domingo, 25 de marzo de 2012

TERUEL POR SI MISMO (X)

























LA OJINEGRA. KILÓMETRO CERO


Olga Estrada Clavería*








Belén siempre habla con entusiasmo de su “pequeño-gran proyecto”, de su casa rural, “La Ojinegra”, con nueve años de andadura, y del restaurante ecológico inaugurado recientemente, “El Morral de la Ojinegra”, en Alloza. Tras ellos, un sueño compartido con Xavi, su compañero de vida y trabajo, y ahora también con sus pequeños Blas y Yoel. Un sueño de vida rural que promueve la calidad humana, territorial y ambiental en todas las facetas que un proyecto de turismo rural puede contemplar.


Sus siempre frescas y novedosas propuestas parten de un serio y profundo compromiso con “la Madre Tierra”, global, pero también local, cercana y amigable, concepto que trasmiten día a día a todos los que van formando parte de esta ya gran familia.


Todas las actuaciones que han ido realizando, desde la restauración de la casa, respetando la arquitectura y los materiales tradicionales; las medidas bioclimáticas adoptadas; los productos ecológicos que conforman sus menús, obtenidos en un alto porcentaje de la zona, hasta los talleres y rutas que ofrecen a las personas que se alojan, contribuyen a generar respuestas en el entorno social y rural.


Cuentan con el honor de ser la primera casa de turismo rural de la Comarca Andorra-Sierra de Arcos, además de ser pioneros en la adaptación a la normativa europea de casas rurales y de restauración. Son el primer restaurante ecológico de la provincia de Teruel, al que además se le ha otorgado el distintivo “Restaurante Km 0” de Slow Food**, segundo de Aragón con esta categoría. El 15 de diciembre de 2011 Belén recibía el premio de la III Edición “Mujeres por la Cooperación Empresarial”, promovido por la Cámara de Comercio de Teruel y el Instituto de la Mujer, que avala su forma de trabajo en la creación de redes con empresas familiares regentadas por mujeres.


Su compromiso no se ciñe exclusivamente a su empresa. Belén y Xavi participan en todas las propuestas culturales y festivas, siempre con materiales y productos generados de una manera sostenible y basados en nuevos modelos de producción. Generan redes locales y se han convertido en referentes y pioneros, personas a quienes preguntar cuando se trata de trabajar desde la sostenibilidad.


Degustar una cocina con productos ecológicos de primera calidad, algunos procedentes del Comercio Justo, cocinados a fuego lento en cocina y horno de leña, con recetas singulares y tradicionales y en una acogedora estancia, acaban convirtiéndose en un lujo que, además, está al alcance de la gran mayoría.


Tras el paso por su hogar, al menos te plantearás si la elección de tus menús diarios promueve algún cambio en el entorno más próximo y en la salud humana y ambiental.


El futuro, nuestro futuro, el de Teruel, el de los pueblos despoblados, quizá solo sea posible desde pequeños proyectos, a escala humana, cercanos al desarrollo de un trabajo entusiasta, de calidad, que parta del compromiso con el medio natural, cultural y humano, y genere una calidad de vida capaz de asentar y atraer población. Para ello, es necesario generar una nueva cultura alejada de propuestas exógenas y a menudo faraónicas, y una renovada mirada a la cultura tradicional, así como un mayor apoyo administrativo e institucional a estas iniciativas.





* Colectivo Sollavientos.



** Slow Food es una asociación fundada en 1989 en defensa de la calidad alimentaria. El distintivo Km 0 se otorga a restaurantes que adquieren los alimentos a productores del entorno e incluyen producción ecológica en los menús.









domingo, 18 de marzo de 2012

TERUEL POR SI MISMO (IX)




GENERACIÓN EQUAL-TERUEL


Víctor Manuel Guíu Aguilar *



En el año 2002, la entonces oficina de programas europeos de la Diputación puso en marcha un proyecto de cooperación europea llamado Equal-Teruel que tuvo una segunda parte a los tres años. 22 entidades de lo más variopinto firmaron un acuerdo con la DPT para poner en marcha una red de antenas de empleo para que en cada uno de los territorios de la provincia y para cada uno de los grupos de riesgo pudieran asesorar y poner en marcha procesos de inserción (palabra que entonces muchos desconocíamos).


Un artículo no da para mucho, pero sí que puedo decir sin riesgo a equivocarme que aquellos 22 técnicos, para muchos de los cuales fue su primer trabajo de intensidad, formaron una generación irrepetible que, como todas las cosas en esta bendita provincia, se desaprovechó desde el primer momento.


