sábado, 20 de noviembre de 2021

ESCUELA NATURAL DE PITARQUE ("ESTE ES NUESTRO PROYECTO")

 

Los chicos de la escuela en 1947

“Hacer de cada día una ocasión para que los escolares descubran el mundo –el próximo y el lejano- y para que se conozcan mejor”: es un lema que activa el papel pedagógico de Alberto Toro Villarroya (A T más adelante), nacido en Teruel capital en 1980, que en estos primeros días del final del verano del 21 inicia su decimocuarto curso consecutivo en esta localidad ubicada en un entorno insuperable (Maestrazgo 100%). Antes le cerraron las escuelas de Cutanda y de Cabra de Mora al perder alumnado y no alcanzar el mínimo.

Entrada

Si la innovación educativa está en el ADN de la escuela rural aragonesa, lo está a la enésima potencia en el de Alberto. Podría dedicarse un amplio artículo a tirarle flores profesionales: un auténtico servidor público; un Leonardo de la educación; un tipo entrañable, tierno, repartidor de abrazos, y, además, guapo.

Pero mejor contar cómo funciona su escuela, qué presupuestos la dinamizan. Tras el récord de 9 alumnos, de 1º de infantil a 2º de ESO hace unos años, en el  curso actual acuden a esta escuela, que forma parte del Centro Rural Agrupado Maestrazgo, 4 felices y encantadores alumnos: Eloy, nacido en el pueblo, e Ismael, su hermano Achraf, y Youssef, nacidos en Alcañiz;  los dos primeros adscritos a 6º de primaria y los dos restantes a 4º y 3º respectivamente. La escuela dispone de especialistas itinerantes en Audición y Lenguaje, Pedagogía Terapéutica, Inglés y Música. Bien, en este sentido por el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón en manos de la coalición progresista, que permite un mínimo de tres alumnos para mantener abiertas las escuelas de los pueblos más pequeños (para el PP habían de ser 6). Aunque el tutor piensa que las instituciones deberían implicarse más en el cambio de paradigma educativo, que sobra “etiqueta” y faltan alicientes “intrínsecos”  frente a los “extrínsecos” para el profesorado. Hace falta introducir a las familias en lo que es la comunidad educativa: “La escuela es de todos”; “educa la tribu”, afirma.

El calcero se queda fuera

El maestro

“Ser maestro de Pitarque me ha marcado para toda mi vida, será una  experiencia irrepetible, un laboratorio de lo que consiste ser maestro, sin límite vital, una búsqueda de nuevas fórmulas, una reconexión conmigo mismo y con el entorno natural y social, una forma diferente de ver la educación”, añade Alberto. Cree que su vocación de brinda ayuda a los demás la ha recibido de las personas de las que  ha tenido influencias positivas a lo largo de su vida, en línea con lo que sostiene la Neurociencia (también nos marcan las influencias negativas).

Un curso on line de la Universidad de Harvard, le proporcionó más argumentos para su día a día escolar en relación con el aprendizaje visible, las inteligencias múltiples, las ocho fuerzas culturales del aula (expectativas, oportunidades, tiempo, modelaje, lenguaje, ambiente, interacciones y rutinas) y la ciencia para la comprensión presidida por un enfoque constructivista.

Alberto disfruta de todo en el ejercicio de su profesión-vocación-afición, especialmente de ver el crecimiento personal y grupal  y de afirmación de la identidad de sus alumnos en dirección opuesta a la alienación.

En el momento de citar lo que aún le hace falta, duda y responde: “quizá más cooperación de las administraciones, del mismo Centro Rural, en el sentido de enfocar las pedagogías en la persona y la diversidad, en el apoyo y ayuda en la realización de las personas escolarizadas”.

La relación con el alumnado es muy cercana, creando vínculos, partiendo de sus potencialidades, usando solo refuerzos positivos. Se realizan los perfiles de inteligencias múltiples: dónde están los talentos y dónde esas áreas menos estimuladas o descubiertas. Se tienden puentes entre lo que se le da a un alumno y lo que le cuesta más. Eloy, por ejemplo, está dotado de una buena inteligencia espacial y lógico matemática, pero le cuesta escribir; cuando construye algo, es necesario que verbalice el proceso. El apoyo mutuo es otro de los puntales de la actividad.

El entorno de Pitarque es “parte de la clase”, es el patio de la escuela, un medio en el cual explorar. El grupo baja al río cuando vienen los ambientólogos de Biología de la Universidad de València. Plantan árboles. Atrapan invertebrados. Con José Manuel Navia pasaron una jornada completa (este fotógrafo filósofo, visitó la escuela con su proyecto “Alma Tierra”, que en colaboración con  los textos de Julio Llamazares, recupera la memoria y da voz a la gente del medio rural poco poblado).

