jueves, 17 de diciembre de 2020

El día polar en el que se alcanzaron -30 ºC en el corazón de España

 




Se cumplen 56 años del récord oficial de frío, registrado en el Observatorio de Calamocha-Fuentes Claras (Teruel)

 

El triángulo Teruel-Calamocha-Molina de Aragón, con más de un centenar de registros inferiores a -20 ºC, está considerado el Polo del Frío español

Los grandes episodios se han dado tras una invasión de aire polar precursora, al despejarse el cielo con viento en calma y suelo nevado

Entre capitales de provincia, la temperatura más baja corresponde a Albacete, con una mínima de -24 ºC en la gran ola de frío de enero de 1971

  

Vicente Aupí

 

Aquella mañana, la del 17 de diciembre de 1963, el personal de guardia en el Observatorio de Calamocha-Fuentes Claras (Teruel) tuvo que recurrir a un soplete para abrir la verja de la estación meteorológica. Todo se había petrificado con la descomunal helada, vistiendo totalmente de blanco el páramo turolense, en un paisaje que evocaba a las estepas rusas. Horas antes, Manuel Villamón, uno de los observadores, había anotado una temperatura de -21 ºC a la una de la madrugada y -28 ºC a las 7. Finalmente, tras acceder soplete en mano a la garita de los termómetros, se comprobó que la mínima había sido de -30 ºC, temperatura reconocida desde entonces por Aemet como récord oficial de frío en zonas pobladas de España. Villamón, a sus 90 años, esboza hoy una sonrisa al recordar con nostalgia esa época, en la que era habitual que en los turnos de nochevieja dejaran el champán a la intemperie hasta el momento de las uvas: “Ese 17 de diciembre, después de apuntar los -30 ºC, pensé si me habría equivocado, pero me convencí de que no al entrar en el centro de comunicaciones y comprobar que tenía el bigote escarchado”, declara a El País.

Aquellos -30 ºC parecen leyenda de otro tiempo, pero sintetizan la personalidad climática de una porción del solar ibérico de unos 2.000 kilómetros cuadrados, cuya referencia geográfica es el triángulo que forma Teruel con Molina de Aragón y la propia Calamocha. Con un perfil orográfico más bien llano, de horizontes abiertos, este triángulo y su entorno han deparado al Banco Nacional de Datos Climatológicos de Aemet más de un centenar de anotaciones con temperaturas inferiores a los -20 ºC desde finales del siglo XIX. El primero de la lista fue el célebre temporal de frío y nieve de enero de 1885, cuando Teruel y Molina de Aragón alcanzaron -20 ºC y -26,8 ºC, respectivamente. Pero el historial muestra que en estos 134 años casi todas las décadas cuentan con alguno de esos hitos de frío extraordinario. La última vez fue en las navidades de 2001, celebradas con los termómetros desplomados a -25 ºC, en la que puede considerarse la última gran ola de frío comparable a los episodios históricos de los siglos XIX y XX.

Vigías del pasillo aéreo

El récord de -30 ºC de 1963 fue la culminación de varias décadas con frecuentes temporales de frío y nieve, tanto en esta zona como en el resto de España. En la década de los 40 el Ministerio del Aire puso en marcha en Molina de Aragón y Calamocha dos observatorios cuyo principal cometido ha sido vigilar las condiciones atmosféricas del pasillo aéreo Madrid-Barcelona, que pasa por la vertical de ambas. Pero al poco tiempo de su entrada en servicio se comprobó que algunos inviernos las temperaturas caían a valores glaciales, como los -25,0 ºC de Calamocha en 1945 y los -26,7 ºC y -28,2 ºC de Molina de Aragón en 1947 y 1952, respectivamente.

Durante su historia, el observatorio de Calamocha ha tenido diferentes emplazamientos. En la actualidad y en sus primeros tiempos ha estado en el propio municipio, pero entre 1951 y 1980 se instaló, con la denominación Calamocha VOR (radiofaro para la navegación aérea) en el vecino término de Fuentes Claras, a 900 metros de altitud, donde se produjo el registro del que este martes, 17 de diciembre, se cumplen 56 años. No obstante, los datos de ese día de las cercanas Molina de Aragón y Monreal del Campo, que alcanzaron mínimas de -28 ºC, atestiguan que en toda la zona hubo valores muy similares, en el entorno de los -30 ºC, dignos de las regiones polares.

