viernes, 31 de enero de 2020
miércoles, 29 de enero de 2020
“SE HA DICHO EN ALIAGA” (UNA RECOPILACIÓN DEL HABLA ALIAGUINA)
Ya está escullau,
con sus virtudes y sus defectos, impreso, listo; pero aún no distribuido.
Paciencia. Ha costado sacarlo a la luz: en la última fase, correcciones, probaturas,
errores, retrocesos, desplazamientos, pasos en falso, demoras dilatadas… Y
antes, innumerables visitas a los diccionarios, a la bibliografía vía internet
y a resolver pegas informáticas. Sin contar las décadas en que ha tenido lugar -libretica
en mano- la lenta cosecha de las palabras y expresiones de boca de mis
informantes. A ver si puede ser presentado en Aliaga el lejano verano que ha de
venir.
Una vez concluido, se me ocurre que el trabajo puede
convertirse en un deseado homenaje a las
gentes de Aliaga.
La pretensión es servir un poco de entretenimiento
a mis paisanos aliaguenses que tengan la curiosidad de enfrentarse a estas
palabras; que las conozcan las personas de la última generación que
sientan curiosidad por la cultura oral
de su pueblo. Y a quien le interese el tema del habla de los pueblos de Teruel,
pues ahí lo tendrá.
El corpus de estas muestras del habla de Aliaga
constituye en buena parte un catálogo de especies lingüísticas en peligro de
extinción: muchas de estas palabras están
condenadas a su desaparición por su conexión a usos y costumbres que ya
se perdieron. Algunas
de las que aún “brillan” en la relación, probablemente ya se apagaron
definitivamente en el habla de nuestra gente.
Soy consciente de que muchas de las palabras y expresiones que
he ido recogiendo, ya estaban recogidas
anteriormente, pues figuran en diversas recopilaciones turolenses y, a la
postre en el Diccionario Aragonés de Rafael Andolz, o en el Diccionario de Voces Aragonesas de Jerónimo Borao, publicado por primera
vez en 1850, pues de esta lengua proceden en buena parte (se presentan con la
ortografía normativa aragonesa, distinta de la castellana). Por supuesto que
también hay castellanas.
En esta recopilación figuran un total de 3327
palabras, 400 locuciones, 892 frases hechas y 350 refranes y dichos (entre los
cuales podría haber alguno de carácter personal o individual, que también
tienen su interés). Todo ello más la introducción y otros apartados de rigor
ocupan 387 páginas.
El término locución
lo he tomado en el sentido de un conjunto fijo de palabras que equivalen a
una categoría gramatical (adverbio, adjetivo, preposición interjección o
nombre). Así pues, podemos encontrar locuciones adverbiales, adjetivas,
preposicionales, interjectivas o nominales. Un ejemplo de locución adverbial de
tiempo sería: “a punta de día”, que significa ‘al amanecer’. Una frase hecha, tal como la consideran
algunos lingüistas, también es un conjunto fijo de palabras que equivale a una
oración gramatical, por lo que contiene un verbo en forma personal (ejemplo:
“dar abasto”). El refrán, como ‘dicho
agudo y sentencioso de uso común’ es fácilmente identificable. Un dicho supone un concepto elástico que se
suele circunscribir a un ‘conjunto de palabras que expresa un concepto cabal’ o
‘una ocurrencia chistosa y oportuna’, etc. Estas definiciones de refrán y dicho están contenidas en el Diccionario de la Real Academia
Española de la lengua.
Las ilustraciones del volumen recogen imágenes
de personas, animales, plantas y cosas de Aliaga.
Para quien no lo sepa, añadiré que Aliaga es
una villa de la provincia de Teruel, ubicada junto al río Guadalope en su curso
alto. Actualmente es administrada por la comarca de Cuencas Mineras, aunque
conserva su vocación de hija del Maestrazgo. Su historia es larga: a destacar
el haber sido junto a Cantavieja y Castellote –con sendos soberbios castillos-
una de las tres bailías de la Orden Militar de San Juan del Hospital desde 1317
hasta 1836, cuando se produce la desamortización de Mendizábal. Tuvo en
funcionamiento la más importante y moderna central térmica de España. Es de
máximo interés visitar su Parque Geológico, para gozar de su paisaje
espectacular y enterarse de cómo se ha formado.
Gonzalo Tena Gómez, Colectivo Sollavientos
martes, 14 de enero de 2020
SALVAGUARDAR EL PAISAJE DEL MAESTRAZGO
Sentirlo cuando el cierzo hiela tu cuerpo entre las veredas
flanqueadas por muros de piedra seca. Aspirarlo profundamente al jadear los días cuando el sol del verano quema tu
piel y chapoteas en las frías aguas de la poza del arroyo que desciende desde las muelas encajado entre
rocas con pliegues serpenteantes. Impregnarte leyendo los textos de literatura de aquellos que de él se enamoraron.
Aquí, la naturaleza y la cultura empapan hasta saturarse los sentidos
a través de sus valores ambientales, su arquitectura y sus tradiciones. A lo
largo de los siglos sus gentes han modelado este espacio. Al aprovechar los
recursos para sobrevivir, conformaron este entorno duro para hacerlo habitable
y crear en él un tejido social que ha ido llenando el vacío con historias de
amor y de dolor. La aspereza y a la vez dulzura de esta tierra se sustentan en
su pasado, el nuestro.