Son objetivos educativos planteados en la Escuela Natural de Pitarque (dejó de ser Nacional) : que todos los chicos y chicas tengan las mismas posibilidades que en cualquier otro sitio, que crezcan bajo sus identidades, que crezcan como personas, que conozcan todo su entorno, todo su pueblo, que lo amen, que se puedan formar en otros sitios sobre otras cosas que puedan revertir en el pueblo; que sepan leer entre líneas, mirar con empatía, que tengan autonomía en la toma de decisiones, que puedan experimentar y  equivocarse (a partir del error se puede hacer metacognición (capacidad de regular los procesos de aprendizaje: recabar, evaluar y producir información) y reconducir la actitud y el aprendizaje con apoyo del feedback (retroalimentación). Aprender a través del juego,  jugar (interés fundamental de la infancia); “que hagan confluir el pensamiento estético con el pensamiento científico para poder deducir la ética propia”.

La escuela de Pitarque se ha convertido en una sucursal de la famosa Escuela de Reggio Emilia, provista de las herramientas actuales (movimiento comunitario, diferente concepción de la infancia, identidad de escuela, valores, relaciones, personas, espacios, sensaciones, lenguajes, autoaprendizaje…, que propugna que la educación debe liberar la energía y las capacidades de la infancia, así como promover el desarrollo armónico de los niños y niñas en todas las áreas: comunicativa, social, afectiva, y un pensamiento crítico y científico.  El espíritu de L. Malaguzzi inspira el ambiente escolar, así como el del gran Gianni Rodari y su “Gramática de la Fantasía” (manual de creación literaria), a partir de cuyas propuestas confeccionan libros y porfolios.

 En dos ocasiones, A T viajó a Reggio Emilia a hacer dos cursos de formación a sus escuelas, sobre el enfoque Reggio Children o Reggio Aproach. Fueron dos semanas en diferentes meses.

Las teorías de J. Bruner sobre el (auto)aprendizaje constructivista, conocida como aprendizaje por descubrimiento (elaboración de nuevos conocimientos a partir de la base de enseñanzas anteriores) también se llevan a la práctica en le Escuela de Pitarque. Y se tienen en cuenta los postulados teóricos de la psicología del desarrollo de Lev Vygotsky, uno de los precursores de la neuropsicología.

Ha habido una acogida magnífica del maestro por parte del pueblo. Todo lo que se hace se explica a los padres. Pueden llamarle por el móvil en cualquier momento. Se parte de experiencias probadas. Se lleva a cabo un cambio de paradigma contra el marco industrial que se creó en 1650 “y seguimos con él”, que preconiza un filtro social: “tú vales, tú no vales”. “Todo ser humano vale y mucho”, “tenemos un potencial infinito”, “no  a corsés o etiquetaciones”, replica Alberto.

Los medios de que dispone esta escuela para alcanzar sus objetivos son, en primer lugar, humanos: familia, gente del pueblo, gente externa con la que se contacta; “el mismo entorno que te da todo lo que necesitas, y medios tecnológicos virtuales para poder conectarnos con otras aulas y reforzar la socialización del alumnado. Los viajes, con el coche propio”.

“Sobre el futuro de mis alumnos: espero que sean autónomos moral, cognitivamente y socialmente, y responsables, que elijan los caminos de lo que les apasiona –como él-, porque es donde más tiempo van a emplear y van a ser más felices y van a hacer más felices a quienes tengan alrededor” –no duda el maestro-, que hayan alcanzado hábitos de la mente, inteligencia emocional, que tengan estímulos y sus propias herramientas para materializar sus proyectos”.

Al tutor no le asusta la extinción de la vida humana. Al margen de los libros de texto “(o detesto los libros), el medio natural te hace más humano, hay que concienciar sobre el uso que hacemos de él”.

Alberto Toro sigue la pista del antiguo alumnado, le llaman para buscar soluciones. Aplican en sus situaciones actuales el bagaje recibido en la escuela de Pitarque. Son personas respetuosas, autónomas, que miran por los demás…

Los alumnos actuales son empáticos y atentos con las personas mayores que los visitan. Porque la E. N. de Pitarque se puede visitar con la garantía de recibir una magnífica acogida.

Con la maestra  Marta Arguis Molina llevaron a cabo el proyecto educativo Aprendemos a ser haciendo nuestro saber con el apartado Somos escritores, editores e ilustradores, con muchos tipos de textos  a través de los cuales y un corto, (“alguna destreza de pensamiento, como una toma de decisiones en el nudo de la historia, a ver que pasaría, investigamos y ya lo pueden relatar en distintos formatos, distintas formas de narrar”) se trabajan los valores y los derechos humanos.

