martes, 24 de marzo de 2009

Contaminación lumínica


Estamos de enhorabuena. La noticia de que el Pico del Buitre, en Arcos de las Salinas, va a albergar un observatorio astronómico permanente ha puesto a Teruel en el primer plano de la actualidad científica nacional. Será una infraestructura de investigación de primer orden, cuya ubicación requiere unas condiciones de visibilidad del cielo muy especiales que, al parecer, se dan en la Sierra de Javalambre mejor que en ningún otro sitio. Dicho de otro modo, en esta zona tenemos uno de los cielos más limpios de la Península Ibérica, un lujo para los amantes de bucear en la profundidad del universo.
La noticia, de paso, ha traído a colación un problema medioambiental del que nuestra sociedad es aún poco consciente: la contaminación lumínica. Se define ésta como el brillo o resplandor de luz en el cielo nocturno producido por la reflexión y difusión de luz artificial en los gases y en las partículas del aire, debida al el uso de luminarias inadecuadas y/o excesos de iluminación. El mal apantallamiento de la iluminación de exteriores envía la luz de forma directa hacia el cielo en vez de ser utilizada para iluminar el suelo.
La contaminación lumínica es un problema al que se debe prestar atención por varias razones. En primer lugar, presenta consecuencias perjudiciales para la biodiversidad y para el medio ambiente en general, en la medida en que se estén alterando de manera desordenada las condiciones naturales de oscuridad propias de las horas nocturnas, perturbando los hábitos e incluso poniendo en jaque la supervivencia de muchas especies, por ejemplo las aves rapaces nocturnas. En segundo lugar, la contaminación lumínica afecta a la visión del cielo, el cual forma parte del paisaje natural y debe ser protegido, como patrimonio común de todos los ciudadanos y por la necesidad de posibilitar su estudio científico. En tercer lugar, la iluminación racional y eficiente es pilar básico del desarrollo sostenible, porque tiene una incidencia directa e inmediata en el consumo de las fuentes energéticas y posibilita un notable ahorro energético.
La Ley 34/2007, de 15 de noviembre, de calidad del aire y protección de la atmósfera (BOE núm. 275, de 16.11.2007) dedica su disposición adicional cuarta a la contaminación lumínica, estableciendo que “las Administraciones públicas, en el ámbito de sus competencias, promoverán la prevención y reducción de la contaminación lumínica, con la finalidad de conseguir los siguientes objetivos:
a) Promover un uso eficiente del alumbrado exterior, sin menoscabo de la seguridad que debe proporcionar a los peatones, los vehículos y las propiedades.
b) Preservar al máximo posible las condiciones naturales de las horas nocturnas en beneficio de la fauna, la flora y los ecosistemas en general.
c) Prevenir, minimizar y corregir los efectos de la contaminación lumínica en el cielo nocturno, y, en particular en el entorno de los observatorios astronómicos que trabajan dentro del espectro visible.
d) Reducir la intrusión lumínica en zonas distintas a las que se pretende iluminar, principalmente en entornos naturales e interior de edificios
Es por ello que animamos a la administración regional, comarcal y local a tomar cartas en el asunto. El Comité Español de Iluminación y el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), adscrito al Ministerio de Industria, Turismo y Comunicaciones, ha trabajado en la elaboración de una propuesta modelo de Ordenanza municipal, destinada a aquellos Ayuntamientos que quieren regular sus instalaciones de alumbrado exterior, tanto público como privado, para reducir el impacto medioambiental en cuanto a consumo de energía y resplandor luminoso nocturno. Aquellos Ayuntamientos que aprueben en su Pleno una Ordenanza sobre Alumbrado Exterior basada en este modelo podrán acogerse al Programa Europeo GreenLight, según la información que podrán encontrar en la página web http://www.eu-greenlight.org. En la página web del IDAE puede consultarse este documento (www.idae.es). Todas las que se que se encuentran en el entorno del futuro observatorio astronómico deberían acogerse a esta iniciativa.
También podemos recordar iniciativas como el día mundial de la defensa del cielo oscuro, que se celebra el próximo 20 de abril. Otra iniciativa muy interesante es la intención de crear reservas de cielo oscuro, con reconocimiento de la UNESCO. Se trata así de potenciar el turismo astronómico, un tipo de turismo respetuoso con el medio ambiente y no invasivo. Para empezar, se quiere que las reservas de la Biosfera, lugares RAMSAR y Patrimonio de la Humanidad cumplan las exigencias de un cielo no polucionado lumínicamente.

Así que igual estamos de enhorabuena, pero siempre que se hagan los deberes.

Nicolás Ferrer-Bergua Leese

sábado, 14 de marzo de 2009

El temido Medio Ambiente




Son momentos en que por unas causas u otras el medio ambiente se presenta como el impedimento para las actividades productivas, para las lúdicas y según algunos hasta para las vitales.

Ante tal proliferación de comentarios y de demandas para que nos pasemos por alto los impactos sobre el medio de cara a superar la crisis, la incomunicación y el olvido histórico, a uno le surge la duda de si será verdad que esto del medio ambiente nos lo han puesto para fastidiar y si no será una excusa cuando no se quiere hacer algo o cuando se quiere hacer lo contrario.

