Por el corredor ferroviario
Cantábrico-Mediterráneo por Teruel
Sergio Chueca Urzay*
Teruel vive estos días la
revitalización de una reivindicación histórica. Un amplio tejido social exigimos
inversiones y mejoras en la única infraestructura ferroviaria que queda en toda
la provincia. De no recibir una partida presupuestaria del gobierno central que
permita la ejecución de inversiones pronto, la línea férrea peligra. El
deterioro paulatino de la infraestructura es un preludio o antesala de su
desaparición; podemos ver en breve la extinción de este clásico medio de
transporte en Teruel. La escasa población con la que cuenta la provincia de la
capital del Turia hace que su peso político y económico en los centros de poder
sea reducido, lo que se traduce en una probabilidad de que, ante escenarios
presupuestarios restrictivos, el tren que circula a través de Teruel pase a ser
parte de un recuerdo de su historia.
Desde el elenco de ópticas diferentes
donde es posible buscar argumentos en su defensa, para solicitar la
reactivación y potenciación de este eje ferroviario, encuentro el importante
papel que podría tener en el establecimiento de un modelo de economía verde
para el transporte de mercancías. La propia Comisión Europea reconoce, desde
hace más de una década, la importancia del transporte de mercancías mediante
tren como piedra angular para diseñar un mercado de transporte sostenible y
competitivo.
Este hecho entra en
contraposición con que en España y, por tanto, en Teruel, la potenciación de la
tecnología ferroviaria arrastra el lastre de décadas de dejadez, en las que el
modelo desarrollado, implantado y promocionado por las Administraciones Públicas,
se ha enfocado al transporte de mercancías por carretera, con inversiones millonarias en autopistas.
Es en esta dualidad de gestión
en el movimiento de las mercancías -transporte carretero versus transporte ferroviario-, donde encuentro varias razones de
peso para exigir el cambio del modelo de desarrollo actual en el transporte de
mercancías. La potenciación del corredor ferroviario Cantábrico-Mediterráneo
por Teruel, con este uso principalmente, y por añadidura, que permita el
tránsito de algunos trenes de pasajeros con una velocidad media aceptable,
permitiría su supervivencia. Ambos sistemas de transporte, carretero y
ferroviario, van a ser necesarios en el futuro.
En lo referente a las
mercancías, cualquier persona con sensibilidad ecológica, entenderá que parte
del transporte se haga a través de los ejes ferroviarios, por su menor impacto
medio-ambiental, y que la existencia de dos puertos, uno al principio, el de
Valencia, y otro al final, el de Bilbao, justifican plenamente este eje al
dotar de un trazado eficiente en distancia
la conexión entre ambos.
Desde la perspectiva de los
valores de conservación y protección del territorio, y aceptando que parte de
la globalización en la producción industrial y la economía de gran escala va a
seguir manteniéndose, es necesario asegurar la sostenibilidad ecológica de este
modelo productivo que ha democratizado el consumo.
El uso intensivo de la
tecnología ferroviaria en el transporte de mercancías tiene claros beneficios
ambientales:
Primera ventaja ecológica: Según datos publicados por la asociación
americana de trenes, la eficiencia en el consumo de combustible es claramente
favorable al transporte ferroviario. En promedio, el coste energético de mover
una tonelada de mercancía una distancia de 200 kilómetros es de
tan sólo un litro de gasóleo (en el caso de utilizar una línea no electrificada
se utilizan combustibles fósiles). Los trenes de mercancías son cuatro veces
más eficientes en el consumo de combustibles fósiles que los camiones. Esta eficiencia
tiene un claro impacto en las emisiones de gases de efecto invernadero.
Simplemente el cambio de tecnología reduce el impacto en las emisiones en un
75%.
Si además se produce la
electrificación de la línea, tal como se demanda en la sociedad turolense, el
impacto en la reducción de emisiones de CO2 podría ser superior, si
se alimenta la tracción mediante una mezcla de energías donde las renovables
tengan una fuerte presencia.
Segunda ventaja ecológica: Al potenciar este corredor se va a reducir
la presión sobre las solicitudes de ampliación en capacidad de ciertos nodos
carreteros, principalmente en las entradas y circunvalaciones de las grandes
ciudades situadas a lo largo del recorrido, es decir, en Valencia, Zaragoza y
Bilbao. La saturación y la congestión de tráfico rodado, cuando se comparte la
circulación entre vehículos de uso familiar y el transporte de mercancías
mediante camiones, lleva a hacer cada vez más asfaltado alrededor de estas
urbes. Reduciendo el tráfico rodado liberamos un recurso y limitados la presión
por su ampliación, y aumentamos la seguridad del tráfico en los desplazamientos
familiares, que encontrarían menos camiones.
Tercera ventaja ecológica: Las tecnologías de tracción mediante
locomotoras permiten una mejor gestión de la contaminación, lo que utilizando
las mejores tecnologías implica la posibilidad de reducir las emisiones de
partículas o de aerosoles hasta en un 90% y las emisiones de óxidos de
nitrógeno hasta en un 80%.
Cuarta ventaja ecológica: El impacto paisajístico de una línea
convencional de transporte de mercancías sobre el territorio es bastante
inferior que el de otras infraestructuras.
Adicionalmente, para Teruel
elevar la línea Valencia–Teruel–Zaragoza al rango de arteria en el transporte
de mercancías global (dentro de la conexión de los puertos de Valencia y
Bilbao), genera mejoras potenciales objetivas a la hora de poder atraer
inversiones. La proximidad a nodos de transporte económicos para distribuir
productos es uno de los elementos que se tienen en cuenta dentro de la economía
de escala actual, a la hora de elegir ubicaciones donde asentar empresas… y de
paso, si tenemos opciones de desarrollo económico, tendremos una opción
realista de resolver el problema de la despoblación. Ya se sabe, si se genera
un tejido productivo, se fija población.
*Colectivo Sollavientos
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