Producción bibliográfica

Producción plástica

Se apoyan en lecturas y audiciones del Quijote. A T añade: “Vamos disfrutando de las lecturas” de literatura infantil, obteniendo de ellas ideas creativas.

Del ilustrador  taiwanés Jimmy Liao conocen su destacada obra y a través de sus propias ilustraciones, elaboradas como forma de expresión, y textos los chicos trabajan la inteligencia emocional: Mi rincón del mundo  “¿cuál eliges tú?” “El patio” “y todo el mundo escribe cuál sería su patio ideal (su horario, su pueblo, su habitación)”.

Peñarrubia al fondo

La Escuela Natural de Pitarque, con espaciosas planta baja y superior correspondientes a las antiguas aulas de chicas y de chicos, con la majestuosa Peñarrubia de fondo sur (A T no pierde la ocasión de escalarla), imparte una enseñanza para la comprensión, tiene un huerto propio y un jardín con plantas aromáticas. Su aspecto interior es el de un museo que acoge el arte contemporáneo de las personas que la viven. De su techo penden las mil grullas de la paz de papiroflexia de la tradición japonesa y sus paredes muestran bellos mensajes y colores. Música ambiental selecta halaga los oídos. Honra a Francesco Tonucci. Es una escuela abierta. Un buen día fue visitada por el filósofo Robert Swartz, de la Universidad de Massachusetts, creador de la metodología ‘Aprendizaje basado en el pensamiento activo' (Thinking Based Learning) que sustituye al aprendizaje exclusivamente memorístico. 

Un rincón

Se trata de una escuela dotada de una gran riqueza: en amor y en estímulos positivos.

¡Larga vida a la Escuela Natural de Pitarque!

Grafiti

Gonzalo Tena Gómez, Colectivo Sollavientos




jueves, 4 de noviembre de 2021

El gran monopoly de las energías renovables: una transición energética desvertebrada

       El pasado 16 de octubre, más de 180 organizaciones de toda España se manifestaron en Madrid bajo un lema común: “Renovables, sí, pero no así”. Representaban, de forma muy particular, a territorios de la España vaciada que en los últimos años se han visto invadidos por una avalancha de macroproyectos de energía eólica y solar que amenazan con cambiar la fisonomía de su paisaje y sus modos de vida. Algunos de esos proyectos han sido ya ejecutados, otros están aprobados o en construcción, y una miríada de ellos se hallan en evaluación o han sido anunciados por los aparatos de propaganda de grandes compañías eléctricas o de oportunistas grupos empresariales que actúan como simples “desarrolladores”. Estos últimos medran impulsados por lo que podría ser una nueva burbuja financiera, inflada por la coartada de la emergencia climática. Su negocio: redactar proyectos, conseguir permisos… y venderlos al mejor postor (en algunos casos, fondos de inversión domiciliados en lejanos países).

      Casi nadie cuestiona ya dos realidades a las que nuestra sociedad y habrá de afrontar, sin remisión, en las próximas décadas: el cambio climático y la progresiva escasez de los combustibles fósiles baratos. Ambas son consecuencia del actual modelo de vida auspiciado por el sistema capitalista y su errónea creencia en la infinitud de los recursos del planeta. Y ambas patologías requieren un tratamiento común: ahorro y eficiencia energética, por un lado, y fuentes de energía renovables, por otro.

      Una sociedad responsable y vertebrada, dada la envergadura del reto al que se enfrenta, debería activar todo su conocimiento y sus mecanismos de decisión para diseñar y aplicar la mejor terapia. Ello requeriría un armazón legislativo y una planificación estratégica a nivel estatal, que realmente impulsaran una transición energética cabal, justa y ecológica. Sería necesario, antes que nada, eliminar el consumo superfluo (en el que tenemos aún un amplio margen de mejora) e incrementar la eficiencia energética de todas las tecnologías que utilizamos. A continuación, evaluar con rigor nuestras necesidades eléctricas presentes y futuras, y acotar el número de nuevos megavatios instalados que habrían de satisfacerlas, con especial atención a las fuentes renovables. Después, elegir con criterios científicos, técnicos, económicos y sociales los mejores emplazamientos para esas nuevas instalaciones, minimizando los impactos en el paisaje y la biodiversidad, y contando siempre con el consenso de los habitantes de los territorios concernidos. Finalmente, tramitar y ejecutar los proyectos individuales a medida que sean necesarios, adjudicándolos mediante mecanismos racionales y transparentes.