En aquellos años que difícilmente llegaba Internet a todos los rincones de la provincia la DPT, con sus empresas asesoras de confianza (pueden sonreír) siempre de la mano política, impulsó el proyecto como todo lo que hace, sin grandes expectativas. Sólo importaban los números (esos siempre cuadran en los proyectos europeos si uno es listo y maneja las inspecciones con mano izquierda). En aquellos años en los que la DPT era lo mismo que ahora, con un presidente de “control” y una diputada delegada del ramo más que mediocre, la generación Equal, aquellos 22 jóvenes y no tan jóvenes, dimos una lección de cómo se puede funcionar en equipo salvando todas las diferencias políticas y territoriales que entonces ya se imponían. Así pues, sindicatos de uno y otro lado; centros de desarrollo; asociaciones de discapacitados, de inmigrantes… visto lo visto, formaron una red real con encuentros internos, con información que circulaba diariamente sin que los gerentes, políticos y medios se enteraran. Convocaban encuentros (trobadas) de profundización, de confraternización… Donde no había usuarios se encargaban de la gestión de la información, y donde había demasiados usuarios se consultaba al común, se derivaban expedientes a técnicos más preparados (estuvieran donde estuvieran y fueran de la entidad que fueran), etc… Se entendía el proyecto como un todo, sin compartimentaciones ni territorialidades. Y todo ese trabajo en red desembocaba en más intercambios, más proyectos, más proyección para la propia DPT y para las entidades firmantes del acuerdo y, sobre todo, una formación imposible de dar de otro modo a 22 técnicos de toda la provincia.


Ni las entidades que formaban parte del proyecto ni la DPT por supuesto (que llegó a asustarse de no tener el control de todo ese desparrame de actividad) aprovechó ese potencial para gran cosa. La mediocridad de algunos y la corrección política de otros hizo que el proyecto fuera bueno, pero que no diera un impulso a esa nueva metodología en red que todos desconocíamos y que hicimos real con ordenadores del “pleistoceno” y redes telefónicas que iban a una velocidad más de 20 veces menor que las de algunos ordenadores y redes de hoy en día.


La lección principal es que se pueden estructurar organismos interterritoriales, interrelacionados y con una buena efectividad desde la propia lógica y sentido común del técnico, trabajador o funcionario de turno. No es menester estar siempre a expensas de las cúpulas y jerarquías, sean estas civiles o políticas.


Actualmente muchos de los que formaron aquella generación tienen puestos de gran responsabilidad en el ámbito político, social, funcionarial, cultural… Otros subsisten como pueden y recuerdan aquellos años con una sonrisa y con gratitud. Muchos viven y pacen fuera de su tierra. Los responsables políticos han ido cambiando de sillón pero conservan el culo caliente.


La Generación Equal funcionó gracias al esfuerzo y a la puesta en práctica real de la red como método y de la información y la transparencia técnica como meta. Yo fui uno de ellos.




* Colectivo Sollavientos

sábado, 10 de marzo de 2012

TERUEL POR SI MISMO (VIII)














Ternera del Maestrazgo


Javier Oquendo *





La economía de los territorios rurales ha sufrido una fuerte transformación en los últimos 50 años. Se ha pasado de una sociedad totalmente agraria a una sociedad mixta en la que, además de la agricultura y la ganadería, que siguen siendo un pilar fundamental, la economía se ha diversificado hacia el sector terciario y hacia la transformación de los propios productos agroalimentarios.


Hay una frase que puede marcar el camino a seguir en el desarrollo de los territorios rurales: “productos de calidad en territorios de calidad”.


La calidad del espacio rural de la comarca del Maestrazgo esta bien fundamentada, pues más del 50% de su territorio está incluido en la Red Natura 2000. Tiene además rincones de excepcional belleza y con un estado de conservación muy bueno, que bien merecerían la creación de un Parque Natural para que estos valores se conserven y se potencien, evitando actividades que puedan llevar a su degradación y aportando un valor añadido a todas sus actividades.


Una buena puesta en práctica de este marco teórico es la que está llevando a cabo la marca Ternera del Maestrazgo. Es indudable que la alimentación del ganado vacuno que pasta en el Maestrazgo es de calidad, pues lo hace en pastos de alta montaña, con bajos niveles de actividad humana y de contaminación. Las vacas estas sueltas por el campo y pueden elegir los mejores pastos en cada momento, así como moverse en libertad dentro de la finca, que suele ser extensa.. Esto se va a notar en la calidad de sus crías y de su carne.


Motivados por estas ideas y por la baja productividad que obtenían de su ganado, algunos ganaderos de la zona se han asociado para distinguir su producto y ofrecerlo directamente a sus consumidores. Se cierra así el ciclo desde la crianza hasta el consumo, apostando no por la cantidad sino por loa calidad, y apostando también por un consumo de proximidad y de relación directa con el consumidor.


Para conseguirlo han tenido que salvar algunas dificultades legales, como es la normativa que llevó a cerrar los mataderos de la zona. Ésta obligó a transportar el ganado a mataderos lejanos, para volver a ofrecerlo a los clientes cerca de donde se ha criado, con la incongruencia que esto supone y los costes añadidos. Salvaguardando las medidas sanitarias, se podrían facilitar más las cosas, como lo demuestran otras normativas de países europeos.


