellos vendrán y luego se irán. Hablo de lo que perderán los empresarios turísticos que con esfuerzo han levantado un negocio en una comarca con encanto y ahora se encuentran con esto. Hablo de lo que perderemos personas de fuera que hemos comprado una casa en un pueblo singular, bonito, tranquilo, con historia, que hemos invertido dinero en su rehabilitación y pasamos tiempo en ella haciendo uso de los comercios y servicios de la zona.
No se puede sorber y soplar al mismo tiempo. Si los pueblos más guapos de España no tienen conciencia de lo que les hace bellos, si creen que todo vale, pueden convertirse en los últimos samuráis: nobles y dignos, eso sí, pero atravesados por un aspa metálica y brillante que se mueve de izquierda a derecha, y luego de abajo arriba.  

José Luis Simón
Colectivo Sollavientos