lunes, 19 de julio de 2010
EL FUTURO DE NUESTROS MONTES. LOS INCENDIOS FORESTALES EN LA PROVINCIA DE TERUEL (VI)
CASTELFRÍO: RECUPERAR UN PAISAJE TRAS EL FUEGO (II)
No comparto la idea de que sea posible hacer desaparecer el fuego, como riesgo que amenaza nuestro entorno. El fuego ha intervenido en la configuración de los paisajes que hoy tenemos, resultado de la gestión del territorio realizada en otros momentos en que la vida dependía de disponer de pastos para el ganado o de obtener nuevas áreas de cultivo. Soy consciente de que la climatología tormentosa lleva aparato eléctrico que genera fuegos, que si además se ve acompañada con un amplio periodo de sequía y fuertes vientos puede generar incendios de grandes proporciones muy dificiles de controlar, por más medios antiincendios de que dispongamos.
Por todo ello, apuesto por una labor preventiva de gestión en las masas forestales: generar superficies forestales con una composición y estructura capaz de resistir o resurgir tras el paso del fuego, bien haciendo disminuir la tendencia de crecimiento exponencial de éste cuando encuentra combustible, o bien resurgiendo tras su paso, minimizando los efectos posteriores. Y esto no sólo de cara a la recuperación del paisaje, también de los servicios ambientales que obtenemos de la función de los ecosistemas naturales.
En el incendio de Castelfrio observamos áreas donde el paso del fuego ha dejado un paisaje con una menor densidad de pinar, salpicado de enebros y sabina rastrera, más parecido a las áreas naturales que se conservan en los alrededores. Un paisaje quizás más cercano al que el aprovechamiento tradicional ganadero ha modelado en los últimos cien años, en este y en otros lugares de la provincia de Teruel, que ofrece mayor diversidad biológica y donde el fuego, en caso de producirse, no va a encontrar acumulación de material inflamable que favorezca su avance. La población invernante de zorzales, puede ser un buen aliado para la dispersión de semillas de estas cupresáceas, cuya comunidad ocupa una parte sustancial del espacio.
Me parece importante reseñar que la protección del suelo frente a la erosión no va ligada necesariamente a la existencia de una cobertura de bosque, sino más bien a una colonización vegetal de la máxima superficie del terreno. Por otra parte, el diseño de cortafuegos y la fragmentación de la masa de pinar no tienen por qué seguir criterios geométricos. La evolución de este incendio nos ha permitido observar cómo la orografía del terreno pone obstáculos naturales a su avance. Por ello es importante definir el lugar donde ubicar las líneas cortafuegos, adaptándolos a franjas de relieve abrupto donde la dificultad de colonización vegetal simplificará las labores de mantenimiento.
También, la gestión ganadera puede aconsejar abrir claros en medio del pinar y aprovecharlos como pastos. Deben recuperarse los tremedales, donde rezuman las aguas, alterados tras las labores de subsolado realizadas durante las repoblaciones; se trata de áreas húmedas, importantes para garantizar la pervivencia de una flora y fauna peculiar. Finalmente, es importante favorecer el desarrollo de la vegetación de ribera en torno a los barrancos naturales, con chopos y sauces, acompañados de una orla de espinos.
Angel Marco Barea
Colectivo Sollavientos.
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