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Finales de mayo. Aún no son las diez de una
luminosa y fría mañana cuando cincuenta y cinco niñas y niños salen de
un abarrotado autobús llenando de colores, voces infantiles y alegría la
plaza de Aguilar del Alfambra. Son los estudiantes de primer curso de
Secundaria del IES Valle del Jiloca de Calamocha. Entre broma y broma,
sus cabecicas comienzan a prospectar el destino de su excursión. Un
pequeño pueblo con una bonita fuente, muy pocas personas, casi todas
ancianas. Pero … ¿Qué habrá que ver por aquí? Se pregunta más de uno.
En
seguida nos ponemos en marcha, no hay tiempo que perder. Los dos
profesores de Ciencias de la Naturaleza organizamos dos grupos y nos
repartimos los recursos educativos. Beatriz, con más formación en
Química de Alimentos, visitará la quesería. Chabier, con perfil más
naturalista, hará el itinerario hasta la ermita de la Virgen del Peña.
En
la primera calle, ya tenemos una lección sobre los materiales
terrestres. La fachada de una casa, además de una herradura para atar al
caballo, contiene fragmentos de areniscas rojas, de unas grises calizas
y de unas rocas formadas por caparazones de ostras que nos sugieren su
origen marino.
Casas
serranas de fachada de mampostería, con sus puertas de madera y sus
ventanas orientadas hacia el valle y el solano. Casas hermosas y vacías,
que son testigo de una historia de abandono y de emigración que
cualquier niño actual, sobre todo los urbanos, debería conocer desde muy
pronto. Es el contrapunto al encanto irresistible de la ciudad, con sus
centros comerciales y de ocio, con su permanente bullir humano, con sus
posibilidades de futuro …
Y a la salida del
pueblo … un peirón. Ajado por el tiempo que desfigura la imagen de una
santa o virgen. Le dedicamos unos minutos a explicar el significado de
estas modestas construcciones tan propias del sur de Aragón. Su papel en
la organización local del territorio y su función religiosa en una
sociedad de fuertes creencias. Un pequeño altar en el que las gentes
realizaban una oración mientras marchaban al bancal o a la paridera, la
oficina o la fábrica de nuestros abuelos. Y esto es necesario, tanto
para los alumnos autóctonos como para los “nuevos aragoneses”, venidos
de Rumanía, China, Marruecos o Colombia. Es una forma de comprender
mejor a la sociedad que los acoge y en la que se están haciendo como
personas.
Una anciana se asoma a través de la ventana sorprendida por las voces de la chiquillería.
Junto a un corral encontramos una sorpresa. Un par de matas de beleño negro.
Una
ocasión para repasar la estructura de una flor, con su corola soldada
con sus cientos de óvulos en formación que originarán cientos de
semillas en cada flor. Cada uno de ellos fecundado por un grano de polen
diferente, siendo tan distinta de sus compañeras como lo es cada niño
de su hermano. Les cuentas que es una planta venenosa. Aparecen unos
ojos de sorpresa y de temor en sus caricas. ¿Y entonces por qué viven en
ella esos chinches rojos? ¿Es que no les afecta el veneno? Buenas
preguntas ….
Tomamos el pedregoso camino que
remonta. Afloran paredes verticales de caliza. Retomamos el concepto de
sedimento, de roca sedimentaria de precipitación, de estrato, de cuenca
sedimentaria, de movimientos de placas, de esfuerzos de compresión, de
cordillera, de plegamiento y de erosión. Un párrafo en la larga historia
de la Tierra. Todo allí mismo.
Las
arcillas afloran en una ladera. Son arcillas de un intenso color
morado. Diferentes a las que los alumnos han visto en sus pueblos.
Arcillas que se abren en cárcavas por la erosión creada por las aguas
salvajes. Entonces se aprecia el papel de las pequeñas matas que
retienen el sustrato con sus raíces, resistiendo en un entorno hostil.
Un sustrato impermeable y una notable pendiente. Todo en contra, si
además se considera la torrencialidad de las precipitaciones. Por no
hablar de la presión de los ungulados, antes rebaños de ovejas, hoy de
cabras monteses.
Un cartel anuncia la dirección del Pozo de la Cuerva.
No
nos desviamos, no hay tiempo. Un grupo de chopos y una junquera
salpican de verde el contacto entre unos estratos de caliza y otros de
arcilla a los que recubren.
Otra
oportunidad de pensar. ¿Qué puede hacer ahí un manantial? Recordamos
que existen rocas permeables por presentar grietas y poros, como las
calizas. Y otras, como las arcillas, que no lo son. Y que, por tanto,
impiden la infiltración del agua hacia el subsuelo. Estaba claro.
