De los 8.000 habitantes
en 18 pueblos de la comarca, acudieron al ático acristalado caldeado por el sol
vespertino 10 personas majísimas (Agustín, Pedro, Elisabet, Ferran, Ersi, Xavi,
Arturo, Ángeles, Javier y Eli) críticas y concienciadas, originarias de este
territorio o que quieren arraigar en él, para, a modo de terapia grupal, expresarnos
sus pensamientos y contarnos sus cuitas.
En el Matarranya también cuecen habas, las suyas: despoblación (también), desconexión
entre las asociaciones, dificultad de integración en las comunidades locales,
rechazo y obstáculos de las instituciones a los de fuera que quieren vivir y
trabajar allí, “mentalidad arcaica” o “paleomatarranyismo” de algunas personas
autóctonas, falta de trabajo y trabajo mal pagado, pujanza de la ganadería
porcina con graves problemas de acumulación de purines y mala olor, con plantas
de tratamiento no operativas, posiciones dominantes no razonadas contra la
declaración de Parque Natural (el estatus de protección ambiental es de LIC y
ZEPA), dinámicas de tensión entre familias en la escuela de Lledó, que ha
pasado 3 a
29 alumnos, desarraigo del profesorado, precaria salud infantil, la
administración como freno y amenaza, falta de conexión entre sectores
económicos, clientelismo y corrupción, falta de sintonía entre el poder local y
el comarcal…
Es cierto que los
asistentes, personas comprometidas con el Matarranya, abundaron en esa visión
crítica de su realidad actual, pero también valoraron con cierto orgullo la
riqueza de su vida cultural o la pujanza de su sector turístico. Este último ha
crecido de forma sorprendente (más de 2000 camas hoteleras y más de 300 puestos
de trabajo directos en la comarca) “vendiendo” fundamentalmente paisaje, pero
también busca un modelo de calidad basado en servicios “personalizados” para
sectores de clientela exigentes.
De nuevo surge la palabra
fundamental: planificación. Se
incide en el valor del paisaje y su rentabilidad económica (moratoria de instalación de parques eólicos) en la denominada
“Toscana española” (como si la italiana fuera “el Matarranya italiano”), un
hervidero cultural, donde surgen las oportunidades y, como todo depende de la
calidad de las personas, se apuesta por reforzar la autoestima, comunicación, compromiso y constancia.
La asociación Gent del Matarranya establece contacto con Sollavientos. Y finalizamos con la presentación del disco
“Tierra”.
Gonzalo Tena Gómez.
Colectivo Sollavientos
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