sábado, 16 de noviembre de 2024

INAGA: SI NO ES ILEGAL, LO PARECE






Imagine que usted es arquitecto municipal: supervisa proyectos que deben obtener licencia de construcción. Ponga por caso que su cometido incluye 1) verificar los estudios geotécnicos; 2) comprobar el cálculo de estructuras; 3) confirmar que hay cumplimiento de la norma sismorresistente; 4) asegurar que los alzados, la distribución, los materiales, etc., se corresponden con las ordenanzas. Es una labor delicada: de ella depende la seguridad de la edificación. También requiere imparcialidad, porque debe constatar que a todas las promociones se les exigen los mismos requisitos, sin privilegios. 

Ahora añadamos un nuevo supuesto: imagine que emite una licencia para un proyecto en la cual, en lugar de cumplir con la lista de sus obligaciones, se limita a anotar la dirección del solar en el que se va a construir. ¿Le parece imposible que suceda algo así? Sepa que en Aragón usted está pagando a un organismo público, el INAGA, en el que sus responsables han hecho algo parecido a lo que se acaba de describir. ¿Qué directrices políticas y qué deontología profesional han permitido llegar a este punto?

Hablemos de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA), la resolución que culmina la Evaluación de Impacto Ambiental, de la central eólica Hoyalta, de Molinos del Ebro (grupo SAMCA). Una central eólica es una obra de ingeniería mastodóntica que precisa amplios viales de acceso. No son caminos de herradura, hablamos de pistas con una anchura media de 8-10 m, lo mismo que una carretera nacional. Además, deben acceder a relieves escarpados, en este caso, a las cumbres de la sierra del Pobo.

Por estos accesos no se van a transportar albardas de cereal, sino piezas y palas de decenas de metros y cientos de toneladas. Todo ello impone onerosos requisitos en cuanto a pendientes y radios de curvas que van a impactar en el terreno junto con el resto de las obras de la central: subestación transformadora, zanjas, línea de alta tensión, zapatas y plataformas de montaje para aerogeneradores de 200 m de altura.

Las obras requieren la remoción de cientos de miles de metros cúbicos de roca y suelo, decenas de hectáreas ocupadas y kilométricos viales, cableados y zanjas. Los desmontes y movimientos de tierras afectan a la forma de los relieves, a los cauces, a la vegetación y a la fauna. Una DIA, lógicamente, suele preocuparse por todo esto. No la de Hoyalta: 

«[…] el proyecto, en su replanteo final, deberá ajustar las posiciones y las plataformas de montaje, así como el trazado y anchura de los viales, apoyos y accesos». «Se minimizarán las afecciones sobre otros elementos existentes en el territorio, realizando un análisis detallado de los posibles accesos y viales del parque eólico». «En la medida de lo posible, los nuevos viales deberán evitar las zonas de mayor pendiente».

En definitiva, en el INAGA no tienen ni idea qué viales va a haber, por dónde van a ir ni cómo van a ser. Con ello, ignoran los impactos que esto acarrea. ¿Qué demonios han evaluado? No es de extrañar que los ingenieros de caminos expusieran en Diario de Teruel («Llanto por el Maestrazgo», 12/9/2024) su estupefacción y consternación por la broma de evaluaciones ambientales a las que se someten las centrales de renovables.

Y no, lo que se expone no es un defecto de interpretación o la distorsión de unas citas descontextualizadas. Sucede que esta DIA iba a ser negativa por afección al rocín, una especie en peligro de extinción. El promotor, tal vez urgido porque si caía Hoyalta caía el conjunto del macroproyecto fraccionado en el que se integra, propuso la reducción de 10 a 5 aerogeneradores, reubicando uno de ellos a unos 2,5 km de distancia de la posición original.

La propuesta debería haber comportado una evaluación nueva por ser un proyecto distinto (así lo establece la ley de evaluación ambiental). Pero esa obligación se soslayó. Sin participación pública, ocultando documentación, deprisa y corriendo en la oscuridad de los despachos, sin un proyecto que concretara trazados, ubicaciones, desmontes o acopios. Nada de nada:

«El promotor realizará, previamente al inicio de la explotación, un estudio global de la situación del rocín en la zona con el objetivo de delimitar claramente las poblaciones y las necesidades de ésta […]».

