miércoles, 18 de diciembre de 2019

CAMBIO CLIMÁTICO Y MUNDO RURAL





Es posible que no se haya escuchado tantas opiniones y comentarios juntos sobre el cambio climático como las escuchadas en los días previos y en los que se está desarrollando la Conferencia sobre el clima o COP25 en Madrid.

Es cierto que no es un problema local o de un determinado lugar, sino que su gravedad se debe a que afecta a todo el planeta y da igual donde se produzcan las emisiones, pues no tienen ni fronteras, ni limitaciones, pero no es menos cierto que no a todos afecta por igual, pues a los países pobres les va a resultar mucho más difícil su adaptación y a las zonas costeras les va a impactar con más fuerza y a determinados ciudadanos de islas del Pacífico ya les ha obligado a emigrar, como a muchos de países que sufren severas sequías.  

Sin olvidar este carácter global del problema, sí que podemos hablar de la incidencia sobre determinadas comunidades o espacios y evaluar su mayor o menor afección. Desde esta perspectiva nos podemos plantear si el cambio climático tiene una incidencia especial en el mundo rural y si este tiene que tomar unos determinados comportamientos para facilitar su mitigación. No es menos cierto que muchos de los debates y de las perspectivas se plantean desde el mundo urbano y sus preocupaciones. Pero no se trata de un enfrentamiento entre culturas, sino de dar luz a las distintas percepciones y sensibilidades.

Cualquier cambio en el clima, que no es el tiempo, que varía permanentemente, tiene mucha más incidencia en las actividades del mundo rural que en otros espacios, pues sus actividades está muy íntimamente relacionadas con el medio natural y con todos los procesos que en él se dan, y uno muy importante es el clima. La agricultura y la ganadería dependen del “cielo”, que decían nuestros mayores, pues todos sus ciclos están influenciados en gran medida por las lluvias, las heladas, las tormentas, los episodios de calor…  Cuando estos cambian y se vuelven más inestables, pongamos por ejemplo las sequias prolongadas, las actividades agrícolas y ganaderas sufren de manera mucho más importante que otros sectores, pues deben procurar el alimento de los animales con productos traídos de fuera, como la soja, y elevar el precio de su producción, sin que el mercado lo asuma en muchos casos.  Por tanto, el cambio climático afecta al mundo rural de forma muy significativa.

Otro de los sectores que ayuda al mantenimiento del mundo rural es el turismo, que podríamos pensar de entrada que éste se va a ver beneficiado por unas temperaturas más cálidas, pero sin ser exhaustivos, son previsibles dificultades en los abastecimientos de agua, el exceso de consumo para estabilizar la temperatura en los establecimientos, tanto en verano con aire acondicionado como en invierno con calefacción. Las olas de calor no facilitan el disfrute del medio, y unos bosques enfermos no ayudan a su disfrute.

En la actividad forestal estamos viendo que los bosques sufren un fuerte estrés hídrico que afecta a la defoliación de los árboles y por tanto han mermado un mercado que ya no estaba en sus mejores momentos. También las plagas son mucho más severas y recurrentes, por lo que los árboles sufren fuertes defoliaciones y en ocasiones mueren.

Al actuar frente al cambio climático, el mundo rural se puede convertir en el espacio donde se plantean las nuevas actividades que intentan mitigar sus efectos, como la generación de electricidad o la captura de CO2, con importantes impactos en su patrimonio y volviendo a convertirlo en productor para el consumo de otros. Esto sería un efecto colateral, pues no sería un efecto directo del cambio en el clima, sino de las actividades que tenemos que plantear para mitigar las emisiones.

El mundo rural es el gran proveedor de recursos ecosistémicos; en lenguaje más vulgar, de cosas necesarias para poder vivir, como los alimentos, el oxígeno, el agua, los recursos forestales y minerales… Pero todos estos recursos son precisamente los que más van a sufrir  merma o  deterioro si la temperatura del planeta sube más de 2º, por lo que las actividades económicas en el mundo rural tendrán una disminución en su rentabilidad.

Es tiempo de actuar y de plantear el futuro con responsabilidad, con la determinación que exige la emergencia climática, pero sin los errores de la improvisación.
 
Javier Oquendo
Miembro del Colectivo Sollavientos

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