Avanzado el siglo XXI, muchos pensábamos tener asumido el
compromiso de conservar este territorio. Y ello, a pesar de ver frustradas
expectativas de reconocerlo como Reserva de la Biosfera o como Parque Natural.
Hubiera sido ésta una forma tanto de garantizar la preservación de sus valores
naturales y culturales en el futuro como de obtener ayuda exterior para
aquellos que lo habitan. Quienes han decidido quedarse son los verdaderos
garantes de actividades imprescindibles para mantenerlo vivo, principalmente
esa simbiosis entre la apuesta por un sector primario de productos de calidad
-a lo largo de la historia ha sido la ganadería extensiva la que ha sustentado
su economía- complementado con establecimientos turísticos para acoger a los
visitantes. Turistas que llegan hasta
aquí, muchos de ellos, en busca de su identidad cultural, la que ven difuminarse
en su vida cotidiana por el empuje de la globalización urbana.
Nos sorprende la ocurrencia de vender este paisaje por unos euros
y por promesas que se llevará el mismo viento que mueva las aspas de los
molinos. La energía eólica constituye, sí, una apuesta alternativa que nos
llega por la necesidad de descarbonizar nuestra sociedad. Pero estos proyectos
adolecen de un compromiso orientado hacia la reducción del consumo y
democratización de los modelos de producción y distribución energética. En
estos territorios de montaña, impulsarlos supone sacrificar paisaje,
biodiversidad y cultura. Grandes poderes empresariales ven la posibilidad de
obtener pingües beneficios en una operación que sangra al medio rural para
atender la insaciable demanda urbana. Los parques eólicos tienen su papel en la
nueva configuración de la producción eléctrica, pero no son aceptables en todos
los lugares. Desde luego, no en las sierras turolenses, una frágil conjunción
de biodiversidad y cultura amenazada por la implantación de estos complejos
industriales.
Durante las últimas décadas del pasado siglo, la campaña “El silencio habla de la muerte del bosque”,
que denunciaba la contaminación desde la central térmica de Andorra, se acalló
en las tierras turolenses con el canon que la empresa aportaba a las
instituciones públicas. Afortunadamente el bosque resistió, aun cuando laderas
de enebros y pinar silvestre amarillearon y murieron, hasta que la alta
chimenea de Andorra dejó de emitir SO2, gracias a las inversiones en
filtros y la sustitución progresiva del lignito rico en azufre de la cuenca
minera turolense. Los bosques también se han ido rasgando al extraer piedra
seca, que se exporta hacia las urbanizaciones del litoral mediterráneo. Son
bosques de utilidad pública y las administraciones encargadas de su gestión
deberían afanarse por conservarlos, porque, en su estado actual son productores
de oxígeno, captan y almacenan CO2 de la atmósfera y regulan
avenidas de agua. Según la gestión que realicemos en ellos, nos proporcionaran
agua azul (para beber) o agua verde (necesaria para mantener vivos los
ecosistemas); una mala gestión puede originar agua marrón en forma de
contaminación, de torrentes que arrastren lodos. Son declarados de Utilidad Pública por su
contribución en servicios ambientales a la sociedad, que necesitamos
y es necesario perpetuar conservando el estado natural de estos bosques.
Nos presentan los nuevos proyectos eólicos pretendiendo hacernos
creer que con ellos impulsan un desarrollo rural compensando con unos pocos
miles de euros a pequeños ayuntamientos, que agonizan ante la sangría de su
despoblación. No es cierto: estos proyectos continúan apostando por un modelo
donde la equidad no existe, eternizando un modelo de desigualdad sacrificando
los paisajes más valiosos que todavía hoy conservamos.
La amenaza, que hoy sufren las sierras turolenses ante la
instalación de complejos parques eólicos en sus cimas, necesita ser respondida
por voces que sienten este territorio a través de las profundas raíces que les
unen a él, y no por el interés de enriquecerse a su costa
Ángel Marco Barea
Colectivo Sollavientos
lunes, 6 de enero de 2020
NUESTRA SOLIDARIDAD FRENTE AL ACOSO A LAS GENTES DE TERUEL
Desde el Colectivo Sollavientos queremos mostrar
nuestra solidaridad con todas las personas y grupos que con motivo de su voto u
opción política en la provincia han sido atacados y acosados estos días en la provincia de Teruel. Independientemente de todo aquello que nos una o nos
diferencie, consideramos que el derecho a discrepar y criticar, hablar sin
cancelar el diálogo, es la forma de construir y abrir sendas aquí y en
cualquier parte.
Condenamos y repudiamos todas las iniciativas que
pretenden boicotear a las personas y bienes de esta provincia. Es una actitud insensible
y virulenta. Apelamos a aquellos que por la irreflexión y la emoción se han
dejado llevar por esta iniciativa para que se pongan en la piel de aquellos
turolenses que comparten su opción política pero se ven saboteados en sus
bienes e insultados en su identidad provincial y local. De la amenaza no nace
una comunidad, sino rencor y desencuentro. ¿Es eso a lo que aspiran?
COLECTIVO SOLLAVIENTOS
Suscribirse a:
Entradas (Atom)