De izda. a drcha: Ramón Buckley, Vicente Aupí y Carlos García Santa Cecilia |
Se presentó, el pasado 7 de marzo, el libro en
la elegante sala IVAMLab del prestigioso Institut
Valencià
d’ Art Modern, en olor de periodismo
intemporal. Su subtítulo clarifica el contenido: “La Guerra Civil Española y
los corresponsales internacionales en la Batalla de Teruel”.
Tras de la mesa y
ante los micrófonos se sentaban Carlos García Santa Cecilia, periodista,
escritor y autor de la introducción (del libro y de la conferencia); Vicente
Aupí, periodista, escritor, componente de Sollavientos y autor del
libro a presentar y Ramón Buckley, profesor jubilado, escritor, traductor,
redactor del prólogo e hijo de Henry
Buckley (nacido en Manchester, católico practicante y defensor de la República
Española), que fue el corresponsal en la Batalla de Teruel para el diario
conservador The Daily Telegraph.
Carlos García nos contó
cómo había empezado todo: un golpe de estado militar que, ante una fuerte
resistencia armada, se convirtió en la guerra civil de todos conocida. Iniciado
el conflicto, Felix Correia, del Diário de Lisboa, hace la primera
entrevista a Franco para situar y dar a conocer en el mundo este interesante personaje.
Mário Neves escribió cuatro crónicas
para el mismo periódico sobre la matanza de republicanos en la plaza de toros
de Badajoz, de las que consiguió publicar dos. Por él se enteró Jay Allen, “el mejor periodista de la
guerra”, del Chicago Tribune, de la entrada de los sublevados en la ciudad
y relató la masacre en un artículo antológico: Slaughter of 4,000 at Badajoz,
City of Horrors. Henry Buckley se percata de que Madrid resiste y
vislumbra que la guerra de España constituirá la primera batalla de la Segunda
Guerra Mundial. Entre otros episodios
relevantes de la contienda (bombardeo de Gernika, Batalla del Ebro, etc.) Teruel
suscitó la mayor expectación mediática de la época.
Ramón Buckley, que debe
su existencia a la identificación religiosa de su padre y su madre, María
Planas, aportó la nota emotiva al acto. Evocó la Guerra Civil española como un
“momento único en la historia del periodismo”, calificado como “la edad de oro
del periodismo” por Hugh Thomas y la Batalla de Teruel “la que más libros ha
inspirado”. Contó que su padre se desplazaba diariamente desde Valencia hasta
Teruel y de vuelta a Valencia para escribir sus crónicas, impelido por la prisa.
En su relato de los acontecimientos presenciados, introducía el elemento
emocional: era preciso “dramatizar los hechos” para despertar el sentimiento
solidario de los lectores con la causa republicana. Inevitable citar su
imprescindible obra Vida y muerte de la
República Española, relatado en primera persona y traducido por Ramón, que acabó
aludiendo a la “’épica de la Guerra Civil” y a sus “momentos bellos”.
Vicente Aupí recordó la
afirmación de E. Hemingway, que
cobraba 500 dólares por cada crónica, “la Guerra Civil Española fue el periodo
más feliz de nuestras vidas”. Evocó la
labor de Herbert L. Matthews, de The New
York Times y su libro fundamental The
Education of a Correspondent. También
la asunción por primera vez del riesgo de morir por parte de los
corresponsales: Sheepshanks, Neil y Johnson, reporteros convocados por el
bando franquista, perdieron la vida como consecuencia de un bombardeo
republicano en Caudé, que alcanzó el coche en que iban. Y por otra parte, el autor hizo referencia a
la que H. Buckley consideró “la mejor Nochebuena de su vida”, la del 37 en el
gélido frente de Teruel, opuesta a la opulencia de las ciudades europeas; al
alegato a favor de la República del embajador de EE UU, Bowers, desoído por el
presidente demócrata Roosevelt, que finalmente, demasiado tarde, reconoce su
error; a las instantáneas de Robert Capa
y las de Harry Randall, fotógrafo de
las Brigadas Internacionales, enviadas desde “el Polo Norte, Sector Teruel”; al
trabajo de Walter Reuter, que desalemanizó la pronunciación de su apellido
en su exilio mejicano y al de Luis
Vidal Corella, fotógrafo valenciano.
V. Aupí, que se ha
documentado en las crónicas mencionadas, redactadas en inglés y en documentos
de la Biblioteca Nacional, homenajeó, en la víspera del 8 de Marzo, las figuras
insustituibles de las fotógrafas Gerda
Taro, alemana y Kati Horna,
anarquista húngara, autoconsiderada una “obrera de la fotografía”, que
contribuyeron a inmortalizar Teruel en sus días más amargos.
Colectivo Sollavientos
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