Seguimos avanzando por el sendero.
Montoncitos de bolas de tierra, evidencias de la actividad de las lombrices…
Los
delicados hilos rojos de la cuscuta traban las ramillas del tomillo
succionándole la savia elaborada, el agua con azúcares que tanto le ha
costado conseguir…
Ramilletes de junquillos en plena floración llenan de azul las grietas del roquedo…
Las
aceiteras baten el terreno en áreas abiertas. La caliza comienza a
formar pequeños lapiaces tras su disolución por el agua de escorrentía …
Mientras que los líquenes rupícolas en su crecimiento forman dibujos poligonales sobre la roca…
El también florido erizón que se enrisca en los venteados peñascos…
Y,
a nuestros pies, la amplia y hermosa vega formada por la acumulación de
arcillas y gravas por el río Alfambra. A la vista dos formas de
relieve, uno de erosión y otro de sedimentación.
Y
en esto que llegamos a la ermita de la Virgen de la Peña. Pequeñica y
cuidada. Es la ocasión de extender la mirada hacia el pueblo, hacia el
lejano Ababuj, hacia las montañas del Maestrazgo, hacia unos montes que
en cualquier momento pueden ser reventados por las inquietantes canteras
de arcilla. Paisajes amenazados.
Solicitándoles
prudencia nos acercamos al mirador que hay tras los lienzos del
castillo. Un espectáculo se despliega ante ellos.
Un
profundo cañón de noventa metros de caída. En el fondo serpentea el río
Alfambra que ha conseguido abrirse paso entre las calizas de inclinados
estratos. Un evidente pliegue se presenta ante sus ojos…
Un
pliegue real, erosionado, no como los de los libros de texto. Un
pliegue que nos habla de esfuerzos inimaginables. Que hace pensar en
cómo funciona la Tierra.
Pero los niños son
niños. Y el movimiento reclama la atención de las pupilas. Uno tras
otro, los buitres que descansaban en el acantilado levantan el vuelo. A
pesar de la cautela, nos detectan y aprovechan para estirar los músculos
y comenzar la jornada de prospección. En algunas repisas se ven
pequeños bultos emplumados y oscuros. Son los pollos ya crecidos. Unos
prismáticos hacen maravillas, acercando distancias, creando vivencias.
Mientras
tanto unos tras otros van sacando sus cámaras fotográficas y sus
móviles. Todos quieren una foto suya con este paisaje de fondo, un
recuerdo personal para mostrar a amigos y familiares.
Les
cuentas tus particulares vivencias personales. Las huellas de
dinosaurio que nos mostró un amigo en El Hontanar, la acampada en los
estrechos de Caña Seca, el descubrimiento de una costilla de iguanodonte
en Ababuj… Les dejas caer que hay diversión y emoción más allá del
fútbol y del smartphone.
Te esfuerzas en
explicar el origen del páramo. La deforestación histórica, el uso
ganadero … Es perder el tiempo. Ellos siguen impactados y emocionados
por el abismo. Almorzamos rápido mientras volvemos. Un niño rumano me
dice que quiere enseñarle este lugar a sus papás.
Al
llegar al pueblo pasamos junto a una escultura en forja que representa a
un águila. El águila de Aguilar. Una obra de José Gonzalvo, querido
escultor rubielano cuya obra pronto relacionan los alumnos calamochinos
con el monumento a San Roque y el Bailador.
Mientras
tanto, la otra mitad del grupo nos fuimos hacia la quesería, que se
encuentra en lo alto de una loma. Allí nos esperaba Vicente, que lo
primero que hizo fue repartir una especie de patucos de plástico para
que cubriéramos nuestro calzado. Ahí empezábamos a hablar ya de la
higiene y el control de calidad, tan importante hoy en día en las
empresas. Explicamos a los alumnos la necesidad de prevenir la entrada
de microorganismos patógenas del exterior, para mantener las
instalaciones limpias.
En
Hontanar, que así se llama la quesería, fabrican todo el queso con la
leche de sus propias ovejas, por lo que el primer proceso es la llegada
de la leche a unos tanques que se encargan de atemperarla a 4ºC. Tienen
dos líneas de queso principales: el que proviene de leche cruda, y el
que proviene de leche pasteurizada.
El
queso de leche cruda pasa directo desde estos tanques al depósito donde
se le añade el cuajo y los fermentos, principalmente bacterias, que
producen la acidificación de la leche, diríamos que se “agría”. El queso
de leche pasteurizada sufre una serie de ciclos con subidas y bajadas
bruscas de temperatura con el objetivo de eliminar microorganismos.
