Gonzalo Tena Gómez*
En el pabellón de la
Cámara de Comercio de Teruel se
enfrentaban a la sinrazón especulativa medioambiental, en el mismo lado de
la red, raqueta argumental en mano,
sobre pista de tierra (o mejor, arcilla) batida, la pareja complementaria y muy
bien compenetrada de tenistas sollaventeros Ivo Aragón y José Luis Simón (JLS), que dirigieron sus
enérgicos servicios, voleas envenenadas, dejadas y certeros smatches, hacia su contrincante, contra
el cual nos quedan unos cuantos encuentros más hasta asegurar la victoria
definitiva en este Grand Slam. En las
gradas, 45 pares de ojos y oídos fijos expectantes, un público claramente
decantado.
Pero dejémonos de coñas
tenísticas y vayamos al grano sintético
del asunto.
Para hacer boca, la
presentación del hermoso audiovisual sobre el disco-libro “Tierra”, con danza
de Clara Gastón incluida. Pase de las ilustraciones paisajísticas de Juan
Carlos Navarro.
JLS “despliega” el mapa
general de las explotaciones de yacimientos de arcillas en la provincia. Nos
habla de tres tipos de arcillas: 1 La de toda la vida, destinada a la
producción de tejas y ladrillos; 2 La arcilla de pasta roja, destinada a la
obtención de gres, con canteras en Galve y Riodeva, y 3 La arcilla de pasta
blanca, con yacimientos en explotación en Crivillén, Estercuel y Berge. La
potente industria cerámica de La Plana de Castellón (90 % de la producción
nacional y 10% de la mundial, con claras expectativas de crecimiento) es la que
requiere nuestras arcillas.
Ivo nos explica el
impacto socio-económico de la minería de arcillas actual en Teruel,
interpretando unas gráficas clarificadoras. En Galve, por ejemplo, la apertura
del chandrío, perdón, de la explotación en 1980, a pesar del empleo inicial de
20 personas y 5 camiones (actualmente ya
no trabaja en ella nadie del pueblo y son la ganadería extensiva y el
patrimonio paleontológico sus principales recursos económicos), no corrige la tendencia de disminución de la
población. En cuanto a las expectativas económicas, se debe tener en cuenta que la arcilla es una materia prima barata y que en nuestro territorio no
existe industria asociada a las extracciones.
El caso de Aguilar, con
una base de población envejecida e inactiva, presenta -en los sectores
agrícola, ganadero y forestal- una tasa de actividad mayor que en Riodeva,
donde la multinacional Sibelco está empleando a gente del pueblo. La fábrica de
quesos “Hontanar” en Aguilar, ocupa a 10
habitantes de un censo total de 62. En Riodeva, por el contrario, están a
expensas de los contratos de Sibelco, que ha tenido al pueblo en vilo por la
posibilidad de cierre de la mina (finalmente ha reducido la plantilla de 24 a
19 trabajadores). En este pueblo ha habido una desincentivación de otras iniciativas económicas por la
dependencia de una fuente única de empleo. En Castellote, 6 minas de arcilla
blanca ocupan a solo 2 trabajadores.
Puede concluirse que la
minería de arcilla en Teruel:
No genera población
No rejuvenece la población
No genera economía, en general
JSL “sirve” el impacto
medioambiental de esta actividad. Menciona las cicatrices, impactos severos
recurrentes –históricos- en el paisaje. La minería de arcillas a cielo abierto
en Teruel viene caracterizada por:
1.
Proyectos deficientes (elaborados con desidia). En el del Valle de
Santilla (Aliaga) se patentiza el desconocimiento geológico, el Estudio de
Impacto Ambiental desprecia el paisaje y el patrimonio y forma de vida del
lugar. Supone excavar una zanja de 1 km de larga por 100 m de ancha y unos 50 m
de profundidad. Ignora el quejigar y habla de “poca diversidad vegetal y
animal”.
2.
Planes y técnicas de restauración deficientes y
que se incumplen sistemáticamente. En Galve, de las 60 ha ocupadas, solo un 10% se ha restaurado
eficazmente.
