jueves, 14 de agosto de 2008

ASPAS EN EL PAISAJE TUROLENSE




En 1972 se celebra en Estocolmo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre medio ambiente. Esta iniciativa pone de manifiesto los primeros indicios de la preocupación occidental por la conservación del entorno y germen del Primer Programa de la Comunidad Europea de acción en materia de medio ambiente (1973-1976).
En 1987 la señora Brundtlant presenta su informe “Nuestro futuro común”, y define el tan nombrado desde ese momento desarrollo sostenible como: “El desarrollo que satisface las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente, Conferencia de Río de Janeiro, celebrada en 1992, sentó las bases de conservación de la biodiversidad. Su continuación en el 2002, diez años después, durante las sesiones celebradas en Johannesburgo, concluyó en la necesidad de relacionar la conservación del medio ambiente con el modelo de desarrollo y la distribución de los recursos .
Durante este periodo de finales del siglo XX el territorio turolense ha pasado de un modelo rural, en el que apenas hacía unas décadas la leña era todavía el motor energético de esa sociedad, a entrar en la modernidad con la apuesta por las energías renovables, frente a la crisis energética y ambiental.
Al contrario que otros lugares donde la presión de la población originó cambios en la estructura del territorio, Teruel cuenta con la ventaja de haber permanecido casi en hibernación durante el periodo de la industrialización de España. Una situación privilegiada para afrontar los riesgos del nuevo mílenio; valorar criterios de bienestar social actualizados donde el medio ambiente ocupe un lugar primordial. Cuando hoy el mundo no solo se enfrenta a una crisis económica, sino al reto de superar una gran crisis de su entorno –cambio climático, contaminación de aguas y suelos, erosión, pérdida de bosques…-, con un compromiso por conservar la biodiversidad, y la reflexión de sosiego en los objetivos de crecer, este territorio ofrece la oportunidad de experimentar en nuevas formas que deben partir de hábitos de la población y del compromiso con la valoración del territorio y de una nueva forma de entender la calidad de vida.
El paisaje va a significar un papel prioritario no solo en los servicios que los ecosistemas ofrecen, también como recurso de cara al sector turístico emergente. Su conservación no solo se ciñe a la capacidad de seguir modelándolo, sino también al hecho de definir cómo lo queremos teniendo en cuenta factores importantes, que repercuten en él, como son la pérdida de ciertas actividades y la revitalización de nuevos usos.
Considerando el papel que las lomas altas de Teruel, coronadas por aerogeneradores de electricidad, van a desempeñar en el desarrollo de energía alternativas, no debemos dejar de lado que la necesidad de su uso no nos ha de alejar de nuestro compromiso de minimizar al máximo su impacto paisajístico y la barrera infranqueable que supone para la avifauna, teniendo en cuenta los datos de mortandad que afectan a especies protegidas. No olvidemos que estas tierras ya han sufrido la experiencia de lo que supuso utilizar la madera o el carbón como motor energético, y la consiguiente deforestación.
El olvido en que ha quedado muchos de los rincones de estas comarcas del sur de Aragón, no debe hacernos pensar que esta tierra esta abandonada, para potenciar sin medidas correctoras actividades con un impacto ambiental. Ya sabemos que generan ingresos económicos, y por ello deben buscarse medidas para que estos se canalicen hacía el desarrollo local con un compromiso con el medio ambiente. Tampoco deberíamos olvidar que esta forma de producción energética puede ser capaz de lograr una autogestión, con lo que se limitarían líneas de evacuación y surgirían nuevos modelos de vertebración del territorio.



Ángel Marco Barea

martes, 5 de agosto de 2008

El Patrimonio Natural y Cultural






En la ordenación del territorio la sostenibilidad juega un papel indispensable para el desarrollo del Patrimonio Natural ordenado, conforme y respetuoso con el medio ambiente.
Patrimonio es la hacienda que una persona ha heredado de sus ascendientes, según el Diccionario de la Lengua Española (1992), y también es un conjunto de bienes y riquezas que uno tiene. Por lo tanto, desde la perspectiva que aquí utilizamos, es aceptable definir el concepto Patrimonio como el conjunto de bienes y riquezas que la sociedad ha heredado de sus ascendientes.
El Patrimonio es un legado histórico, natural, cultural e inmaterial. El natural está cambiando, los paisajes que hemos heredado se están transformando. Nos gusta disfrutar de la naturaleza: ríos, árboles, campos de labor, el otoño, la recogida de hongos, etc.La escasez de personas que cultivan y cuidan esos campos y el exceso o carencia de animales en determinados lugares está cambiando todo el entorno.
La tierra no puede dar de comer a más animales de los que corresponden por hectárea; de lo contrario, la degradación del terreno y la contaminación se evidencian con mucha mas crudeza.
En las Jornadas de Investigación Científica aplicada al desarrollo Sostenible en zonas de montaña que se celebraron en Asturias, se planteó una propuesta positiva que consiste en respetar el cupo de animales por Ha que dicta la normativa y que puede sostener una superficie de tierra determinada. También se debe apoyar al propietario con subvenciones o salario desde las Instituciones Públicas, como un funcionario con cargo público. Esta propuesta no resta eficacia a la labor que están ejerciendo los retenes ante los inminentes incendios en verano; está claro que el monte cada vez hay más maleza y arbustos y el peligro de incendios cada año es mayor, con independencia de que la lluvias son cada vez más escasas.
En Teruel, las riberas de los ríos, entre ellos el Guadalope, están encauzadas entre chopos cabeceros (Populus Nigra). Estos árboles necesitan unos cuidados de poda que los propietarios no están dispuestos a costear porque es más cara la mano de obra para podar y recoger que el valor de la madera. Estas arboledas ofrecen el hábitat adecuado a una amplia comunidad biológica, lo que hace que se incremente su valor ecológico. Es un patrimonio natural que se está perdiendo lentamente.
Otro patrimonio casi olvidado son las vías pecuarias, que se están perdiendo debido al vallado de las fincas y al desconocimiento de los nuevos propietarios que no tienen ningún arraigo con el territorio. Son bienes de dominio público de las Comunidades Autónomas y, en consecuencia, inalienables, imprescindibles e inembargables. Las vías pecuarias son las rutas o itinerarios por donde discurre o ha venido discurriendo tradicionalmente el tránsito ganadero. Las vías pecuarias podrían ser destinadas a otros usos compatibles y complementarios en términos acordes con su naturaleza y sus fines, dando prioridad al tránsito ganadero y otros usos rurales, e inspirándose en el desarrollo sostenible y el respeto al medio ambiente, al paisaje y al patrimonio natural y cultural.

Julia Escorihuela