Esto que acaban de leer es el punto 7.2 del condicionado de la Declaración de Impacto Ambiental y, sí, significa lo que dice: el INAGA ha emitido una resolución ambiental positiva reconociendo que desconoce la situación de la especie en peligro de extinción susceptible de condicionar el resultado de la propia evaluación.

Como ven, no exageraba cuando sugería que la DIA de Hoyalta era como emitir una licencia de construcción que únicamente consigna el solar de la obra porque, poco más o menos, solo es capaz de establecer las coordenadas de los aerogeneradores. Es una resolución que se formula a sabiendas de no contar con la información necesaria para resolver. ¿Cómo creen ustedes que hay que calificar el trabajo realizado por el INAGA?



Ivo Ínigo. Colectivo Sollavientos – Plataforma a Favor de los Paisajes de Teruel

viernes, 15 de noviembre de 2024

PREMIO “AMIGO DEL CHOPO CABECERO”






¡Qué gusto poder ofrecer el título Amigo del Chopo Cabecero al COLECTIVO SOLLAVIENTOS!

Un colectivo que nació como agrupación espontánea, libre y desinteresada, de personas preocupadas por la protección del patrimonio natural y cultural, así como por el desarrollo racional y sostenible del “Teruel interior”. Un colectivo de debate y opinión que sigue y sigue, contra viento y marea, molinos y especuladores, mentiras y engaños, sigue trabajando de forma colectiva, representándonos un poco a todos los que queremos este Teruel nuestro. 

Decían en su manifiesto de Junio de 2007 haciendo referencia a su nombre y sus objetivos: “soplan vientos” en las altas tierras de Teruel. Queremos que sean vientos frescos y nuevos. Queremos que soplen fuerte, que limpien la atmósfera, que arrastren el polvo, disipen las brumas y traigan lluvias benefactoras.

No solo es la incidencia que hacen al territorio sobre el que se centran, que comprende el Maestrazgo y las cuencas altas de los ríos Guadalope, Mijares, Alfambra, Pancrudo y Martín, sino el enfoque que le dan: una unidad geográfica, paisajística, cultural y humana, un territorio que ha conservado de forma notable su patrimonio natural y cultural, en paralelo con un declive demográfico muy acusado en las últimas décadas, es también una actitud y una línea de trabajo que nos contagia y nos ilusiona a todas y todos los que os vemos seguir y seguir. 

Decían y dicen: Nuestra inquietud por el presente de estos pueblos no nos conduce al pesimismo. Estamos convencidos de que el futuro abrirá nuevas vías de desarrollo, pero creemos que sólo resultarán realmente eficaces aquéllas que sean compatibles con el uso sostenible de los recursos y la conservación el patrimonio. El paisaje, la flora y la fauna, los conjuntos urbanos y las masías, las tradiciones… todo ello conforma un activo que no puede ser sacrificado en aras de un desarrollo incierto basado en faraónicos y agresivos proyectos industriales, mineros o turísticos. Con frecuencia, la rentabilidad económica de éstos se fundamenta en las subvenciones externas, y su rentabilidad social en términos de puestos de trabajo queda por debajo de las expectativas creadas. Debemos apostar por el futuro, y ante todo por el de la gente que vive en nuestros pueblos, pero sin renunciar a seguir siendo nosotros mismos, sin dejar que ese futuro nos devore.

Es ese desarrollo armónico y sostenible que todos y todas queremos. Los miembros de Sollavientos declaran su voluntad de trabajar para que nuestro patrimonio natural y cultural se conserve, respete, proteja, investigue y difunda a fin de que siga sustentando la identidad del territorio y de sus habitantes, y a la vez sirva como recurso para ese desarrollo. 

Nos encanta cómo usan la esdrújula, al hablar del patrimonio: paisajístico, geológico, biológico, histórico, arqueológico, artístico, arquitectónico, etnológico, literario, musical, gastronómico, etcétera, sobre el que promueven una reflexión global, serena, independiente y objetiva, que ayuda a elaborar propuestas de futuro constructivas y realistas.

