sábado, 29 de septiembre de 2012

ENERGÍA EÓLICA, PERO NO A CUALQUIER COSTE


Paisaje con Chevrons, que podría verse afectado por el Parque Eólico de la Fuenfresca


Ángel Marco Barea*
José Luis Simón Gómez*


La crisis económica, también ambiental, tiene para algunos especialistas un factor común: “el fin de la energía barata basada en el petróleo”. Esa dificultad de producir al ritmo y coste que ha exigido nuestro modelo consumista nos va a obligar a grandes cambios colectivos, también en hábitos individuales. Muy probablemente no hay vuelta atrás. La incógnita está en saber si esperaremos a que de una manera traumática  se nos impongan los cambios, o asumiremos  su  necesidad y los afrontaremos de una manera voluntaria, planificada y ordenada. 
Una de las alternativas energéticas actuales es la eólica. Somos conscientes de que no es barata, es más. El balance del coste que genera la construcción de los molinos y la energía generada por ellos se aleja mucho del ofrecido por el petróleo. Sin embargo es necesario recordar que el análisis de costes de las energías alternativas es más exigente que el elaborado para el petróleo, por cuanto a éste no suelen  incorporarse los costes externalizados -aquellos que se derivan al conjunto de la sociedad-, que nos supone el deterioro ambiental de áreas naturales en los países donde se extrae, o la contaminación y deterioro ambiental que genera su transporte y su procesamiento en las refinerías.
El  final de  este modelo de vida despilfarrador  y  falto de equidad,  surgido en torno a la hipotética y errónea visión de que disponíamos de una fuente de energía barata y abundante (casi “inagotable”), debería ser aprovechado para hacer un replanteamiento global. Dentro de este contexto, y contando con la tecnología actual, establecer  un número razonable de parques eólicos con el objetivo de reducir nuestra emisión   de CO2 a la atmósfera,  cuyo incremento  parece ser causante del tan nombrado cambio climático, parece un objetivo sensato. También puede posibilitar pasos en la democratización de la energía,  disminuyendo nuestra dependencia de pocas y grandes empresas en las que actualmente se centra la producción y distribución. 
Esta alternativa está materializándose, y en las dos últimas décadas hemos visto cómo el paisaje de amplias zonas de España se ha poblado de aerogeneradores, también los campos turolenses. Pero con su proliferación hemos empezado a tomar conciencia del alto impacto visual que tienen este tipo de instalaciones, y también de los altos índices de mortandad que producen en la avifauna que los atraviesa. El Gobierno de Aragón dictó en el año  2006 una orden para fijar las directrices en  la  elaboración de la Declaración  Ambiental de los  parques eólicos  que se construyan en  Aragón. Contempla la necesidad de excluir   su instalación en  ciertos lugares del territorio aragonés atendiendo a valores ambientales.
Hace unas semanas hemos conocido el proyecto de un nuevo parque eólico en el paraje de la Fuenfresca, dentro del Parque Geológico de Aliaga. Lo componen cinco aerogeneradores,  y ha sido expuesto  a información pública para que el órgano ambiental (INAGA) decida si requiere una Evaluación de Impacto Ambiental previa a su autorización. 
Nuestra intervención en el trámite de información pública de este parque nos  ha hecho reflexionar sobre  el compromiso del Gobierno de Aragón con las áreas sensibles a la instalación de energía eólica. Pensamos que debe ser más exigente a la hora de aplicar esas directrices, teniendo en cuenta no sólo el impacto que genera su funcionamiento, sino también el que se ocasiona en las fases de construcción e instalación. El movimiento de tierras y la construcción de accesos pueden afectar negativamente al patrimonio   paisajístico, geológico o arqueológico, así como a importantes reductos de ecosistemas vegetales cuya protección tenemos asumida por nuestro compromiso ambiental con el resto de la Unión Europea. También debe asumir que la protección de las aves no puede ceñirse a sus áreas de reproducción, con la declaración de las áreas ZEPA (Zona Especial de Protección de Aves). Las aves tienen un espacio vital que les obliga no sólo a desplazamientos diarios alimentarse, también a movimientos  temporales de dispersión y viajes  estacionales migratorios, lo que requiere fijar corredores ecológicos que garanticen  sus movimientos sin riesgos de colisionar con los aerogeneradores. Actualmente se trabaja en instalar  sensores que paralicen las aspas cuando detectan el paso de  aves, medidas que pueden ser eficientes en algunos puntos, pero que no eximen de la necesidad de lograr corredores  libres de parque eólicos.
Igualmente creemos necesario que estos proyectos se den a conocer desde los Ayuntamientos a los habitantes de los municipios implicados, abriendo un debate racional sobre sus consecuencias socioeconómicas y medioambientales,  ya que la participación del territorio debería ser contemplada como prioritaria en las decisiones que se tomen al respecto.

*Colectivo Sollavientos

DOCUMENTACION PARQUE EOLICO FUENFRESCA  DE ALIAGA (TERUEL):







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