jueves, 26 de octubre de 2023

EL LÉXICO ARAGONÉS DEL SUR DE ARAGÓN SE DIO CITA EN EL MUSEO DEL JAMÓN, CALAMOCHA

¿Cómo relacionar el jamón con nuestro léxico aragonés? Patrimonio gastronómico (material, degustativo) y patrimonio oral (cultural, inmaterial). Ya está. En torno al primero hay una sección bien nutrida del segundo: toda una serie de palabras y expresiones empezando por “matapuerco”. Quede claro que nadie está obligado a consumir el primero ni a indagar en el segundo, pero unas cuantas personas sí que lo hacemos y las indagadoras nos dimos cita en una magnífica jornada en Calamocha, el 30 de septiembre, por iniciativa del Centro de Estudios del Jiloca (CEJ), al que estamos muy agradecidos.

Tras la preceptiva presentación de la jornada por Mercedes Rubio, presidenta del CEJ; Juan Pablo Martínez, presidente de la Academia Aragonesa de la Lengua (AAL); Antonio Abad, diputado provincial, y Sheila Serrano, del Consejo Comarcal, tiene lugar la conferencia inaugural de José M.ª de Jaime, que nos da una visión panorámica sobre los trabajos de recopilación del léxico aragonés en el valle del Jiloca. Nos recuerda la sacudida a la conciencia aragonesa que supuso la irrupción de “Andalán”, y, entre otras cosas, que el filólogo valenciano Emili Casanova ha estudiado los aragonesismos en el valenciano y los valencianismos en el aragonés. Y que en la comarca han surgido hasta 28 revistas culturales locales: “Azafrán”, “El Pairón”, “Grama”, “Dijendas”, “El Prau”, “Cantalobos”, “Gileta”...


David Pardillos, profesor, investigador medievalista y aragonesista entusiasta, nos ilustra la Historia de la Lengua con la interesante conferencia “El aragonés, lengua del reino de Aragón en la Edad Media y su impronta en el noroeste de la provincia de Teruel”. Nos cuenta que el aragonés central fue el que se extendió a Zaragoza y al sur del reino y que el sustrato aragonés pervive en el dialecto panocho de la Huerta de Murcia y en el lenguaje de la Serranía de Valencia. Que la cosa empieza a torcerse para la pervivencia del aragonés en 1410, con el Compromiso de Caspe, que abre las puertas a la dinastía castellana de los Trastámara. Así, desde 1270, tras abandonar el latín, la Cancillería Real y los notarios habían redactado sus documentos en aragonés, hasta el siglo XV, en que se sustituye por el castellano.


De gran nivel fue la exposición de Emilio Benedicto y Mercedes Rubio sobre el léxico metalúrgico del valle del Jiloca en los siglos XVII y XVIII. Los técnicos caldereros, que trabajaban el cobre, provenientes de la Auvernia francesa y después los vascuences metalúrgicos del hierro dejaron su impronta en el habla del valle.


Tras la pausa-café llega el turno de las comunicaciones sobre la promoción y las iniciativas ciudadanas. Rompe el fuego en el cálido salón Chabier de Jaime para relatar en aragonés las vicisitudes de la Colla de Fablans d’o Sur d’Aragón y su sección valenciana y el rodaje de la revista literaria “Ruxiada” (Teruel, 1989-1998), con la aportación fundamental de Chusé M.ª Cebrián Muñoz y un recuerdo a Chesús Ánchel de Jaime Lorén.


Marco Negredo, activista, investigador y divulgador del léxico aragonés en las Cuencas Mineras (“O fablar de Fuenferrada”), nos comunicó la importancia de bolligar conzencias, el valor fundamental de la conzorzia (debate) al respecto y la necesidad e importancia de recopilar también la toponimia, no menos amenazada que el resto del léxico. Nos recordó las clases de aragonés en Andorra en 1990 por parte de la Colla de Barfulaires y como La SER suspendió las emisiones en lengua aragonesa, considerando la fabla una lengua muerta (por si acaso revivía).


Javier Lozano, de la Asociación Cultural El Hocino, nos ofreció una brillante e impagable ponencia sobre la puesta en valor del vocabulario de Blesa y su redolada. Nos recordó la la labor del recopilador y articulista General (nombre propio) Forniés Calvo, regeneracionista y autonomista nacido en 1864 en Blesa. El ponente nos mostró las enormes posibilidades de la informática en el estudio del léxico.


A mediodía le tocaba presentarse a la Academia Aragonesa de la Lengua, que tuvo su primer pleno el 1 de octubre de 2021. Fue a cargo de su presidente Juan Pablo Martínez, quien nos recordó la primera Ley de Luengas de 2009 del Gobierno de Aragón. L’Instituto de l’Aragonés es un órgano de la Academia con una serie de funciones fundamentales entre las que se encuentra la de fijar la normativa de la lengua. Está formado por 9 miembros. L’Institut Aragonès del Català es el otro, formado por 7 miembros. El hecho de que la Academia haya fijado una cuarta ortografía por votación de sus componentes para la lengua aragonesa avivó el debate final en el sentido de que varios de los asistentes mostraron su perplejidad, reticencias y rechazo a la iniciativa: ¡una lengua que intenta sobrevivir, con 4 ortografías! J. Pablo Martínez explicó cómo se había desarrollado el proceso de fijación de la ortografía de la Academia.