Tras
ellos comienza el cuajado. Tras añadir el cuajo y los fermentos, se
deja reposar la mezcla hasta que se observa que presenta una
consistencia similar a la del yogur. En este proceso lo que ocurre es
que las proteínas, al encontrarse en medio ácido, y mediante la acción
de las enzimas que contiene el cuajo “coagulan”.
Una
vez que se encuentra la mezcla con esa consistencia, se pone en acción
las liras del depósito. Estas son unos mecanismos (con la forma de ese
instrumento) que se ocupan de cortar en trozos pequeños la leche
cuajada, obteniendo por un lado cuadraditos pequeños de leche cuajada, y
por otro el suero de la leche, que comienza a separarse de la parte
sólida.
Una
vez que se encuentre la mezcla con el tamaño de los cuadraditos
adecuado, se elimina el suero y se pasa el sólido a una mesa cuya parte
baja es porosa (para seguir eliminando suero). Aquí unos operarios se
encargan de llenar unos moldes con la forma del queso con el sólido.
Tenían dos tipos de moldes, unos con microperforaciones en los laterales
(para seguir liberando suero), y otros que no las tenían; en estos
últimos se introducía el queso con un paño para facilitar la expulsión
del líquido.
Una vez llenados los moldes, se
ponían en hilera en una prensa neumática que los empujaba, para
producir la compactación de la pasta y la eliminación definitiva del
suero.
De
aquí, el queso pasaba a unos tanques donde se mantenía en salmuera, con
dos objetivos: el salado, y la conservación del alimento ya que la
mayoría de los microorganismos no pueden sobrevivir en un medio salino.
Y, finalmente, pasa a las cámaras de curado y secado.
Aquí
es donde podemos establecer las diferencias: el queso de leche cruda,
al poder tener microorganismos, ha de permanecer en estas cámaras
durante un período más largo de tiempo, para prevenir posible desarrollo
de microbios patógenos. Nos encontramos con que el queso puede
permanecer en estas cámaras entre 15 días y 6 meses. Una vez terminado
el producto, se pinta su exterior con una pintura comestible, y se
envasa al vacío, para garantizar su conservación hasta el consumidor.
Al
finalizar esta parte de la visita, Vicente nos dio a degustar tres de
los quesos que elaboran: uno tierno y uno semicurado de leche
pasteurizada, y posteriormente uno curado de leche cruda. Los alumnos
adquirieron queso para compartir con sus familias.
De aquí pasamos a la segunda parte de la visita: las instalaciones donde tienen a las ovejas.
En
el primer turno, pudimos ver cómo las metían en las jaulas de ordeño
precedidas de los machos para guiarlas, el ordeño en sí y cómo salían de
ellas. En la segunda parte los alumnos accedieron a los establos donde
vivían las ovejas y se acercaron a ellas.
Hay
que destacar la importancia de estas pequeñas empresas para la economía
del pueblo y de la zona. Se trata de zonas muy despobladas, con una
población envejecida. Este tipo de iniciativas puede suponer un
aliciente para la gente más joven a permanecer en estos pueblos y evitar
el éxodo rural.
Con el autobús cargado de queso regresamos al pueblo, donde continuaría nuestra excursión.
Unos
y otros nos juntamos en la plaza. Cambio de grupo. Ahora los primeros
visitarán la quesería … Mientras que los demás realizarán la excursión
hasta la ermita y el mirador sobre el río, ahora ya con la mañana más
templada, con más vidilla animal …
Termina
una mañana intensa. Los chavales comen sus bocadillos en la plaza.
Juegan, se hacen fotos, oyen música mientras se solean… no paran.
Nosotros lo necesitamos. Comemos estupendamente en el bar probando la
cerveza Castel. Otro ejemplo de producto de calidad elaborado en un
pequeño pueblo de Teruel. Otro ejemplo de “resistencia” ante la
arrolladora y hegemónica sociedad urbana.
Volvemos
a retomar el ritmo. Y nos acercamos, ahora ya todos, al Aula de la
Naturaleza del Chopo Cabecero sito en Los Granericos, pequeño pero
cuidado espacio cultural que gustosamente nos muestra Pili.
El
tema: los chopos cabeceros. Nuestros chavales no sabían nada del tema.
Todo era nuevo para ellos. A ver qué pasa. En una rápida introducción
desgranamos una serie de conceptos.
