En la
primera jornada nos encontrábamos a las 10 en la cafetería Don Diego, dentro
del imponente edificio del Casino-Teatro Marín, en su denominación tradicional,
Bien catalogado del patrimonio cultural aragonés desde el 2009. Saludos,
sonrisas y charradeta.
Ya en el salón
de baile del primer piso, donde antaño se arrancó Labordeta con sus Leñeros y
sus Masoveros nos sentamos 13 personas en torno a las mesas juntadas para
llevar a cabo nuestra asamblea anual.
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El restaurante Ambeles nos permite acceder a una gastronomía local de alto nivel a un precio asequible. Y continuamos charrando animadamente a corrillos en torno a una mesa redonda.
De nuevo en el Casino, en una sala de actos del primer piso, tiene lugar la presentación y deliberación más que debate, sobre la función de las Reservas de la Biosfera, con referencias mediáticas e internas sobradas, muy bien conducido por J. Manuel Nicolau, sesión amenizada por la música del baile del salón inferior. Entre la asistencia está Sagrario Sanz, gerente de ASIADER, promotora de la creación de la R. B. del valle del Cabriel, Jorge Moradell y un concejal de Ganar Cella. El Consejo del Gobierno de Aragón debe pronunciarse antes de junio sobre la aprobación de la R. B. citada. Se pone en relieve el reclamo y valorización para el territorio que han supuesto las R. B. de Ordesa-Viñamala y de Menorca, incluso en la comercialización de productos, que incorporan la marca de la R. B. correspondiente. Se considera que solo la ignorancia puede justificar su rechazo, dentro de un contexto de proverbial resistencia tribal hacia la declaración de las figuras de protección paisajístico-ambiental en la provincia (Maestrazgo, Gúdar-Javalambre…).
Acto seguido, J. Moradell nos hace de guía en otras estancias importantes del Casino: la elegante sala de tertulias y el suntuoso teatro Marín (en honor al tenor), inaugurado en 1918.
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En la segunda jornada, en una mañana fresca y lluviosa, nos recibió Nicolás Ferrer-Bergua Leese en el C.R.O.A. (Centro de Rehabilitación y Observación Ambiental) desde 2011, en la Laguna del Cañizar, envuelta en una bruma misteriosa, con un aromático té de roca (Jasonia glutinosa) y unos deliciosos dulces locales. Otus en el origen, la institución echa a andar como Centro para la Recuperación de la Fauna Salvaje. En el proyecto vigente de educación ambiental hay implicadas tres personas más una cuarta en excedencia. Se llevan a cabo Talleres de concienciación animal “a través del corazón”: los criterios afectivos están por encima de los técnicos. Los escolares asistentes entran en contacto con 4 dóciles burros marrones (“Canela”, “Sal”, “Limón”…), un poney y una yegua blanca (“Tequila”), rescatados del maltrato, que no se dan cuenta de que está lloviendo cuando los vamos a saludar.
Con
soporte visual, Nico nos cuenta la historia de la laguna. Entre 1729 y 1731 se
produce su drenaje, de la mano del
ingeniero Domingo Ferrari. Nos proporciona datos numéricos sobre sus
dimensiones máximas: 11,3 km2 de extensión, 18,8 hm cúb. de
capacidad, 1,7 m de profundidad media. Nos habla de la dula o pastoreo comunal
tradicional a cargo del dulero y de la manufactura del cáñamo destinado a suelas
de las alpargatas y cuerdas. Se aclara la geología que sustenta la laguna: la
fosa tectónica de la cuenca del Jiloca (se descarta el movimiento de acordeón).
Se completa el programa con la visita a las agramaderas, unos artilugios de
madera para cascar las cañas y un horno donde se tostaban las fibras del
cáñamo.
En la
visita matinal nos ha acompañado Carlos, un filólogo que ha manifestado su
intención de ingresar en el Colectivo, y dos jóvenes exiliados venezolanos, con
los que hemos departido en la comida del restaurante Roma de Villarquemado.
Gonçal Tena Gómez
Colectivo Sollavientos
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