      Todo ese proceso habría de desplegarse a escala estatal, puesto que la logística energética opera principalmente ese nivel. Las grandes autopistas eléctricas atraviesan provincias y comunidades autónomas. Centros de consumo como Madrid o Cataluña van a requerir con seguridad la energía producida en otros lugares de nuestro país, incluso en el caso de que el autoconsumo y la generación distribuida cobraran fuerza y se convirtieran en un modo común de producción. Y ese proceso requeriría inexcusablemente una moratoria en la avalancha irracional y desordenada de proyectos a la que estamos asistiendo.


La palabra moratoria levanta sarpullidos en quienes defienden los intereses económicos de unos pocos por encima del  bien común,  sólo comparables a los que levantaría una hipotética reedición de   los planes quinquenales soviéticos. No tendría por qué: la moratoria podría tal vez limitarse a un par de años, durante los cuales el Estado en su totalidad podría hacer realidad la planificación estratégica. Ese plazo no debería preocupar a quienes buscan el beneficio empresarial, legítimo, derivado de la producción de bienes o servicios esenciales para la sociedad. De hecho, las grandes compañías energéticas están acostumbradas a planificar sus inversiones con una perspectiva de décadas. Pero seguramente es demasiado tiempo para quienes buscan el beneficio inmediato en la mar revuelta de la especulación (“desarrolladores”, fondos de inversión). Y, a tenor de lo que estamos viendo, parecería que estos últimos son los que están dirigiendo la agenda estatal para la transición energética.
      
      Según argumentan las personas afectadas por el sarpullido, la alternativa realista y deseable a una planificación centralizada es dejar la producción eléctrica a la iniciativa y los mecanismos del mercado. Podría ser ésta una postura respetable, si no fuese  porque en este sector hace tiempo que los mecanismos del mercado se hallan fuertemente distorsionados: carácter oligopólico, normativa contra el autoconsumo, puertas giratorias, fórmulas de fijación de precios… Y si no fuese porque, en la práctica, las supuestas leyes de mercado por las que se rige el desarrollo de las energías renovables en España sólo son las reglas de un gigantesco monopoly

      Esbocemos esas reglas del juego. Regla primera: las energías renovables sirven para sustituir a los combustibles fósiles sin que nuestro ritmo de consumo se resienta; moderación y ahorro son anatema. Regla segunda: el despliegue de proyectos eólicos y solares se produce al ritmo de subastas estatales de megavatios, claramente sobredimensionadas para las necesidades reales de nuestro país, y en las cuales las grandes compañías tratan de posicionarse en el conjunto del mercado. Regla tercera: cualquier compañía legalmente constituida (con un capital social de 3000 euros y sin necesidad de experiencia previa) puede elaborar y someter a aprobación proyectos concretos derivados del resultado de dicha subasta; los grupos empresariales mueven así sus peones para “marcar territorio”, mirando de reojo a otros que consideran potenciales competidores. Regla cuarta: cualquier resquicio legal es susceptible de ser aprovechado para hacer valer los intereses privados más allá de la lógica y el espíritu de la norma; si los proyectos de 50 Mw o más han de someterse a aprobación por el gobierno central en lugar de por la comunidad autónoma, y por algún motivo interesa presentarlos a ésta, se diseñan n proyectos contiguos de 49,5 Mw cada uno y se crean n empresas ad hoc para que los encabecen. Regla quinta: el Estudio de Impacto Ambiental nunca debe frenar un proyecto; la ley prescribe que dicho estudio lo encarga y paga la empresa promotora, lo que abre una puerta muy ancha para evaluaciones a la carta que nunca contrariarán al cliente. Regla sexta: la voluntad de los propietarios del terreno no cuenta, y la opinión del conjunto de la población afectada, menos; una legión de comerciales de las compañías visitan y tantean a los agricultores, a los  ayuntamientos, a las comunidades propietarias de montes,  exhibiendo agresivas técnicas de marketing; la amenaza de  expropiación amparada por una hipotética declaración de interés público hace el resto.



El resultado de este sinsentido tiene tintes kafkianos: vecinos enfrentados con vecinos en pequeños pueblos de la España rural; alcalces descontentos que sólo pueden oponerse a esa rocambolesca maquinaria con precarios planes urbanísticos y a riesgo de ser denunciados por prevaricación si no otorgan los permisos que les competen; colectivos civiles sin apenas medios que, para presentar alegaciones, deben leer y discutir el contenido de proyectos que suman a veces decenas de miles de folios. Todo ello, mientras un conglomerado de empresas promotoras, productoras y consumidoras juegan su particular ajedrez en el tablero de la economía nacional, y mientras los directivos de fondos inversores remotos, que no han oído hablar de la España vaciada,  juegan en el tablero del capitalismo global. 

José Luis Simón