“Una sarga bien caudilladica, sí, bien, bien…
! Y que no le pase lo mesmo que a la de al
lau… jodó!” (agroforestalismo del Tío
Miguel)
...”esa rara bondad de la gente llana, de la
gente que cayó en el mundo e hizo lo que pudo.” (Manuel Vilas. Ordesa)
La leña es la madera utilizada para hacer fuego en
estufas, chimeneas o cocinas. Es una de las formas más simple de biomasa, neologismo
reciente asociado también a intereses de marketing, entre otros. Usada
mayormente para calefacción y cocina, es extraída de los árboles y arbustos. Un
rimero de leña aventaja ampliamente al pellet y a la astilla en no precisar
demasiada energía añadida para su elaboración y distribución. Combustible
escaso, preciado no hace tantos años, actualmente no es tan utilizado, y
podemos ver con frecuencia excedentes en montes, riberas y ribazos.
Se trata de un combustible y una tecnología atávica.
Tenemos evidencia de su uso hace 1,5 millones de años, que no es poco; aunque
el uso documentado arqueológicamente se sitúa en torno a los últimos 400.000
años. El fuego ha logrado su mayor impacto en los cambios de las sociedades
humanas a partir de la revolución industrial. La evolución tecnológica se ha
basado en buena parte en el fuego. Este ha influido en la biología del Homo sapiens, así como en su evolución
cultural. Es conocido el efecto hipnótico y evocador que tiene la contemplación
del fuego para muchas personas: “el fuego hace compañía”, probablemente fijado
intensamente en nuestros cerebros a causa del remoto uso en los primeros
hogares humanos.
En Occidente su uso para cocinar se ha reducido
muchísimo. No sucede así en muchas otras partes del planeta, donde sigue siendo
el único combustible disponible, y cada vez más escaso. En nuestro entorno se
mantiene todavía como una opción de combustible para calefacción.
La idea de uso eficiente, es relativamente
reciente. Los usos tradicionales (cultura) del fuego se han mantenido con
apenas pocas modificaciones desde hace siglos, cuando no milenios. Actualmente
sabemos que consumimos mucha energía inútilmente para calentar, así como
también para refrigerar nuestras casas. Los sistemas convencionales (chimeneas,
estufas, calderas, etc.) a base de este combustible son bastante ineficientes y
contaminantes, cosa que es poco conocida.
Para plantearse el uso eficiente de la leña, conviene
tener en cuenta básicamente dos grandes ámbitos de renovación:
1 - La utilización de sistemas de combustión
eficientes.
Un ejemplo: En Austria, donde para la calefacción
doméstica con leña se utilizan estufas de inercia térmica (las conocidas kachelofen), 400.000 de ellas generan
1.800 megavatios, equivalente a la producción de varias centrales nucleares. En
nuestro país, ni este tipo de dispositivos, ni sus ventajas, son
suficientemente conocidos, a pesar de algunas incipientes iniciativas (Ekosua,
Ecofoc, entre otras). La utilización de sistemas de combustión eficientes
debería estar liderada por la administración, para que su conocimiento y
difusión tuviera mayor éxito.
2 - La gestión razonable y sostenible del recurso.
Se basa en la buena gestión de los bosques (restos de
poda, limpias de montes, desbroces de carreteras, regeneración del bosque
autóctono, escamondas y trasmoches), por una parte, y en una accesible
distribución local de leña (consumo de proximidad), por otra.
Pelletizar bosques sin una óptima gestión forestal podría
ser un grave error; sería una vez más materia prima extraída de los montes y
riberas de Teruel sin beneficios directos para su gente. La silvicultura
asociada, en este ámbito, debe ser cuidadosamente planificada, regulada y
vigilada.
Nuevos enfoques, como el llamado agroforestalismo
(plantación de árboles en los campos de cultivos herbáceos), la gestión del
patrimonio del chopo cabecero, la biomasa contenida en los montes comunales y de propios, etc., se
hacen sin duda necesarios. Como dijo Chabier de Jaime respecto al chopo cabecero: “deberíamos
encaminarnos hacia la implicación de la sociedad en su conservación y
mantenimiento, hacia su aprovechamiento energético (biomasa), y hacia su
valorización cultural.”
Manel Moya
Colectivo
Sollavientos
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