Bosques
de ribera transformados en dehesas fluviales, importancia histórica de
la ganadería extensiva para la producción de lana, profunda
deforestación desde hace siglos, árboles que rebrotan tras su poda,
producción de vigas y forraje, árboles viejos con huecos y madera
muerta, vida silvestre, paisaje singular y bello, esculturas vivas,
sabiduría popular …
todo
se va desgranando mediante explicaciones del profesorado y, sobre todo,
a través de un breve documental elaborado por la comarca Comunidad de
Teruel y una presentación con preciosas fotos y bellísimos textos
elaborada por la Plataforma Aguilar Natural.
El
Aula de la Naturaleza de Aguilar del Alfambra ha confeccionado un
completo material didáctico que tiene al chopo cabecero como eje con el
que abordar actividades de aprendizaje, tanto para Educación Primaria
(desglosado en las tres etapas) como en Educación Secundaria (con
materiales específicos para los cuatro cursos y para las áreas de
Ciencias Sociales, como para las Ciencias de la Naturaleza). Este
material está preparado para realizar la visita a dicho centro de
educación ambiental y la excursión por la ribera del Alfambra, verdadero
museo al aire libre. Consta de un cuaderno para el alumno con
información teórica y de un cuestionario y de otro para el profesor que
incluye una programación didáctica para preparar la visita donde se
establece la correspondencia entre los contenidos relativos a estos
árboles trasmochos y los abordados durante el trabajo de aula durante el
curso. Es todo un lujo para los docentes.
Nuestros
chavales, cada cual con su cuaderno didáctico, se lanza a la lectura de
la colección de paneles que cuelgan del techo del Aula. Y lo hacen sin
prisa. Descifrando el significado de las frases, algunas complejas para
ellos. Relacionándolo con lo escuchado, con lo que han visto en cada uno
de sus pueblos. Con lo que ya sabían. Algunos pierden temporalmente la
atención y se acercan a ver el diorama del trabajo de la escamonda y del
paisaje del chopo cabecero.
A otros hay que sacarlos de su lectura y de su anhelo para cumplimentar el cuestionario para comenzar la excursión.
- Ya lo terminarás en casa. Vámonos ahora al campo.
Nos
acercamos al puente sobre el Alfambra de la carretera a Ababuj. La
tarde está fresca y se ha cubierto el cielo de grises nubes.
Nos
dejamos llevar por el camino del río, escaso en caudal en esta seca
primavera, con remansos poblados de lirios amarillos. La dehesa de los
chopos cabeceras está espléndida. La hierba fresca y jugosa, los árboles
que rebrotan con fuerza tras escamondas recientes muestran un follaje
verde lustroso. Vemos árboles con huecos.
- ¡Como los que salían en el documental de Félix sobre la gineta de Félix! Me apunta una niña refiriéndose al vídeo que habíamos visto en clase.
Ya casi no explicamos. Se trata de disfrutar, de comprobar lo aprendido.
La
amenaza de la lluvia parece cumplirse. Estamos muy cerca del Chopo del
Remolinar. Nos acercamos. Explicamos qué es un árbol singular y un
catálogo de árboles monumentales, indicándoles que este es uno de ellos.
Los monumentos pueden ser obras humanas inertes, pero también pueden
serlo seres vivos modelados por los años, la intemperie y la mano
humana. Como este. Y nos hacemos una foto colectiva.
Comienza el chubasco…
Llueve
con ganas y volvemos hacia el pueblo que, aunque próximo, nos recibe
mojados y satisfechos tras una intensa jornada. Pensamos en todo lo que
se puede aprender en un pequeño pueblo de Teruel. En unos tiempos en los
que los recursos educativos compiten en presupuesto y espectacularidad
nos acordamos del título del ensayo de E.F. Schumacher “Lo pequeño es
hermoso” … y educativo añadiríamos nosotros.
Nos
despedimos agradecidos de las gentes del pueblo, de sus paisajes y de
sus proyectos. Antes de salir al empalme estas tierras lo hacen
ofreciéndonos un precioso arco iris.
En
el autobús nuestros chavales comienzan todo el repertorio de canciones
de excursión (las de los payasos, las de la charanga, etc.) … sin parar
durante más de una hora hasta Calamocha.
¡Cómo van a dormir esta noche!
1 comentario:
Enhorabuena por desarrollar este tipo de actividades con los chavales. Aplaudo esta metodología de enseñanza- aprendizaje. En las programaciones generales anuales deberían aparecer más tareas competenciales como esta que habéis realizado en Aguilar del Alfambra. Disponemos de un territorio maravilloso y hay que disfrutarlo. Además, se empapan de lo natural, de nuestros orígenes.
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