“Despoblación” es la palabra
mas repetida en el entorno en que me muevo en los dos o tres últimos años y la
verdad es que genera un cierto hartazgo en un buen número de personas
residentes de continuo en el mundo rural.
Por una parte el vivir con la
despoblación te quita posibilidades y servicios que en ocasiones consideras
básicos, aunque siempre hay que cuestionar lo que hoy en día entendemos como
tal o con la palabra necesidad, que todavía es más peligrosa. Es cierto que el
sistema sanitario se ve afectado por la falta de compromiso de este sector, por
supuesto no todos, para desplazarse o desarrollar su tarea en un mundo carente
de algunos pequeños servicios. No lo es menos que hay una cierta precariedad
laboral, y la dificultad para cubrir algunos puestos de trabajo. Quizás en la
educación es donde menos se note, pero hay limitaciones de tiempo y espacio
para desarrollar ciertas actividades extraescolares, por ejemplo judo,
clarinete.. que por otra parte en
ocasiones no se sabe si es muy conveniente desarrollarlas.
Las redes de
comunicación modernas por supuesto que han llegado, aunque quizás les falte
velocidad y en algunos casos disponibilidad, pero es cierto que para las
labores diarias suele ser suficiente y si resulta que lo que más tenemos es
tiempo, ¿para que queremos correr tanto? Es posible que pasarse a la vida slow
o tranquila, quitando esnobismos que no son muy rurales, sería una manera de
vivir nuestra identidad. Las comunicaciones por carretera no son una maravilla,
pero tampoco necesitamos autovías a todas manos para no ocuparlas o para que nos vayamos más rápido de los
pueblos en lugar de para llegar antes. No necesitamos AVE o aeropuertos , sí
alguna línea ferroviaria que dé posibilidades de distribuir los productos que
se generan en estas tierras. Todas estas carencias producen también una cierta
hartura y cansancio.
Pero lo que realmente nos
harta a algunos residentes en zonas con muy baja densidad de población, es el
aprovechamiento que se está haciendo de esta situación para beneficio propio o para generar encuentros y
jornadas que poco o nada aportan y casi siempre se celebran en grandes
ciudades, pues es donde hay población para llenar el aforo. A algunos se les ve
la patita de que lo que realmente se busca son fondos de distintas procedencias
para crear infraestructura y estructuras que vivan de la despoblación, pero sin
afectarla. Peor todavía cuando se usa como argumentario con tintas racistas o
xenófobos o se quiere utilizar para la conquista de votos y de vetos. El tono
de desasosiego sube cuando con esta excusa se intentan recoger todos aquellos
proyectos que los demás no quieren o se intenta engañar con actividades que en
nada benefician a los actuales y futuros residentes del medio rural y así sólo sirve la despoblación como excusa para
instalar cuantos más parques eólicos mejor, aunque destruyan el medio y el
paisaje, o cuantas más empresas contaminantes mejor, pues más vale vivir
ahogados que tener tanto desahogo; cuantos más vertederos o extracciones de
riqueza pues más puestos de trabajo, aunque sean de mala calidad y nocivos.
Alguno dirá, ya están los del
pueblo con su nula visión del futuro y su conformismo fruto de la falta de
cultura o quizás sólo del adormilamiento que produce tanta pasividad. Pero es
que ya no cabe mas discurso y hay que pasar a presentar propuestas, que partan y vuelvan al mundo rural; de
experiencias que ayuden a revitalizar las zonas vaciadas; de gentes que
trasladen su domicilio porque de verdad se dan cuenta que vivir es algo
distinto a consumir y amontonarse para hacerlo.
Algunos queremos un mundo
rural que responda a su esencia, que preserve su cultura, que conserve la
riqueza natural heredada, que ofrezca un modelo de educación ecosocial y
comunitaria, que valore los recursos por encima de las necesidades, que apueste
por la equidad y no por la justicia, que se cuente con él a la hora de tomar
decisiones que le afecten, que, en definitiva se crea que un futuro diferente
es posible y que cambiando el modelo cambiarán las dinámicas poblacionales.
En toda esta tarea nadie debe
quedar excluido ni apartado, pero hay ideas y proyectos que no tienen cabida.
Si todos a una pasáramos a la acción, otra suerte nos esperaría. La utopía es
alcanzable sólo en parte, pero se puede buscar.
Javier Oquendo
Colectivo Sollavientos
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