Llega el momento poético a través de las voces de Chusé Carlos Laínez, Carmen Soguero y Andrés Castro: sensibilidad, delicadeza, pasión.


Y a continuación, comida excelente de picoteo, buen vino de la tierra y algarabía comunicativa.



Volvemos al acogedor y recalentado salón de actos contiguo a las salas superiores del Museo Etnológico, que hemos visitado previamente: muy bien expuesto.


Comienza la serie de ponencias sobre léxicos locales. Pascual Miguel nos muestra la realidad viva del habla de Gallocanta y nos advierte de que estamos en la última fase de aculturación del habla y en peligro de perder el patrimonio toponímico. Nos regala las palabras bauba (abubilla), bosar (pagar) y robo (medida de áridos). Menciona el chipranesco o habla de Chiprana.


Dabi Lahiguera Albericio hace lo propio con el hablar del Moncayo, con Tarazona como población destacada. Rechaza el hecho de estar emporcaus de nazionalismo en torno a la investigación de las hablas.


Migalánchel Martín, tirando de humor y de una pizarra en la que un colaborador iba apuntando las palabras comentadas recogidas en su lucha contra el olvido del léxico autóctono de Pancrudo, cita: alufres, androminas, apenerido, azeplinar, bizcota, clapiza, disbulgá-se…


Francisco (Fran) López, profesor de música, savia joven y optimista, comenta aspectos gramaticales de su lengua materna, originaria de Pitarque: el sufijo diminutivo -iquio, la frase hecha ir como un cendal (mal ataviado)… Cita el Cancionero Popular Turolense de 1900.


Chabier Benedicto nos refiere la herencia lingüística aragonesa de sus dos familias, originarias de Alacón y de Valconchán.


Tras la nueva pausa, Gonzalo Tena expone sus observaciones lingüísticas en torno al habla de Aliaga, comentando palabras y expresiones recopiladas en “Se ha dicho en Aliaga”, publicado en 2020. Incide en el fenómeno de la improvisación y deformación en algunos casos y en la existencia de dichos individuales, dignos de recopilación y estudio.


Concha Utrillas nos habla de sus palabras de Celadas, recogidas en el volumen “Palabras y frases del habla de Celadas”, encontradas en los recuerdos de su familia, convecinos y en los propios.


Andrés Castro en su presentación de “Anotaciones sobre el léxico de Villar del Salz” nos habla sobre jugar a la estornija y cita la frase de Tolkien “Bienvenidos a la Torre de Babel”, sobre la riqueza de la diversidad lingüística.


Y Pilar Edo Hernández, arqueóloga residente en Bañón y componente del Centro de Estudios del Jiloca, incide en el aspecto humano de los contactos para la replega del vocabulario glosando el título “Palabras en el olvido: el léxico de antaño en Bañón. 15 años de nuestra Replega”. Lamenta la ausencia de su compañero José Antonio.


Con cierto inevitable retraso tiene lugar la Mesa de debate y la Clausura de la jornada. Intervienen Javier Lozano (A. C. El Hocino, de Blesa), Esperanza Gonzalo (filóloga de Calomarde) y Chabier G. Flórez (A. C. La Replaceta de Calatayud). Presenta Chabier de Jaime que plantea la situación en que nos encontramos respecto a la recuperación del léxico aragonés, los retrocesos sufridos y el “hacia dónde vamos”. Javier manifiesta su pesimismo, Esperanza su preocupación por la microtoponimia y Chabier G. cita la implicación de la población mudéjar en el aragonés del sur e insta a treballar a tornachunta. Hay intervenciones de la asistencia incidiendo en la instancia de Chabier y en el papel del entusiasmo, mostrado por ponentes jóvenes, para la transmisión de la vocación investigadora.


Finalmente llega la actuación musical de Elena Martínez (magnífica voz y percusiones) y Chabier Crespo (acordeón) presentando el libro de relatos “Basemias d’as viladas foscas”).


Los medios de la prensa aragonesa invitados no hicieron acto de presencia. Sí que asistió Calamocha TV y unos días después Diario de Teruel publicó una crónica de la jornada.


Gonzalo Tena Gómez

Colectivo Sollavientos




viernes, 6 de octubre de 2023

MARTÍN EN LA ESTRELLA

En febrero de este año 2023 la prensa refería que la pareja Sinforosa Sancho y Juan Colomer, durante décadas últimos habitantes de la aldea en torno al Santuario de la Virgen de la Estrella, abandonaban la población, debido a los problemas de salud de la mujer.