El premio Amigo del Chopo Cabecero se otorga a Sollavientos por la implicación que en su momento tuvo en la creación del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra. Sollavientos colaboró para argumentar las razones existentes para declarar esta figura de protección patrimonial sobre este territorio. Sollavientos ha contribuido a generar este sentimiento de pertenencia y arraigo que conforma nuestra manera de ser y sentir, nuestra cultura, que hace que queramos conocer nuestros viejos árboles, montar una fiesta como ésta, estar en contra de los molinos y lo que suponen de agresión y decir, renovables sí pero no así. No queremos dependencia económica de los territorios de sacrificio a mayor gloria de los de siempre, ni un beneficio económico que no capitaliza el Estado, sino empresas privadas.

Sollavientos ha propiciado que nos sintamos patrimonio común, que el paisaje, la flora y la fauna, los conjuntos urbanos y las masías, las tradiciones… conformen un activo que no puede ser sacrificado en aras de un desarrollo incierto, en territorios que han conservado su patrimonio cultural y natural. Sollavientos ha participado de forma directa en nuestras fiestas del chopo cabecero. 

Siempre hay momentos en la historia de los pueblos en que se emprenden proyectos comunes, ilusionantes y generadores de esperanza, Sollavientos, nuestra fiesta, el trabajo de mucha gente a título individual y en grupo, son una muestra. Soñar el futuro de forma colectiva siempre ha sido una seña de identidad de la fiesta del chopo cabecero, como el paisaje y el patrimonio natural y cultural, es otra seña de identidad que nos enlaza. 

Decía Eloy Fernández Clemente, “Es muy difícil luchar por lo que no se ama y, antes, amar lo que no se conoce bien”.

Lo malo cuando recibes un premio como este, es que no puedes parar, tenéis que seguir así de implicados, ramas nuevas de troncos viejos, así de geniales, así de ilusionados, así de constantes, así de guerreros, así de esperanzados… no se puede reblar!


* Texto de  Pilar Sarto en la entrega del premio













Sí, la gente de Sollavientos somos muy amigos y amigas de los chopos cabeceros y los admiramos casi tanto como admiramos a las personas que los modelaron con su dedicación y esfuerzo. 


Somos amigos y amigas del Chopo Cabecero, como lo sois todos vosotros y vosotras. Os hacemos extensivo el reconocimiento.


En Sollavientos somos más que amigos, somos amantes de los chopos cabeceros, de tal manera que algunos componentes nos hemos matriculado en un curso de escamonda por correspondencia (somos gente de edad).


Broma aparte, ciertamente amamos el Chopo Cabecero y todos los árboles, como integrantes y sostén de una rica biodiversidad que nos vuelve locos.


Somos amigos amantes de los paisajes que conforman las hermosas choperas de las riberas, retazos de paisajes más amplios de nuestro Teruel Interior, también queridos.


Somos amigos y amigas de la ganadería extensiva, ligada a la gestión de nuestros chopos cabeceros, y, por supuesto de quienes la mantienen. La ganadería constituye una marca histórica y uno de los principales recursos endógenos de esta tierra, junto a la agricultura y a la producción de alimentos de calidad -qué lástima la pérdida de tantas variedades de manzanas y peras por abandono de las huertas tradicionales aledañas de nuestros pueblos, cerca de las choperas, pero ¡se pueden recuperar!-,


Estamos y luchamos por el patrimonio cultural en todas sus manifestaciones y por este magnífico patrimonio natural arbóreo en peligro, el de los chopos cabeceros. Estamos por todo el patrimonio natural turolense, seriamente amenazado.


Y las amenazas más graves ya las sabéis: la proliferación imparable de enormes centrales de enormes aerogeneradores, destructores del territorio y epidemia mortal para la fauna -el caso del tristemente célebre Clúster del Maestrazgo es el más sangrante, así como la siembra interminable de horrorosos mares de placas solares en el campo y el desastre del desmonte de montañas de la minería desbocada de arcillas  -preguntad en Estercuel o en Seno- .Todo ello para un gran enriquecimiento anónimo a cuenta de rematar la población promocionando la vida irrenovable, eso sí, con el refuerzo de las arcas de algunos municipios y sobre todo la liquidación de otro de nuestros recursos-estrella: el turismo sostenible, cultural y de calidad.


