Javier Oquendo *
La economía de los territorios rurales ha sufrido una fuerte transformación en los últimos 50 años. Se ha pasado de una sociedad totalmente agraria a una sociedad mixta en la que, además de la agricultura y la ganadería, que siguen siendo un pilar fundamental, la economía se ha diversificado hacia el sector terciario y hacia la transformación de los propios productos agroalimentarios.
Hay una frase que puede marcar el camino a seguir en el desarrollo de los territorios rurales: “productos de calidad en territorios de calidad”.
La calidad del espacio rural de la comarca del Maestrazgo esta bien fundamentada, pues más del 50% de su territorio está incluido en la Red Natura 2000. Tiene además rincones de excepcional belleza y con un estado de conservación muy bueno, que bien merecerían la creación de un Parque Natural para que estos valores se conserven y se potencien, evitando actividades que puedan llevar a su degradación y aportando un valor añadido a todas sus actividades.
Una buena puesta en práctica de este marco teórico es la que está llevando a cabo la marca Ternera del Maestrazgo. Es indudable que la alimentación del ganado vacuno que pasta en el Maestrazgo es de calidad, pues lo hace en pastos de alta montaña, con bajos niveles de actividad humana y de contaminación. Las vacas estas sueltas por el campo y pueden elegir los mejores pastos en cada momento, así como moverse en libertad dentro de la finca, que suele ser extensa.. Esto se va a notar en la calidad de sus crías y de su carne.
Motivados por estas ideas y por la baja productividad que obtenían de su ganado, algunos ganaderos de la zona se han asociado para distinguir su producto y ofrecerlo directamente a sus consumidores. Se cierra así el ciclo desde la crianza hasta el consumo, apostando no por la cantidad sino por loa calidad, y apostando también por un consumo de proximidad y de relación directa con el consumidor.
Para conseguirlo han tenido que salvar algunas dificultades legales, como es la normativa que llevó a cerrar los mataderos de la zona. Ésta obligó a transportar el ganado a mataderos lejanos, para volver a ofrecerlo a los clientes cerca de donde se ha criado, con la incongruencia que esto supone y los costes añadidos. Salvaguardando las medidas sanitarias, se podrían facilitar más las cosas, como lo demuestran otras normativas de países europeos.
Salvados los inconvenientes, es una buena práctica y un ejemplo de sostenibilidad que un producto de calidad como es la ternera que se cría en los montes del Maestrazgo sea matada por los propios ganaderos, en instalaciones autorizas y con todas las medidas sanitarias, por supuesto, envasada por ellos y distribuida entre los clientes que la solicitan.
Es un referente de cómo se puede apostar por producir con calidad, por un consumo de proximidad y por un mantenimiento de la actividad reteniendo el valor añadido del producto y no dejándolo en manos de marcados que especulan.
* Colectivo Sollavientos
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