¿Qué hace un sociólogo subido en un tractor en marcha en
medio de un bancal? Pues lo que haría cualquier sociólogo en
esas circunstancias: labrar la tierra, aunque fuera escuchando
un podcast de la radio sobre la Segunda Guerra Mundial.
Porque Marcos Garcés Lizama, buen mozo, es un sociólogo
al que no gustaba la ingeniería agrónoma, con bastantes
conocimientos de ciencias políticas, y labrador cooperativista
en su pueblo, Bañón (100 habitantes). Y es que, a pesar de
su formación académica, “nació agricultor”.
Cultiva cereal y plantas oleaginosas y proteaginosas en parte
ecológicas (pienso de secano) en los campos que
pertenecieron a su abuelo. Bueno, no es solo labrador.
También cría cerdos, que están ahora de moda como las
vacas, no así las ovejas y cabras, pobretas. Pero no los cría
de cualquier manera. Practica la ganadería porcina
intensiva de una manera muy especial, cuidadosa y digna de
tener en cuenta. Las cuatro granjas que conforman la
explotación cumplen los máximos estándares de bienestar
animal (certificado welfair quality) y están informatizadas (las
hembras llevan un xip que avisa por ejemplo si están
embarazadas para reforzar la alimentación). Los animales
están libres de antibióticos en todo su
itinerario vital, consumen los cereales que se producen
en el entorno y generan los fertilizantes que se usan
de manera controlada en sus campos, contribuyendo
así a reducir la huella climática en torno a ellos. Con
este planteamiento no se puede utilizar
categóricamente la expresión “granja intensiva”,
aunque tampoco pueda hablarse de explotación
pecuaria extensiva. Para hacerse una idea con
fundamento, lo mejor es acudir a visitar las granjas,
respondiendo a la invitación general ofrecida por
nuestro granjero. La carne obtenida, de calidad,
envasada allí mismo, se vende en el N. de España y en
Alemania. Se crea jamón con denominación de origen
Teruel. La cooperativa ha contactado con unas chicas
que van a fabricar bandejas con la paja del trigo o la
cebada, en pos de conseguir envases ecológicos.
También baraja la idea de producir cereales
ecológicos para consumo humano. No van errados
cuando afirman moverse dentro de la bioeconomía
circular.
Ganaderos de Aragón (UAGA), que en 2016 fue
elegido coordinador estatal de Juventudes Agrarias de
la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos (COAG),
forma parte también de la Sociedad Cooperativa
“Cereales Teruel”, con un surtidor de gasoil en el
pueblo, que abriga a unos 1500 agricultores que
transforman in situ la producción en pienso para
abastecer las granjas, lo que supone la creación de
puestos de trabajo, complemento de la renta de estos
productores y generación de valor añadido en el
territorio. Los envases se controlan: los enormes de
las semillas se reutilizan en otros usos en la medida
de lo posible. Los de los productos fitosanitarios se
recogen y se llevan a puntos de recogida para
revalorizarlos.
Opina Marcos que falla la comunicación en su sector
productivo, imprescindible cuando se llevan a cabo
prácticas de desarrollo sostenible en las explotaciones
ganaderas, y enseñar lo que se hace a la gente. La
formación de los consumidores se hace necesaria y
aquí entendemos que el compromiso atañe a las
administraciones en primer lugar. Además nos aporta
reflexiones muy interesantes en torno a la
agricultura, entre otras: la necesidad de voluntad
política para implementar estrategias agrarias
actualizadas que garanticen un medio rural con
oportunidades laborables, culturales, formativas y de
ocio; el papel relevante de la agricultura y la
ganadería en la cohesión y vertebración territorial y
su necesaria implicación en el mantenimiento
medioambiental; que las ayudas al campo deben tener
en cuenta a las personas jóvenes; que el sector
agrícola (y el ganadero añadiríamos) ha de ser
tecnológico e innovador en grado sumo; que la
palabra agricultura, que debe ser social, lleva en su
raíz la palabra cultura, que conlleva conocimiento;
que la dedicación a la agricultura supone el oficio
“más bonito, digno y noble del mundo”; que el
agricultor tiene calidad de vida; que la agricultura se
enfrenta al serio reto del cambio climático. Y
sentencia que “no es un medio, sino una forma de
vida”.
Gonzalo Tena Gómez, Colectivo Sollavientos