Salvados los inconvenientes, es una buena práctica y un ejemplo de sostenibilidad que un producto de calidad como es la ternera que se cría en los montes del Maestrazgo sea matada por los propios ganaderos, en instalaciones autorizas y con todas las medidas sanitarias, por supuesto, envasada por ellos y distribuida entre los clientes que la solicitan.


Es un referente de cómo se puede apostar por producir con calidad, por un consumo de proximidad y por un mantenimiento de la actividad reteniendo el valor añadido del producto y no dejándolo en manos de marcados que especulan.




* Colectivo Sollavientos








domingo, 4 de marzo de 2012

TERUEL POR SI MISMO (VII)













Hostelería y productos agroalimentarios locales: una sinergia necesaria


José Luis Simón *





En un artículo reciente en este mismo periódico defendía la idea de que los turolenses tenemos un sentido profundo de la sinergia (cooperación, sintonía de esfuerzos), hasta el punto de supeditar a ella casi todo nuestro funcionamiento colectivo. Sugería también que esto no es más que un mecanismo de ahorro de energía: una colectividad que históricamente ha tenido que vivir con recursos escasos evita los forcejeos y amagos inútiles, y pone manos a la obra sólo cuando constata que todos reman en la misma dirección.

Me gustaría aplicar esa reflexión a un aspecto concreto de la vida y la actividad económica de nuestros pueblos: el turismo y la hostelería. Es éste un sector que ha ido creciendo a la vez que disminuía el peso económico de la agricultura y ganadería tradicionales. Quizá por eso son mundos que, en mi opinión, se ignoran más que se refuerzan. Cuando comenzaron a abrirse las primeras casas de turismo rural en nuestro país, su concepto iba unido al disfrute de los productos locales: la señora que regentaba la casa cocinaba para el cliente la verdura de su propio huerto, hacía mermelada casera que servía en el desayuno, y utilizaba aceite de la almazara del pueblo vecino. Hoy día esto es raro de encontrar; lo normal es que las casas rurales sólo ofrezcan alojamiento, y que el cliente se aprovisione en el supermercado del pueblo o en el de su propia ciudad de origen. Otro tanto cabe decir de las pequeñas industrias locales, como son los hornos de pan. Es muy difícil tomar un café con leche en el bar del pueblo acompañado de magdalenas, mantecados o tortas de ese horno que se encuentra a sólo dos calles. Por el contrario, se puede optar entre ‘sobaos’, ‘valencianas’, ‘napolitanas’ y ‘medias lunas’ industriales, ésas que son exactamente iguales en todos los bares de España.

Algunos establecimientos de los pueblos vecinos comercializan los estupendos quesos que se fabrican en Aguilar de Alfambra y Mezquita de Jarque, o las pastas de los hornos de Villarroya de los Pinares o Cantavieja, por ejemplo. El jamón que se sirve en bares y restaurantes de la provincia es en su mayoría de origen local. Añadiendo una dosis de imaginación, los artesanos del queso de Aguilar utilizan en algunas de sus variedades productos tan genuinamente turolenses como el azafrán o la trufa. Son algunos ejemplos que muestran el refuerzo positivo que pueden brindarse entre sí nuestros empresarios agroalimentarios y hosteleros. En una tierra en la que nadie ni nada está de sobra, todo lo que suma es siempre más valioso que lo que resta.

Sin embargo, ¿por qué estas prácticas parecen ser la excepción en lugar de la regla? Juegan en su contra, al menos, dos factores. Por un lado, algunas normas en el ámbito de la sanidad y consumo (manipulación de alimentos frescos y elaborados, condiciones de funcionamiento de los mataderos y salas de despiece…) son extremadamente escrupulosas. Las pocas casas rurales que ofrecen verduras y hortalizas propias están practicando casi actos de heroísmo. Consumir ternasco local en cualquier pueblo del Maestrazgo puede ser complicado: la carne va y vuelve de forma un tanto indiscriminada, excepto cuando los carniceros tienen cerca un matadero autorizado (en este caso, el único posible es el de Mas de las Matas).

Por otro lado está la aparente comodidad que reportan a los hosteleros las redes globales de distribución. El encargado del bar acaba convencido de que es más práctico que el camión de reparto de las palmeras y los sobaos traiga el producto nuevo, asépticamente envasado en dosis individuales, y se lleve el caducado. Es posible que también el panadero (ese que se encuentra a dos calles) haga sus cuentas y encuentre algún inconveniente práctico en comprometerse a servir pastas al bar adaptándose a sus necesidades. A mí, sin embargo, que confieso mi debilidad por las pastas del pueblo, me produce un inmenso placer levantarme en la casa rural El Patio del Maestrazgo y desayunar con torta y magdalenas que Carmen ha traído, recién hechas, del horno de Villarroya.


* Colectivo Sollavientos