Y no solo molinos encontraron
don Quijote y Sancho Panza, también caballeros de brillante armadura como el
caballero de los espejos... Y es que en nuestro caminar por el Teruel de 2030
todo indica que en nuestras sierras se divisarán, además de enormes
aerogeneradores, grandes huertos solares ubicados en nuestras muelas y
planicies.
A finales de los años 90
muchas masías de nuestra provincia se equiparon con pequeños paneles solares y
baterías. En cierto modo fueron pioneros, una vez más, de una innovación que,
evidentemente, iba en contra de intereses económicos mucho más poderosos que
los de nuestros masoveros. La prioridad era la electrificación tradicional o la
nada, tal como se ha demostrado con la Legislación vigente hasta hace pocos
meses, que castigaba el autoabastecimiento; o con los esfuerzos por seguir realizando
grandes tendidos eléctricos. Pero la cosa está cambiando: una nueva Legislación
potencia el autoabastecimiento e incluso el vertido de electricidad sobrante a
la red; la tecnología ha evolucionado y los precios de las instalaciones
fotovoltaicas han bajado; y, finalmente, se impone la cruda realidad de un
cambio climático que por fin parece forzar la modificación de modelos
inamovibles, toda vez que está revitalizando nuevas opciones de energía,
consumo y desarrollo.
Sin embargo, esta necesaria y
obligada transición de la energía "sucia a la limpia" parece abocada
a un mero cambalache: el desarrollo a base de minas y centrales eléctricas se
sustituye por huertos solares y aerogeneradores, sin tener en cuenta que,
aunque la producción eléctrica resultante pueda ser la misma o superior, los
modelos no son equiparables. Las nuevas energías requieren de un mínimo número
de empleos, por tanto, no pueden considerarse y "venderse" como
motores de desarrollo, como sí lo fueron sus antecesoras. Si a esto se le suma
que lo que aparece de forma continuada en el BOA con el título de "proyecto
de interés autonómico" hace referencia a macro instalaciones promovidas
por grandes empresas financiadas en muchos casos por fondos de inversión, nos
encontramos con la antítesis del modelo de sostenibilidad que pretenden las
energías renovables.
Y es que la energía limpia es
codiciada por las grandes empresas que deben completar sus obligatorios cupos
de renovables para poder acceder a las subastas internacionales. También es
codiciada por nuestros políticos, que se ponen la etiqueta de la sostenibilidad
cuando presentan uno de estos grandes proyectos, prometiendo trabajo y
desarrollo. Y, evidentemente, también es codiciada por todos nosotros, ya que
no dudamos que son parte de nuestro futuro.
Sin embargo, todo esto no
implica caminar conforme marcan los Objetivos de Desarrollo Sostenible
propuestos por la ONU y del espíritu del conjunto de ellos. La energía solar es
un claro ejemplo de lo que debería ser un modelo de energía sostenible, de
autoabastecimiento y local en la medida de lo posible. Y es que lo que hicieron
los masoveros hace años es lo que se debería plantear en estos momentos:
fomentar pequeñas instalaciones, tanto en hogares como en granjas o naves, en
el ámbito rural y urbano, fomentando el autoconsumo y, si es posible, el vertido a la red de lo que
no se puede acumular o consumir. Sólo de esta manera estaremos cambiando un
modelo que, de otra forma, nos presentará en un futuro lo que en un pasado fue
Teruel: una fuente de recursos para una energía que se usa mucho más allá de sus
montañas.
José Manuel Salesa
Ariste
Colectivo
Sollavientos