sábado, 12 de enero de 2019

Hartos de la despoblación


“Despoblación” es la palabra mas repetida en el entorno en que me muevo en los dos o tres últimos años y la verdad es que genera un cierto hartazgo en un buen número de personas residentes de continuo en el mundo rural.


Por una parte el vivir con la despoblación te quita posibilidades y servicios que en ocasiones consideras básicos, aunque siempre hay que cuestionar lo que hoy en día entendemos como tal o con la palabra necesidad, que todavía es más peligrosa. Es cierto que el sistema sanitario se ve afectado por la falta de compromiso de este sector, por supuesto no todos, para desplazarse o desarrollar su tarea en un mundo carente de algunos pequeños servicios. No lo es menos que hay una cierta precariedad laboral, y la dificultad para cubrir algunos puestos de trabajo. Quizás en la educación es donde menos se note, pero hay limitaciones de tiempo y espacio para desarrollar ciertas actividades extraescolares, por ejemplo judo, clarinete..  que por otra parte en ocasiones no se sabe si es muy conveniente desarrollarlas. 

Las redes de comunicación modernas por supuesto que han llegado, aunque quizás les falte velocidad y en algunos casos disponibilidad, pero es cierto que para las labores diarias suele ser suficiente y si resulta que lo que más tenemos es tiempo, ¿para que queremos correr tanto? Es posible que pasarse a la vida slow o tranquila, quitando esnobismos que no son muy rurales, sería una manera de vivir nuestra identidad. Las comunicaciones por carretera no son una maravilla, pero tampoco necesitamos autovías a todas manos para no ocuparlas  o para que nos vayamos más rápido de los pueblos en lugar de para llegar antes. No necesitamos AVE o aeropuertos , sí alguna línea ferroviaria que dé posibilidades de distribuir los productos que se generan en estas tierras. Todas estas carencias producen también una cierta hartura y cansancio.

Pero lo que realmente nos harta a algunos residentes en zonas con muy baja densidad de población, es el aprovechamiento que se está haciendo de esta situación para  beneficio propio o para generar encuentros y jornadas que poco o nada aportan y casi siempre se celebran en grandes ciudades, pues es donde hay población para llenar el aforo. A algunos se les ve la patita de que lo que realmente se busca son fondos de distintas procedencias para crear infraestructura y estructuras que vivan de la despoblación, pero sin afectarla. Peor todavía cuando se usa como argumentario con tintas racistas o xenófobos o se quiere utilizar para la conquista de votos y de vetos. El tono de desasosiego sube cuando con esta excusa se intentan recoger todos aquellos proyectos que los demás no quieren o se intenta engañar con actividades que en nada benefician a los actuales y futuros residentes del medio rural y así  sólo sirve la despoblación como excusa para instalar cuantos más parques eólicos mejor, aunque destruyan el medio y el paisaje, o cuantas más empresas contaminantes mejor, pues más vale vivir ahogados que tener tanto desahogo; cuantos más vertederos o extracciones de riqueza pues más puestos de trabajo, aunque sean de mala calidad y nocivos.

Alguno dirá, ya están los del pueblo con su nula visión del futuro y su conformismo fruto de la falta de cultura o quizás sólo del adormilamiento que produce tanta pasividad. Pero es que ya no cabe mas discurso y hay que pasar a presentar propuestas,  que partan y vuelvan al mundo rural; de experiencias que ayuden a revitalizar las zonas vaciadas; de gentes que trasladen su domicilio porque de verdad se dan cuenta que vivir es algo distinto a consumir y amontonarse para hacerlo.

Algunos queremos un mundo rural que responda a su esencia, que preserve su cultura, que conserve la riqueza natural heredada, que ofrezca un modelo de educación ecosocial y comunitaria, que valore los recursos por encima de las necesidades, que apueste por la equidad y no por la justicia, que se cuente con él a la hora de tomar decisiones que le afecten, que, en definitiva se crea que un futuro diferente es posible y que cambiando el modelo cambiarán las dinámicas poblacionales.

En toda esta tarea nadie debe quedar excluido ni apartado, pero hay ideas y proyectos que no tienen cabida. Si todos a una pasáramos a la acción, otra suerte nos esperaría. La utopía es alcanzable sólo en parte, pero se puede buscar.

Javier Oquendo
Colectivo Sollavientos

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