martes, 17 de junio de 2008

EL TOUR , LA VUELTA Y EL TERUEL INTERIOR





No es el fútbol. El deporte televisivo más espectacular es el ciclismo, y no por ser el más duro y esforzado. Y es que, sin tener en cuenta los significados de la bicicleta (vehículo silencioso, ecológico y saludable, que permite trasladarse a una velocidad humanizada, alternativa de transporte personal urbano) y dejando aparte la emoción de la competición y las eventuales hazañas de algún corredor, la televisión no muestra un juego en una cancha rodeada de graderías, sino una “serpiente multicolor” atravesando paisajes abiertos: ciudades y pueblos, páramos, campos cultivados, ríos y valles, costas y montañas. ¿Quién podrá negar el atractivo especial de las vistas aéreas? Diríase que el ciclismo se inventó pensando en la televisión.

En las retransmisiones del Tour de Francia los cámaras de televisión encuadran paisajes rurales y urbanos impecables. Unos días después llega la apoteosis visual en las etapas de montaña, en las que se ofrecen magníficas panorámicas de los Pirineos y de los Alpes. Regresando al llano, en las etapas de transición, observamos cómo van quedando atrás los parajes naturales modificados por la mano del hombre: los omnipresentes campos de cultivo, verdes en su mayoría a pesar del verano, con su arbolado y sus setos dispersos.

La entrada de las poblaciones francesas suele estar flanqueada por hileras de plátanos de gruesos troncos. No han sido eliminados, se ha desestimado el peligro que pueden representar para los automovilistas. Parece que estamos en un país dispuesto a conservar sus árboles, todo un buen síntoma que contrasta con una cultura arboricida muy extendida en nuestros predios. Cuando el pelotón se adentra en un pueblo de cualquier región francesa se nos ofrece una armonía constructiva de casas que preservan su fisonomía tradicional escrupulosamente. La vista aérea hace notar que ni un solo tejado desentona. De ruinas, ni las históricas…

En septiembre es la piel de toro el macroescenario de otro importante acontecimiento deportivo: La Vuelta ciclista a España. Por razones geológicas y climáticas, entre otras, los paisajes mostrados son muy diferentes de los franceses, pero no menos interesantes aunque los percibamos más familiares. Aunque la impresión es de no estar todo tan cuidado como en Francia, sobre todo al acceder a los núcleos urbanos. Parece que la estética y el buen gusto no son valores dominantes en los planteamientos constructivos. Las alturas, los volúmenes, los materiales diversos, el aspecto externo de los edificios, son de lo más variopinto.

Alguna de las etapas, al menos en la Vuelta a Aragón, volverá a transitar por nuestro Teruel Interior y atravesará nuestros pueblos. ¿Qué debería mostrarse a los telespectadores al paso de las bicicletas?

No desearíamos que fuesen pajares hundidos a la entrada de los pueblos, casas abandonadas, masadas derruidas o enormes naves que agreden el equilibrio visual; ni las heridas y cicatrices que infligen al paisaje las múltiples explotaciones de minería abierta, ni carreteras “desmesuradas” por su anchura o su trazado, ni una acumulación de amenazantes aerogeneradores gigantes encaramados en las lomas.

Por el contrario, debería prevalecer en los observadores la mirada atrapada por nuestros paisajes pardos, salpicados de bancales; adormecidos unas veces, agrestes otras, surcados por interminables hileras de chopos cabeceros y, cómo no, por el sobrio encanto de nuestros pequeños pueblos, conservados todos con esmero.


GONZALO TENA GÓMEZ

1 comentario:

Anónimo dijo...

No se si me equivoco, pero me parece que soy un ex-alumno tuyo de EGB, que acabo de volver a "flipar" contigo por lo bien que escribes, siempre me gustó ser tu alumno...