miércoles, 29 de enero de 2020

“SE HA DICHO EN ALIAGA” (UNA RECOPILACIÓN DEL HABLA ALIAGUINA)




Ya está escullau, con sus virtudes y sus defectos, impreso, listo; pero aún no distribuido. Paciencia. Ha costado sacarlo a la luz: en la última fase, correcciones, probaturas, errores, retrocesos, desplazamientos, pasos en falso, demoras dilatadas… Y antes, innumerables visitas a los diccionarios, a la bibliografía vía internet y a resolver pegas informáticas. Sin contar las décadas en que ha tenido lugar -libretica en mano- la lenta cosecha de las palabras y expresiones de boca de mis informantes. A ver si puede ser presentado en Aliaga el lejano verano que ha de venir.
Una vez concluido, se me ocurre que el trabajo puede convertirse en un deseado  homenaje a las gentes de Aliaga.
La pretensión es servir un poco de entretenimiento a mis paisanos aliaguenses que tengan la curiosidad de enfrentarse a estas palabras; que las conozcan las personas de la última generación que sientan  curiosidad por la cultura oral de su pueblo. Y a quien le interese el tema del habla de los pueblos de Teruel, pues ahí lo tendrá.                                                                                                             
El corpus de estas muestras del habla de Aliaga constituye en buena parte un catálogo de especies lingüísticas en peligro de extinción: muchas de estas palabras están  condenadas a su desaparición por su conexión a usos y costumbres que ya se perdieron.                                                                      Algunas de las que aún “brillan” en la relación, probablemente ya se apagaron definitivamente en el habla de nuestra gente.
Soy consciente de  que muchas de las palabras y expresiones que he ido recogiendo, ya  estaban recogidas anteriormente, pues figuran en diversas recopilaciones turolenses y, a la postre en el Diccionario Aragonés de Rafael Andolz, o en el Diccionario de Voces Aragonesas de Jerónimo Borao, publicado por primera vez en 1850, pues de esta lengua proceden en buena parte (se presentan con la ortografía normativa aragonesa, distinta de la castellana). Por supuesto que también hay castellanas.

En esta recopilación figuran un total de 3327 palabras, 400 locuciones, 892 frases hechas y 350 refranes y dichos (entre los cuales podría haber alguno de carácter personal o individual, que también tienen su interés). Todo ello más la introducción y otros apartados de rigor ocupan 387 páginas.
El término locución lo he tomado en el sentido de un conjunto fijo de palabras que equivalen a una categoría gramatical (adverbio, adjetivo, preposición interjección o nombre). Así pues, podemos encontrar locuciones adverbiales, adjetivas, preposicionales, interjectivas o nominales. Un ejemplo de locución adverbial de tiempo sería: “a punta de día”, que significa ‘al amanecer’. Una frase hecha, tal como la consideran algunos lingüistas, también es un conjunto fijo de palabras que equivale a una oración gramatical, por lo que contiene un verbo en forma personal (ejemplo: “dar abasto”). El refrán, como ‘dicho agudo y sentencioso de uso común’ es fácilmente identificable. Un dicho supone un concepto elástico que se suele circunscribir a un ‘conjunto de palabras que expresa un concepto cabal’ o ‘una ocurrencia chistosa y oportuna’, etc. Estas definiciones de refrán y dicho están contenidas en el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua.
Las ilustraciones del volumen recogen imágenes de personas, animales, plantas y cosas de Aliaga.
Para quien no lo sepa, añadiré que Aliaga es una villa de la provincia de Teruel, ubicada junto al río Guadalope en su curso alto. Actualmente es administrada por la comarca de Cuencas Mineras, aunque conserva su vocación de hija del Maestrazgo. Su historia es larga: a destacar el haber sido junto a Cantavieja y Castellote –con sendos soberbios castillos- una de las tres bailías de la Orden Militar de San Juan del Hospital desde 1317 hasta 1836, cuando se produce la desamortización de Mendizábal. Tuvo en funcionamiento la más importante y moderna central térmica de España. Es de máximo interés visitar su Parque Geológico, para gozar de su paisaje espectacular y enterarse de cómo se ha formado.
Gonzalo Tena Gómez, Colectivo Sollavientos