José Manuel Nicolau, experto en restauraciones
mineras, indica que restaurar es dificilísimo, ya que se producen afecciones a
la vegetación, al suelo y al subsuelo. Indica que la administración habría de
tener en cuenta la minería prescindible
y elaborar una planificación de áreas
susceptibles de explotación, con otras de
exclusión por sus valores medioambientales y paisajísticos. Esto
favorecería las explotaciones sin oposición ni conflictividad social. La restauración supone crear un ecosistema (p.
e., un bosque), que dé servicios a la comunidad. Las empresas explotadoras no
disponen de técnicos preparados en restauración.
JLS expone las dificultades intrínsecas para una explotación sostenible. Las
arcillas de pasta roja, de poco valor económico, son fáciles de extraer y
presentan poco estéril, lo cual imposibilita el relleno de los huecos
generados. La herida de Galve es la más profunda y significativa. Las arcillas de pasta blanca, presentes en la
Formación Utrillas, solo se aprovechan en un 20 o 30% (por tanto disponen de
más material de relleno). Se pagan bien: de 30 a 90 euros por tonelada, pero las
empresas se encuentran con diferentes problemas a la hora de decidir el volumen de extracción: no se sabe lo que se va a
sacar, ni lo que van a pedir las industrias cerámicas, si no cambiarán de
proveedor, el mercado es volátil, etc. La restauración debería hacerse a la vez
que avanza la explotación, lo cual es una
quimera. Las canteras junto al embalse de Santolea, en Castellote,
configuran un auténtico caos visual en la progresión de la explotación. En las
webs de las empresas, por el contrario, todo es fantástico.
De cara al futuro
hay que afrontar los 15 nuevos proyectos que se ciernen sobre la piel del
Teruel Interior: Aguilar, Allepuz, Villarroya, Camarillas, Aliaga… ¿Una nueva
cuenca minera en el Alto Guadalope y en el del Alfambra? Está pendiente el
cálculo de su extensión total.
Ivo expone el conflicto que enfrenta al David de
la Plataforma Aguilar Natural con el Goliat de la multinacional Sibelco, con el
despacho de Garrigues Walker a favor del gigantón. La falta de implicación de
la administración es manifiesta. La condena de Sergio y de él mismo por un
juzgado de Teruel –por criticar una sentencia favorable a la empresa- vulnera
el derecho humano a la libertad de expresión. El caso está ahora en manos del
Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo. Incluso en África y
América Latina se reconocen los derechos de los pueblos indígenas a
salvaguardar sus tierras, no así en Teruel. Ciertamente, los problemas
ambientales generan conflictividad
social.
Se inician las intervenciones del público.
Se cuestiona la actual y obsoleta Ley de Minas, que favorece los intereses
empresariales en detrimento de los municipios y los particulares, considerando
la arcilla un bien de interés público y no reconociendo la propiedad del
subsuelo ligada a la del suelo, lo que aboca a expropiaciones forzosas. En todo
caso hay autonomías menos permisivas: Madrid, Comunidad Valenciana.
Se indica que los municipios han de ser los
gestores de sus propios recursos. Se echa de menos la presencia de miembros de
la DGA en el acto.
Se insiste en la necesidad de un plan de ordenación minero-ambiental,
prometido hace tiempo por los gestores públicos y desestimado posteriormente
porque “es muy complicado de hacer y no hace falta”. Al menos ya disponen de un
vehículo todoterreno para efectuar inspecciones. Se comenta el temor de los
funcionarios a verse denunciados por las empresas. Maribel menciona la
conflictividad inicial en Galve ante la diferente actitud de los propietarios a
la hora de vender sus fincas.
En todo caso, ¿no será normal lo que está pasando
en un país que –mientras no lo cambiemos- funciona como ya todos sabemos?
Ovación final y a la calle.
*Colectivo Sollavientos
1 comentario:
Gracias por contribuir a defender la Naturaleza y el paisaje. Así como por plantar cara a estos proyectos depredadores.
Todo mi ánimo.
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