¡No pasarán!


¡Muchas gracias por el premio y enhorabuena a quienes han dedicado tiempo y energía -esta sí limpia- para organizar y llevar a cabo esta esperada y entrañable fiesta anual! 



* Texto de intervención de Gonçal Tena, en nombre del Colectivo Sollavientos, agradeciendo  el premio  "Amigo del Chopo Cabecero" en la edición 2024 celebrada en el pueblo de Corbatón.





lunes, 4 de noviembre de 2024

PANCRUDO Y LOS CHOPOS CABECEROS


Gonzalo Tena Gómez 

Colectivo Sollavientos




En menos de dos meses Pancrudo ha vuelto a acoger una multitud de personas amigas del teatro (Gaire) y de la naturaleza, el paisanaje y la cultura (XIV Fiesta del Chopo Cabecero. Un paisaje ganadero, el sábado 26 de Octubre).


Julián Sancho, el alcalde, da la bienvenida a las personas asistentes en la puerta del bar en una gélida mañana pronosticada erradamente de lluvia. Chabier de Jaime explica las fases del programa que se desarrollará a lo largo de la jornada. Nos comunica que el patrimonio chopero de Pancrudo alcanza los 500 ejemplares y nos explica que la escamonda favorecerá los árboles fortaleciéndolos ante la perspectiva del cambio climático. 



Interviene Silvia Tena, representante de la activa local Asociación Cultural El Calabozo, totalmente implicada en la organización, y cicerona del itinerario cultural del día junto al no menos amable Alberto Novellón.



Iniciamos la senda de Las Dehesas (las ‘Desas’ en el habla local): una galería en la vegetación, desbrozada para permitir el paso, en un paraje de gran humedad. Es el momento de establecer una amistad nueva con la persona más próxima. En un claro, nos agolpamos ante las palabras de Alberto y de Chabier, quien nos cuenta cómo se agotaron las carrascas y rebollos de los montes del entorno por una tala intensiva, lo que propició el cultivo de los árboles cabeceros, que, además de leña, proporcionaban forraje para el ganado lanar, fundamental en la economía local en el siglo XVIII. Y cómo los troncos viejos y muertos propician la biodiversidad (215 especies de escarabajos que se alimentan de madera muerta), que son la base de una cadena trófica que continúa con las aves y finaliza con otros carnívoros mayores: estábamos ante un agroecosistema de un cultivo agro-silvo-ganadero.


Nueva alocución de Silvia ante un panel que recuerda la parada de las tropas de Alfonso I el Batallador (cómo no) en el lugar, que se dirigían hacia Cutanda, donde tuvo lugar una batalla que perdieron los almorávides de Ibrahim ibn Yusuf. En la loma hacia el río se ubicaba un castillo, del cual existe un plan de excavación.



La siguiente casilla en el tablero local fue la reconstruida ermita de la Palma, donde hoy se ubica un  moderno salón de exposiciones (herramientas para obtener y trabajar la madera de los chopos, utensilios de madera, fotografías antiguas incluyendo de la guerra civil en el pueblo, colección de revistas “Pancrudo”) y actividades culturales.


Ya estamos en el horno, que es doble: uno a cada extremo del típico local rectangular (¿Cómo puede llamarse el pueblo Pancrudo? Inquiría Eusebio, el director del grupo Mayalde en el último acto -musical- de la fiesta). En una atmósfera perfumada por el humo de uno de los hornos encendidos, Darío Escriche nos cuenta el planteamiento de su taller creativo “¿Cómo pintan los árboles?”, un acercamiento al medio natural a través del arte, la impresión (de imprimir) de los árboles, dirigido a personas de todas las edades. En el lateral opuesto a la entrada, un muro de cortes  de troncos de chopos con los anillos a la vista son el soporte para algunas anécdotas manuscritas entorno a la explotación de los cabeceros: “El hermano del cura de escorihuela fue a ver la escamonda y una rama que no estaba bien escamondada lo mató”, “la mejor época para escamondar es el menguante de enero”, etc.