 

Cielo despejado, ausencia de viento y suelo cubierto de nieve

La frecuencia de tales episodios en esta zona de la península Ibérica hay que buscarla en la facilidad con la que confluyen varios factores meteorológicos desencadenantes: todo empieza con alguna invasión de aire polar acompañada de nevadas, pero la clave es el escenario atmosférico posterior, consistente en una o varias noches con tres ingredientes indispensables: cielo despejado, ausencia de viento y suelo nevado. Esta es una peculiaridad del clima del triángulo Teruel-Calamocha-Molina de Aragón, y sus datos atestiguan una evidente tendencia a que confluyan estos tres factores con posterioridad a una entrada previa de aire de origen polar, que actúa como elemento precursor. En estas condiciones se han dado la práctica totalidad de los episodios, con desplomes térmicos de más de 20 ºC en pocas horas durante las largas noches cercanas al solsticio de invierno. Los factores que intervienen en estos escenarios atmosféricos son independientes de la actual tendencia de calentamiento observada, que afecta sobre todo a las temperaturas medias mensuales y anuales, pero no es óbice para que se pueda repetir en cualquier momento, con la situación propicia, un episodio que dé lugar a nuevos registros de -20 ºC.

Un dato especialmente llamativo del día del récord de 1963 es que después de los -30 ºC registrados por la mañana, a mediodía el termómetro marcó una máxima de -11 ºC. Ese mismo día, las cercanas poblaciones de Molina de Aragón y Monreal del Campo, tras compartir una mínima de -28 ºC, observaron unas increíbles temperaturas máximas de -8 ºC y -16 ºC, respectivamente. No es difícil hacerse una idea de las dificultades que implicaban semejantes condiciones en la labor de los observadores. Entre otras personas, dicha tarea la han desempeñado en Molina de Aragón Rafael Sousa, José Antonio Martín Corral, Juan José Martín, Francisco Moya, David Momblona y su responsable actual, Mónica Valverde, quien incide en que “la gente mayor comenta que los inviernos no son como los de antes, y la verdad es que resulta difícil imaginar el rigor de olas de frío como la de diciembre de 1963”. En el Observatorio de Calamocha, junto a Manuel Villamón, ha compartido la batalla contra el hielo una larga decena de observadores, de los que continúan en activo Agustín Alijarde y Carlos Santos.

Mención aparte merece el Observatorio de Daroca, recientemente reconocido como estación centenaria por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), gracias a una serie climatológica que empieza en 1909. Su responsable en la actualidad, Yolanda Jiménez, afirma que “lo peor no es el frío, sino los horarios”. Antes de que ella recogiera el testigo, estuvieron al frente del observatorio Juan Serrano y Carmelo Saldaña, ya nonagenario, quien suele recordar que el día de los -30 ºC de Calamocha-Fuentes Claras se rozaron los -23 ºC en Daroca y sus dedos “se quedaron pegados al pluviómetro, que estaba totalmente helado”.

A pesar de la notable frecuencia con la que se han dado en esta zona, temperaturas inferiores a los -20 ºC también se han registrado en muchas otras zonas de España. En los archivos de Aemet constan, entre otros datos, -27,6 ºC en Camesa de Valdivia (Palencia) y -26,0 ºC en Riaño (León) y Munera (Albacete), todos ellos en enero de 1971, al igual que los -24 ºC de la base aérea de Los Llanos, en Albacete, que ostenta el récord de frío entre capitales de provincia. Junto a ella, algunas de las capitales españolas con registros muy notables son Burgos, con -22 ºC en enero de 1971; Vitoria, que llegó a -21 ºC en diciembre de 1962, y Salamanca, con -20 ºC en febrero de 1963.

 

Publicado en El País el 17 de diciembre de 2019.

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