A José Mª, maestro del Campo de Visiedo
En las pistas de la Cámara de Comercio de Teruel desarrolló en familia de
23 miembros (numerosa, eh) una elegante carrera de fondo, el completísimo y muy
entrenado atleta defensor de todos los colores del Chopo Cabecero, Chabier de
Jaime Lorén.
Pero dejémonos de coñas atléticas y vayamos al grano sintético del asunto.
Fue un privilegio, escuchar la magnífica exposición -acompañada de
clarificadoras y bellas imágenes- de un
naturalista, pedagogo y comunicador con un importante bagaje científico y, por
encima de todo, con una valiosa calidad
humana. Su cargo actual, de
director-gerente del Parque Cultural del Alto Alfambra, en ciernes, supone un
beneficio liberador para las choperas turolenses -que ahora amarillean- y para
la ciudadanía, que aún anda un poco verde.
Chabier nos proporcionó una visión poliédrica y exhaustiva de los aspectos
de estos cultivos de Populus nigra
(el latín conecta la botánica con la gente: populus
significa ‘álamo’ y también ‘pueblo’),
que han iniciado la marcha hacia su conservación y que constituyen “un paisaje
único en Europa”.
En una visión esquemática de la conferencia podríamos hablar de la tipología
de los chopos: íntegro, tallar y trasmocho y de la morfología del camocho (otra denominación para el cabecero):
raíces, tronco, cabeza o toza y vigas ; de la complementariedad de los usos
ganaderos y la práctica de la escamonda; de la variedad de especies de trasmochos: chopos, sauces, fresnos, hayas,
alisos, abedules y carpes; de un origen remoto en la respuesta vegetal a los
grandes herbívoros del Mioceno; dentro de la historia, del trasmocho como práctica ganadera neolítica que se
extiende en el Medievo europeo y llega a la actualidad como un paisaje rural
tradicional y multifuncional en diferentes países; de la gestión tradicional:
plantación, formación y escamonda productiva; de las fases de la vida del
árbol: de la juvenil pasa directamente a la de senescencia o envejecimiento; de
un estudio de las dimensiones de los diámetros de los chopos en el valle del
río Pancrudo; de la edad que han alcanzado; de que constituyen un producto del
aprovechamiento agroforestal sostenible; de sus usos: obtención de vigas para
la construcción, combustible doméstico e industrial (para los hornos), alimento
para el ganado (forraje, dehesas, vías pecuarias), protección de márgenes de
fincas agrícolas, embalajes, fiestas (hogueras), como pararrayos y en
horticultura y carpintería; de la distribución
de las choperas en Europa, Asia occidental (Turquía), en la península Ibérica,
en el Sistema Ibérico y en Teruel (cuencas del Pancrudo, el Alfambra, el
Aguasvivas y el Huerva); de los servicios
ecológicos que nos prestan: entre muchos, el mantenimiento de la
biodiversidad vegetal y animal; del valor
paisajístico asociado: cultural, histórico, rural y de identidad del
territorio; de su valor histórico:
documentos y vicisitudes pasadas; de su valor
cultural: etnológico, monumental y artístico, de los que se deduce su
aprovechamiento turístico; de su valor afectivo: juegos, reuniones; de las
iniciativas y propuestas para su conservación: experiencias educativas, Fiesta
del Chopo Cabecero, etc.; de las amenazas
a que están expuestos, entre las que destaca la pérdida del turno de desmoche
(atrincheramiento)…
En el turno de palabras hubo interesantes intervenciones de los asistentes
en torno a la conexión del tema con la Literatura (Libros de Viajes); conflicto
local en Miravete cuando se erradicaron los chopos del pueblo; el papel del
Parque Cultural, de protección y promoción, que no varía la normativa; la
hibridación de los chopos de siempre con otras variedades introducidas
(lombardos y chopos norteamericanos); el interés de nuevas plantaciones para
desarrollar los cabeceros; la continuidad espacial y temporal de las choperas,
garante del mantenimiento de biodiversidad; el “efecto Foehn”, aplicado
metafóricamente a las masas turísticas valencianas que ascienden a las sierras
turolenses; el papel de la escuela en la concienciación conservacionista; la
inminente 9ª Fiesta del Chopo Cabecero en Jorcas y Allepuz el día 21 de
octubre.
Gonzalo Tena Gómez.
Colectivo Sollavientos
1 comentario:
Gracias Gonzalo por tu amable dedicatoria. Pasamos una tarde entrañable y muy didáctica. Chabier quiere acercar la memoria, belleza y futuro a la escuela y eso me gusta. La escuela rural ha de conectar y potenciar el impresionante medio natural que tiene a su alcance. Hacer sentir a los niños el perfume de la tierra roja mojada, los árboles preñados de colores y las sinfonías de cardelinas y verdecillos. Tienen derecho a pasear por senderos y distinguir el trigo de la cebada, el tomillo de la aliaga. Porque es respetar nuestra historia, nuestros antepasados que lucharon y trabajaron la tierra con sus manos fuertes y vigorosas. No debemos olvidar la tierra que nos mece en cielos azules, serenos y limpios.
Gracias a iniciativas como las que ofrece Sollavientos podemos comprender mejor nuestra humilde existencia. Gracias a personas como Chabier, los niños comprenderán y aprenderán que existe su pueblo, sus gentes y su chopo.
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