martes, 14 de enero de 2020

SALVAGUARDAR EL PAISAJE DEL MAESTRAZGO



 
Sentirlo cuando el cierzo hiela tu cuerpo entre las veredas flanqueadas por muros de piedra seca. Aspirarlo profundamente al jadear  los días cuando el sol del verano quema tu piel y chapoteas en las frías aguas de la poza del arroyo que  desciende desde las muelas encajado entre rocas con pliegues serpenteantes. Impregnarte leyendo los textos  de literatura de aquellos que de él se enamoraron.
Aquí, la naturaleza y la cultura empapan hasta saturarse los sentidos a través de sus valores ambientales, su arquitectura y sus tradiciones. A lo largo de los siglos sus gentes han modelado este espacio. Al aprovechar los recursos para sobrevivir, conformaron este entorno duro para hacerlo habitable y crear en él un tejido social que ha ido llenando el vacío con historias de amor y de dolor. La aspereza y a la vez dulzura de esta tierra se sustentan en su pasado, el nuestro.
Avanzado el siglo XXI, muchos pensábamos tener asumido el compromiso de conservar este territorio. Y ello, a pesar de ver frustradas expectativas de reconocerlo como Reserva de la Biosfera o como Parque Natural. Hubiera sido ésta una forma tanto de garantizar la preservación de sus valores naturales y culturales en el futuro como de obtener ayuda exterior para aquellos que lo habitan. Quienes han decidido quedarse son los verdaderos garantes de actividades imprescindibles para mantenerlo vivo, principalmente esa simbiosis entre la apuesta por un sector primario de productos de calidad -a lo largo de la historia ha sido la ganadería extensiva la que ha sustentado su economía- complementado con establecimientos turísticos para acoger a los visitantes.  Turistas que llegan hasta aquí, muchos de ellos, en busca de su identidad cultural, la que ven difuminarse en su vida cotidiana por el empuje de la globalización urbana.
Nos sorprende la ocurrencia de vender este paisaje por unos euros y por promesas que se llevará el mismo viento que mueva las aspas de los molinos. La energía eólica constituye, sí, una apuesta alternativa que nos llega por la necesidad de descarbonizar nuestra sociedad. Pero estos proyectos adolecen de un compromiso orientado hacia la reducción del consumo y democratización de los modelos de producción y distribución energética. En estos territorios de montaña, impulsarlos supone sacrificar paisaje, biodiversidad y cultura. Grandes poderes empresariales ven la posibilidad de obtener pingües beneficios en una operación que sangra al medio rural para atender la insaciable demanda urbana. Los parques eólicos tienen su papel en la nueva configuración de la producción eléctrica, pero no son aceptables en todos los lugares. Desde luego, no en las sierras turolenses, una frágil conjunción de biodiversidad y cultura amenazada por la implantación de estos complejos industriales.
Durante las últimas décadas del pasado siglo, la campaña “El silencio habla de la muerte del bosque”, que denunciaba la contaminación desde la central térmica de Andorra, se acalló en las tierras turolenses con el canon que la empresa aportaba a las instituciones públicas. Afortunadamente el bosque resistió, aun cuando laderas de enebros y pinar silvestre amarillearon y murieron, hasta que la alta chimenea de Andorra dejó de emitir SO2, gracias a las inversiones en filtros y la sustitución progresiva del lignito rico en azufre de la cuenca minera turolense. Los bosques también se han ido rasgando al extraer piedra seca, que se exporta hacia las urbanizaciones del litoral mediterráneo. Son bosques de utilidad pública y las administraciones encargadas de su gestión deberían afanarse por conservarlos, porque, en su estado actual son productores de oxígeno, captan y almacenan CO2 de la atmósfera y regulan avenidas de agua. Según la gestión que realicemos en ellos, nos proporcionaran agua azul (para beber) o agua verde (necesaria para mantener vivos los ecosistemas); una mala gestión puede originar agua marrón en forma de contaminación, de torrentes que arrastren lodos.  Son declarados de Utilidad Pública por su contribución en servicios ambientales a la sociedad,  que necesitamos y es necesario perpetuar conservando el estado natural de estos bosques.
Nos presentan los nuevos proyectos eólicos pretendiendo hacernos creer que con ellos impulsan un desarrollo rural compensando con unos pocos miles de euros a pequeños ayuntamientos, que agonizan ante la sangría de su despoblación. No es cierto: estos proyectos continúan apostando por un modelo donde la equidad no existe, eternizando un modelo de desigualdad sacrificando los paisajes más valiosos que todavía hoy conservamos.
La amenaza, que hoy sufren las sierras turolenses ante la instalación de complejos parques eólicos en sus cimas, necesita ser respondida por voces que sienten este territorio a través de las profundas raíces que les unen a él, y no por el interés de enriquecerse a su costa

Ángel Marco Barea

Colectivo Sollavientos


lunes, 6 de enero de 2020

NUESTRA SOLIDARIDAD FRENTE AL ACOSO A LAS GENTES DE TERUEL








Desde el Colectivo Sollavientos queremos mostrar nuestra solidaridad con todas las personas y grupos que con motivo de su voto u opción política en la provincia han sido atacados y acosados estos días en la provincia de Teruel. Independientemente de todo aquello que nos una o nos diferencie, consideramos que el derecho a discrepar y criticar, hablar sin cancelar el diálogo, es la forma de construir y abrir sendas aquí y en cualquier parte.
Condenamos y repudiamos todas las iniciativas que pretenden boicotear a las personas y bienes de esta provincia. Es una actitud insensible y virulenta. Apelamos a aquellos que por la irreflexión y la emoción se han dejado llevar por esta iniciativa para que se pongan en la piel de aquellos turolenses que comparten su opción política pero se ven saboteados en sus bienes e insultados en su identidad provincial y local. De la amenaza no nace una comunidad, sino rencor y desencuentro. ¿Es eso a lo que aspiran?

COLECTIVO SOLLAVIENTOS