El Diario de Teruel, de fecha 5 de noviembre de 2009, publica en Tribuna Abierta este artículo de opinión, como respuesta a la serie de artículos que Sollavientos viene publicando en torno a la despoblación rural.
Despoblamiento de la provincia de Teruel
Mal lo tenemos amigo José Luís Simón y nada me gustaría más que llevases razón, que se cumplieran tus deseos y los pueblos pequeños, el tuyo y el mío entre otras muchas docenas y docenas, a lo largo y ancho de la geografía turolense, continuaran su andadura “por los siglos de los siglos”. Pero me temo que a pesar de las crisis, de los negros augurios de cambios climáticos y de otras calamidades bíblicas que los nostradamus de turno nos auguran, la evolución, como bien sabemos los geólogos, no tiene marcha atrás salvo algún que otro reajuste en beneficio del propio sistema. Y la evolución, no solo en Teruel sino en general, en España y todos los países, es la concentración de la población en áreas más favorecidas y por consiguiente el despoblamiento de otras con condiciones de vida más adversas.
Así que o mucho me equivoco o me temo que nuestros pueblos, como sociedades articuladas, tienen los días contados, pervivirán como bien dices pero “serán otra cosa”, quizás casas de campo para los habitantes de las ciudades. No hay nada más que ver las pirámides de población y comprobar la falta de relevo generacional, aquellos pueblos que en los años 60 estaban entre los 500 y 800 habitantes, e incluso podían llegar al millar, hoy día apenas llegan a los 100 y en su mayoría de más de 60 años, sin apenas niños, salvo los provenientes de la coyuntura inmigracional actual, que ya se acaba. Estamos hablando de los pueblos estrictamente agrarios, de agricultura y ganadería tradicional, que son más del 80% de los de la provincia. Afortunadamente otros que han creado industrias agroalimentarias y, en menor medida ganaderas o de cualquier otro tipo, han frenado la emigración, y aunque con dificultades, se mantienen, incluso alguno ha crecido.
Y es que la geografía de Teruel, y por ende las condiciones de vida, son muy duras, la mayor parte de la provincia se encuentra por encima de los 800 m. de altitud. La línea Albalate del Arzobispo, Andorra, Alcorisa, Mas de las Matas, Valderrobres separa las “tierras altas” al SO y las “tierras bajas” al NE. Siempre hemos oído, en nuestros pueblos, que la gente se iba a la “tierra baja” (levantina o del Ebro) para mejorar; la prueba, los numerosos apellidos serranos en todo el Levante e incluso hasta en Granada, y muchos de ellos ya proceden de la Reconquista, no volvieron.
Parece ser pues, que con pocas excepciones (quizás la excepción de Suiza confirme la regla) y de acuerdo con condicionamientos socio-jurídicos de cada país, las zonas más propicias al desarrollo y por ende a una mayor concentración de la población son las tierras bajas. Y las altas, pues población mucho menor, en algunos casos de supervivencia o de refugio en épocas adversas.
Y no será porque en los últimos decenios no se han intentado explorar nuevas vías, y no se han confeccionado planes y más planes, pero la realidad es muy tozuda. Hasta la fecha, los resultados han sido poco halagüeños, quizás con la excepción de Dinópolis. Por otro lado, también van a jugar en contra otros factores, uno de ellos quedarnos al margen del AVE, que hubiera permitido un transporte muy rápido, de la zona central y oriental de España, poco agraciadas ecológicamente, hacia las serranías turolenses. La autovía mudéjar algo nos compensa, pero no es comparable.
La provincia posee una naturaleza privilegiada, la altitud mencionada propicia afloramientos geológicos y de vegetación extraordinarios. El turismo ecológico o rural, cada vez más numeroso disfruta, a sus anchas, de la naturaleza, pero no sé si los fines de semana y puentes dan para todo el año. Hacen falta más incentivos, mas industrialización, mejor aprovechamiento de nuestros recursos, quizás el agua, el territorio, los recursos geológicos y biológicos, y hace falta sobre todo el apoyo a los emprendedores, sean de aquí o foráneos, sin mirarnos tanto el ombligo ni poner trabas a empresas que deseen instalarse buscando nuestros recursos, porque se instalarán si les conviene, no por altruismo ni por coger subvenciones.
Y pese a todo, tampoco la cosa es tan grave, creo que tenemos que ver el mundo con la mirada de hoy, desprendiéndonos de añoranzas, aunque sean muy bonitas. En nuestra infancia tardábamos de Luco a Murero en el “tren rapidillo” unas dos horas, pues había que tomar agua en Daroca; es casi el mismo tiempo que hoy echamos de Valencia a Zaragoza, el territorio se ha encogido, esto es muy importante. Ya no vamos a ir más con el carro parando en todos los pueblos, desde Báguena a Calamocha.
Lo que sí estoy de acuerdo con otros autores es en que se mantendrán, e incluso crecerán, determinadas poblaciones o cabeceras comarcales que den servicios destacados a amplias áreas o bien, cuando se encuentren en las autovías, a una distancia de tomar café o de comer, entre otras más importantes, podría ser el caso de Calamocha entre Teruel y Zaragoza, y lo que nadie nos va a quitar es que nos encontramos en una situación de privilegio, en el centro del cuadrante NE, el más desarrollado de la península.
En definitiva, la provincia, aunque todavía nos falten autovías, se ha encogido, y más que lo va a hacer en los próximos años, conforme se pongan en uso, que alguna vez llegarán, los ejes transversales.
Con ello la articulación del territorio y usos del suelo van a cambiar radicalmente. Las pequeñas poblaciones, siempre que posean buena accesibilidad se mantendrán al menos estacionalmente, poblaciones medias y cabeceras comarcales incrementarán su población, en las serranías existirán grandes espacios naturales, forestales, lo que está muy bien, de caza, residenciales, etc., etc., y en los corredores viarios: áreas de servicio, y donde los recursos permitan su explotación: áreas industriales proveedoras de las urbes. Y siempre nos quedará alguna masía (verdad querida Julia) en la que podamos disfrutar de nuestras bellas añoranzas.
DAVID NAVARRO VÁZQUEZ
Geólogo y Diplomado en Ordenación Territorial
1 comentario:
La evolución de las sociedades humanas a diferencia de la geología de la Tierra sí tiene marcha atrás, es decir, tiene avances y retrocesos. Me viene a la cabeza la crsis del s.III que supuso el inicio de la caida del Imperio Romano y la llegada de la Edad Media con todo lo que eso supuso para Europa de retroceso.
Situándonos en nuestro presente tenemos en el horizonte cercano la crisis energética que en realidad es la crisis del petróleo barato y abundante.
Jeff Rubin nos dice en su reciente libro "Por qué el mundo está a punto de hacerse más pequeño" que el aumento del precio del petróleo reforzará los mercados locales pues la distancia saldrá cara.
El low cost ecológicamente insostenible será económicamente inviable...desándaremos la senda de la globalización que anduvimos gracias al petróleo barato...vamos a tener que renacionalizar y relocalizar todo el sistema productivo...van a volver las fábricas, porque no será rentable mover piezas y productos de una parte del mundo a la otra...así que tendremos que volverlo a producirlo nosotros todo y más cerca. Osea relocalizar y aproximar la producción al consumidor, no habrá más remedio. Lo exótico será de nuevo exótico...y caro. Y lo local y artesano volverá a ser lo cotidiano...como en nuestra infancia.
Creo que el futuro no es lo que era, así que pienso que ese Teruel interior sobrevivirá.
ARB
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