viernes, 11 de marzo de 2022

GRANJERO ÚLTIMO MODELO

 


¿Qué hace un sociólogo subido en un tractor en marcha en 

medio de un bancal? Pues lo que haría cualquier sociólogo en 

esas circunstancias: labrar la tierra, aunque fuera escuchando 

un podcast de la radio sobre la Segunda Guerra Mundial. 

Porque Marcos Garcés Lizama, buen mozo, es un sociólogo 

al que no gustaba la ingeniería agrónoma, con bastantes 

conocimientos de ciencias políticas, y labrador cooperativista 

en su pueblo, Bañón (100 habitantes). Y es que, a pesar de 

su formación académica, “nació agricultor”.

 

Cultiva cereal y plantas oleaginosas y proteaginosas en parte 

ecológicas (pienso de secano) en los campos que 

pertenecieron a su abuelo. Bueno, no es solo labrador.

También cría cerdos, que están ahora de moda como las 

vacas, no así las ovejas y cabras, pobretas. Pero no los cría 

de cualquier manera. Practica la ganadería porcina

intensiva de una manera muy especial, cuidadosa y digna de 

tener en cuenta. Las cuatro granjas que conforman la 

explotación cumplen los máximos estándares de bienestar

animal (certificado welfair quality) y están informatizadas (las 

hembras llevan un xip que avisa por ejemplo si están 

embarazadas para reforzar la alimentación). Los animales 

están libres de antibióticos en todo su 

itinerario vital, consumen los cereales que se producen 

en el entorno y generan los fertilizantes que se usan 

de manera controlada en sus campos, contribuyendo 

así a reducir la huella climática en torno a ellos. Con 

este planteamiento no se puede utilizar 

categóricamente la expresión “granja intensiva”, 

aunque tampoco pueda hablarse de explotación

pecuaria extensiva. Para hacerse una idea con 

fundamento, lo mejor es acudir a visitar las granjas, 

respondiendo a la invitación general ofrecida por 

nuestro granjero. La carne obtenida, de calidad, 

envasada allí mismo, se vende en el N. de España y en 

Alemania. Se crea jamón con denominación de origen 

Teruel. La cooperativa ha contactado con unas chicas 

que van a fabricar bandejas con la paja del trigo o la 

cebada, en pos de conseguir envases ecológicos. 

También baraja la idea de producir cereales 

ecológicos para consumo humano. No van errados 

cuando afirman moverse dentro de la  bioeconomía 

circular.


Marcos, miembro de Unión de Agricultores y 

Ganaderos de Aragón (UAGA), que en 2016 fue 

elegido coordinador estatal de Juventudes Agrarias de 

la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos (COAG), 

forma parte también de la Sociedad Cooperativa 

“Cereales Teruel”, con un surtidor de gasoil en el 

pueblo, que abriga a unos 1500 agricultores que 

transforman  in situ la producción en pienso para 

abastecer las granjas, lo que supone la creación de 

puestos de trabajo, complemento de la renta de estos 

productores y generación de valor añadido en el 

territorio. Los envases se controlan: los enormes de 

las semillas se reutilizan en otros usos en la medida 

de lo posible. Los de los productos fitosanitarios se 

recogen y se llevan a puntos de recogida para 

revalorizarlos.

Opina Marcos que falla la comunicación en su sector 

productivo, imprescindible cuando se llevan a cabo 

prácticas de desarrollo sostenible en las explotaciones

ganaderas, y enseñar lo que se hace a la gente. La 

formación de los consumidores se hace necesaria y 

aquí entendemos que el compromiso atañe a las 

administraciones en primer lugar. Además nos aporta 

reflexiones muy interesantes en torno a la 

agricultura, entre otras: la necesidad de voluntad

política para implementar estrategias agrarias 

actualizadas que garanticen un medio rural con 

oportunidades laborables, culturales, formativas y de 

ocio; el papel relevante de la agricultura y la 

ganadería en la cohesión y vertebración territorial y 

su necesaria implicación en el mantenimiento 

medioambiental; que las ayudas al campo deben tener 

en cuenta a las personas jóvenes; que el sector 

agrícola (y el ganadero añadiríamos) ha de ser 

tecnológico e innovador en grado sumo; que la 

palabra agricultura, que debe ser social, lleva en su 

raíz la palabra cultura, que conlleva conocimiento; 

que la dedicación a la agricultura supone el oficio 

“más bonito, digno y noble del mundo”; que el

agricultor tiene calidad de vida; que la agricultura se 

enfrenta al serio reto del cambio climático. Y 

sentencia que “no es un medio, sino una forma de

vida”.



Gonzalo Tena Gómez, Colectivo Sollavientos