Bajamos a la orilla del Pancrudo -el Río Bajo-, afluente del Jiloca, para observar el trabajo del joven artista ilustrador David Sancho, hijo de Serafín, autor de “Barbecho”, un cómic que reivindica la España vaciada, por el que recibió el Premio FNAC-Salamandra Graphic. Está pintando una enorme mano blanca que empuña literalmente el tronco de un viejo chopo cabecero muerto.


Pero ya suena un poco más abajo la motosierra de el gran Herminio Santafé, dotado de una moderna equipación que no imaginarían los escamondadores de antaño. Está procediendo a la exhibición siempre superespectacular de la escamonda de los dos chopos contiguos elegidos. El público desde una atalaya a una distancia prudencial contemplamos las ráfagas de virutas en los contactos de la sierra con la madera y ¡cómo se desprenden las vigas más gruesas!, bien dirigidas, chocando estrepitosamente en un golpe seco contra la ladera, todo seguido de arranques de aplausos. Las cuñas facilitan la orientación de la caída de algunas de ellas.



Hubo después una visita a la restaurada ermita de estilo barroco dedicada a la Virgen del Pilar, contenedor cultural poseedor de interesantes bellísimos esgrafiados y de grafitis de los días de la Guerra Civil. 


Llega la hora de la comida comunitaria en el pabellón a rebutir de gente, muy bien organizada, la cola del rancho discurre ligera. La exposición del IX Concurso Fotográfico sobre el Chopo Cabecero nos contempla. Fuera José Azul, el autor de la sólida escultura del Premio Amigo del Chopo Cabecero, expone piezas de su imaginativa producción. Chicos y mayores juegan a las carpetas, aquel juego que practicamos algunos hace media docena de décadas, lanzando el tacón de un zapato de hombre al círculo marcado en el suelo para sacarlas. Una chica me muestra como se montan imbricando dos mitades de un naipe. Me guardo una.


En la sobremesa, Marta y Nacho, jóvenes organizadores de “¡A escamondar!” lanzaron su invitación a participar en este festival autogestionado para la preservación de los chopos cabeceros que celebrará su 4ª edición en febrero de 2025 en Fuentes Calientes.                   


Mercedes Rubio y Pilar Sarto, del Centro de Estudios del Jiloca, entregan los premios del concurso fotográfico a Amina El Ghoufairi, Miguel Fuertes, David Piqueras, Juan J. Maicas, Juan J. Marqués y Luis A. Gil. Y Pilar Sarto, también, excelente comunicadora, nos entrega el de “Amigo del Chopo Cabecero” al Colectivo Sollavientos, “por su labor de protección del patrimonio natural y cultural de las tierras altas de Teruel y, en particular, por colaborar en la creación del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra”. Una embajada de seis componentes suben al escenario a recogerlo y dirigir a la asistencia unas palabras de amor a los árboles, de reivindicación del territorio y de agradecimiento.


Acto seguido Ivo A. Inigo y Chabier, dos de los autores, efectúan la presentación de la flamante 

“Entre árboles centenarios. Guía para comprender el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra” de reciente edición, que contiene fundamentos, valores naturales e historia del territorio abarcado. 


Tras entonar colectivamente el “Somos” de José Antonio Labordeta, himno oficial de la fiesta, empieza Bucardo con sus animosos gaiteros a tocar la polcas, valses y otros bailes grupales que, enseguida se ponen en marcha. 


Y bueno, la larga actuación -y más que hubiera sido- del grupo salmantino de folk-teatro interactivo Mayalde, que nos puso en danza literalmente a todo el pabellón. Repetía actuación en Pancrudo y generó un delirio intercalado de emoción y de humor.  Insistió en la reivindicación del recuerdo de nuestros antepasados, a quienes debemos todo, y de las canciones y tradiciones que nos legaron. Ya es nuestra la teoría de la pesca de tencas a ojete con espuela.


A la exhibición del disc-jockey Paco Nogué, algunos ya no llegamos: íbamos camino de casa plenos de fiesta.