La vivienda, sin agua corriente, se ubica en el interior de la Casa Vieja, antigua hospedería de peregrinos que es propiedad del obispado. En los últimos años, una placa solar le proporcionaba iluminación. Esta casona, con un reloj de sol y colorida decoración en su fachada, es lateral de la plaza, (a la entrada se ataba las caballerías y se ve un espectacular, por su largura, arco rebajado). Son los otros límites de la plaza la fachada de la iglesia, un muro, como protección del río, recorrido por un asiento de piedra en su base, y otra mansión, la Casa Nueva, enfrente de la iglesia, con una escalera de acceso y su frontal igualmente decorado con primor, con una placa de cerámica que recuerda al torero Silvino Zafont Colomer, el “Niño de la Estrella”, nacido en la localidad en 1908, represaliado político y colaborador de la guerrilla republicana. En La Estrella hay quien se ha restaurado la casa y al otro lado del río se está construyendo otra de cierto poderío.


 

Hoy Sinforosa, con depresión, vive en una residencia de Morella y Juan vive en Vistabella del Maestrat. Con el buen tiempo, a sus 90 años, desciende 1000 m con su veterana furgoneta Citroën por una vertiginosa pista tres veces por semana a pasar el día donde vivió tantas decenas de años. Allí atiende a sus 15 o 16 gatos, y comparte el día con su buenazo perro de dos años, Campuchino, al que le encanta el tomate. La zorra se encarga de limitar la colonia gatuna, cazando a los neonatos. Cuenta el cuidador que una cría regalada por él, tras un largo viaje, regresó sola a su casa.








Juan Colomer Pallarés, conocido en la contornada y más allá como “Martín”, es el guía local, a la espera de los esporádicos visitantes. Su persona rezuma paz y bondad y hace gala de una gran sociabilidad. Su padre murió fusilado por los ganadores de aquella contienda de los años 30 no superada. Cuando recuerda a su hija Rosa Ana, que con 12 años murió de un derrame cerebral cuando acudía a la escuela, hace más de cuatro décadas, Martín se emociona. La pareja tiene tres hijos, no demasiado interesados por este mágico lugar. Uno de ellos se gana sobradamente la vida de pintor, y colaboró en la restauración de la pintura del santuario.


 

El lugar, denominado “la villeta”, en el límite de las tierras de Teruel, término de Mosqueruela, asentado en un pequeño valle a unos 700 m sobre el nivel del mar y rodeado de escarpadas montañas, está separado de la provincia de Castellón por el cauce pedregoso y seco del río Montlleó o río Seco. La sequía que castiga el paraje, descrita por Martín, se puede calificar de pertinaz, como aquella del No-Do. Aquí hicieron acto de presencia los maquis en la terrible posguerra.


 

El acceso a La Estrella desde el desvío de la carretera desde La Iglesuela hasta Mosqueruela, es una pista descendente de 12 km, solo asfaltada en su último tramo, donde el vértigo se apodera del automovilista inseguro: no es posible cruzarse con otro vehículo y la caída es de película de acción. A la entrada se sitúa el cementerio y más adelante un peirón de 1799. Pegados al muro del río están el lavadero doble cubierto y la milagrosa fuente de la Virgen.


 

Según cuenta Martín, el lugar llegó a albergar más de 70 habitantes en la década de los cuarenta. Las escuelas, a las que acudían chicos y chicas de las masadas del entorno (unas 60, actualmente deshabitadas), acogieron a más de 25 alumnos y un número similar de alumnas, por supuesto separados. Fue el maestro Feliciano Durbán Montolíu y sus alumnos quienes plantaron en 1930 la robusta morera que preside la plaza. A su sombra reposa la furgoneta y el viejo Land Rover.


Sobre un bello y original empedrado, Martín abre la puerta de la iglesia de tres naves del primer tercio del s. XVIII, meta de las romerías de mayo y noviembre y desvelo de la Cofradía.

Detrás del altar mayor se exponen los exvotos: fotografías, miembros de cera, trajes de la primera comunión, hasta una gorra militar de faena… Martín señala el expolio de azulejos en el suelo. En

un cuarto contiguo se queja de la exposición a la humedad de una valiosa arca. Al abrir la puerta de acceso a una de las torres, un murciélago emprende el vuelo. En un lateral externo un grafiti recuerda las 17 casas destruidas y las 26 personas muertas por el diluvio del 9 de Octubre de 1883.

Hay que decir, que este hombre no recibe ninguna remuneración por los servicios que presta de cuidado y guía del templo y su pensión de jubilación apenas supera los 700 €.


Compartiendo la comida a la sombra del lavadero, Martín va exponiendo algunos de sus conocimientos basados en sus experiencias en este medio: la rasina es efectiva curando y cicatrizando heridas importantes en personas y animales; la coscollina lo es para equilibrar la tensión; el tàrrec (salvia) tiene diversas propiedades medicinales; el estiércol de caballo es el mejor, y el de vaca, el peor… Me sorprende el uso de la palabra capolla para referirse a la copa de un árbol. En medio de la conversación intercala este refrán: “si no llegas a una gotera, luego llegarás a la casa entera”. Llega el momento del humor a través de esta adivinanza:

Por un gusto y otro gusto

y el gusto de una mujer

por un aujero pequeño

entra carne sin cocer.


Tras una emotiva despedida, me dispongo a emprender el camino de regreso con algunos grados de miedo.


Solución a la adivinanza: la sortija


Gonzalo Tena Gómez