Nadie podrá negar que los estilos arquitectónicos mudéjar, gótico, neoclásico o barroco –preferencias individuales aparte- son admirables. Así como sus correspondientes correlatos escultóricos y pictóricos. Decir que podemos admirarlos ‘en casa’, ligados a nuestra historia local, puede parecer más aventurado. Sus manifestaciones no son tan famosas como las de las grandes ciudades, pero, a su escala local, igual de importantes, por su valor intrínseco y por la conexión directa con el paisanaje (las grandes obras urbanas nos resultan más ajenas). O sea, que sí, lo tenemos en nuestros ‘pequeños’ pueblos, esperándonos para darnos algunas sorpresas. Las primeras cuestiones que se suscitan son: ¿esto por qué está tan descuidado?, ¿por qué no se valora adecuadamente?, ¿por qué no se preserva?, ¿por qué no se promociona y se le saca partido?
El 24 de julio de 2021, dentro del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra, se llevó a cabo un itinerario de patrimonio artístico en tres de sus localidades de la mano apasionada de Belén Boloqui, vestida de ‘sacerdotisa’ y de Lucía Pérez, sombrero de ala ancha, ambas de la Asociación-Acción pública para la defensa del patrimonio aragonés (APUDEPA), y la colaboración de Luis Miguel López, de la Asociación cultural Camerón de Camarillas. Un grupo de una sesentena de personas con representación de La Habana, respetando las medidas antipandemia, nos congregamos para visitar la iglesia de la Asunción de Jorcas, la ermita de la Virgen del Campo de Camarillas y la iglesia de la Asunción de Galve.
El templo parroquial de Jorcas, fue construido en el siglo XVI por el maestro de obras Roque de Xado, derrocado el anterior. Presenta una elegante fachada manierista con la originalidad del parteluz de la entrada. En su interior, la bóveda es de crucería gótica y sus elevadas ventanas están adornadas de pinturas que imitan la rocalla barroca. Francisco Moya, escultor local, sería el autor de sus retablos destruidos. Cabe preguntarse, hasta dónde hubiera llegado la suntuosidad interna y la calidad de la imaginería en caso de no haber sido saqueada. Estamos ante un bien inventariado.