Pero desde una reflexión seria sobre la realidad de nuestra provincia , la importancia de su medio natural, del medio social y cultural bien conservado; desde una visión profunda de lo que significa el medio ambiente en nuestra calidad de vida; desde una aproximación ecológica a comprender al hombre como un ser integrado en el medio y no dominador del mismo; desde una cosmovisión de la tierra como madre y no como meretriz que explotamos; desde una postura egoísta de quien quiere conservar este magnifico legado para sus descendientes; no me resigno a pensar que el medio ambiente es lo mejor que tenemos y no se puede mermar por intereses a corto plazo, por reivindicaciones pachangueras, o por un malentendido desarrollismo.

Y todo este razonamiento no lleva a la conclusión de que no hay que hacer nada y dejar que las cosas transcurran como hace un siglo, sino que nuestras actuaciones deben respetar los intereses económicos y también los sociales y los ambientales. Hemos de darnos cuenta que tierra sólo tenemos una, que sus recursos son limitados, que su diversidad es fundamental y todo ello redunda en nuestro propio beneficio, mientras que sistemas económicos y de desarrollo por suerte tenemos varios. Hemos de poner nuestros avances y tecnologías al servicio del medio y no al revés.

Al pobre sólo le quedan dos caminos: vender todo lo que tiene a precio bajo y seguir al poco tiempo en condiciones parecidas a las que estaba al poco tiempo; ser creativo e imaginativo y con lo que tiene, buscar nuevos caminos y alternativas para sacarle un rendimiento que le mantenga y que sea duradero. En esta provincia en la que siempre hemos dicho que no tenemos muchas cosas, no podemos hipotecar nuestra gran riqueza que es el medio ambiente, bien conservado gracias a largos periodos de despoblamiento, sino que tenemos que poner a trabajar la imaginación para sacarle el máximo rendimiento desde una escrupulosa conservación del mismo, sin renunciar a nada, pero sin renunciar a su conservación. Y esto es posible.

Como decía el Jefe indio al hombre blanco: “Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos”.


Javier Oquendo

viernes, 6 de marzo de 2009

DE REFORMAS, ARREGLOS Y CHAPUCILLAS




A Manolo

Tal vez estos tiempos de crisis económica, tan cacareados y tan reales, no sean los más adecuados para iniciar una reforma en la casa; aunque, si es necesaria, para quien se la pueda permitir, también contribuirá a paliarla en caso de que se haya de contratar algún obrero, carpintero, fontanero o electricista (o sus femeninos). En todo caso, será preciso el uso de algunos materiales, cuya adquisición igualmente supone contribuir a la causa.

Manos a la obra: vamos a reformar el interior de nuestra vivienda, o cualquier espacio aledaño: garaje, taller, corral…Aquí cada uno se apaña, llevando sus gustos particulares a buen término. Cuando acometamos una reforma de esta guisa, el criterio estético puede ser absolutamente libre. En este caso puede aplicarse el dicho “para gustos, los colores”. El riesgo del resultado es mínimo, se circunscribe a que “impresionemos” a alguna visita en alguna ocasión.

Cuando la obra de mejora da a la calle, éste es otro cantar. En la mayoría de los casos la funcionalidad –la forma se adapta a la finalidad con que se ha proyectado el cambio- es el motor de la reforma iniciada en la vivienda propia. Así pues, es muy frecuente localizar en nuestros antiguos y fríos pueblos cubrimientos, cristaleras y miradores de vidrio y aluminio incrustados en calles y plazas entre portales antiguos, balconadas de madera o rejas de forja. Deben tener sus ventajas, pero, ubicadas en una casa añeja, ofrecen al exterior un aspecto que chirría visualmente.

He aquí otros ejemplos de lo que no debería producirse: una casa de ladrillo cara-vista entre una hilera de casas de fachada encalada; otra de piedra oscura, originaria de otras latitudes, en situación similar cuando en el entorno natural sólo encontramos caliza; un tejado de pizarra en un pueblo del Maestrazgo…Las orondas y cursis balaustradas blancas para rematar las terrazas, constituyen también elementos espurios, que deberían evitarse en el paisaje de nuestros pueblos.

El capítulo de la ornamentación exterior también requiere una llamada al buen gusto y comedimiento. Siempre habremos de conservar los elementos antiguos, ubicados en su contexto arquitectónico rural: inscripciones, lápidas, escudos, herrajes de puertas, cerámica, aleros labrados, etc.

Las reglamentaciones municipales referentes a las construcciones deberían incluir una normativa estética bastante estricta, cuyo espíritu pudiera resumirse más o menos así: “ninguna obra de nueva planta o reforma externa en edificios podrá romper la armonía constructiva de la población, su sabor antiguo; en referencia, tanto a los materiales y su disposición, como a las tonalidades, la volumetría y las alturas”

Ante la ausencia de “asesores estéticos” para aconsejarnos en las reformas de las casas de nuestros pueblos (¿para cuando la tipificación de esta nueva profesión como existe la de interioristas?) y la de la generalización de la educación para el buen gusto, asunto que parece lejano, habrá que extender la reflexión pública al respecto, con el fin de ir superando algunas actitudes. Y, de vez en cuando, una visita a algún pueblo bien conservado del Maestrazgo, a ver cómo se lo han montado en lo que se refiere al tema en cuestión.

Gonzalo Tena Gómez