Gonzalo Tena Gómez*
Desde sus laboriosos balbuceos en el primer tercio del siglo XIX (Niepce, Daguerre, Talbot… todo está en la Wikipedia), la productividad de la técnica fotográfica ha ido creciendo aceleradamente, acorde con las mejoras tecnológicas, hasta llegar a una especie de paroxismo o frenesí en los últimos años con el uso de las cámaras digitales. La irrupción del píxel nos ha convertido a la mayoría de la gente en autores compulsivos de este arte de los impacientes. Otro asunto es la limitada vida de los soportes actuales en comparación con la de los analógicos.
Dentro del programa de las “I Jornadas Orquídeas de la Sierra de Albarracín”, tendrán lugar salidas al campo para identificar y fotografiar estas curiosas flores en mayo, junio y julio del 16, en diferentes términos municipales serranos. ¿Cómo resistirse a fotografiarlas, dadas sus especiales coloraciones y formas?
Si hacemos el salto de las orquídeas a los insectos, las posibilidades fotográficas que nos brindan son enormes, con la exhibición de sus bellas configuraciones, simetrías y tonalidades también, y mira que no hay variedad…
La fotografía ornitológica se ha convertido de facto en un género artístico con entidad propia. Dice Joaquín Araújo: “La contemplación del ave construye una escuela de tolerancia”. La captación y conservación de su imagen hacen perdurar y multiplicar esa contemplación. ¡Qué tentador el abejaruco, quizá el pájaro de colorido (rojo, amarillo, verde, azul, marrón y negro) más llamativo en Europa! Con una fotografía que refleja dos ejemplares de esta especie –uno con una nítida abeja en el pico- ha ganado el premio Wildlife Photographer of the Year 2015 Carlos Pérez Naval, de 10 años, natural de Calamocha.
En los atardeceres de finales de verano en Aliaga, a veces las cabras monteses posan vanidosas en las crestas invitando a ser retratadas, ávidas de reconocimiento y fama. Las pautas para proceder están claras: ropa de camuflaje, equipo fotográfico adecuado a las apetencias personales, silencio, discreción, encuadrar, enfocar… y disparar.
A parte de las especies de fauna y flora, las múltiples facetas del impresionante y variado paisaje de Teruel están a la expectativa de ser “cazadas” fotográficamente también; démosles y démosnos el gusto. Imitemos a aquellos privilegiados viajeros del siglo XVIII, que se llevaban en sus dibujos retazos de los paisajes que recorrían, ahora con nuestros paisajes y con todas las facilidades. Por otra parte, quién sabe si el selfie turolense no se pone de moda turística la próxima temporada… Y si ante nosotros aparece algún estropicio, captémoslo también para que sirva de soporte de denuncia de lo que no debe ser…
Por supuesto, que en torno a la fotografía de/sobre Teruel están comenzando a girar el turismo rural, talleres, aprendizaje de la fotografía en las escuelas y los institutos, publicaciones gráficas, exposiciones, jornadas como la arriba citada, y certámenes generales o monográficos organizados por ayuntamientos y otras instituciones, como el II Concurso de Fotografía sobre el Chopo Cabecero, celebrado en Aliaga el último otoño. Teruel ya brilla en el mundo de la fotografía de la Naturaleza.
* Colectivo Sollavientos
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