El monumental e ignorado institucionalmente “Pino de Cobatillas” o “Pino Gordo”, ubicado en el término de Cirujeda, cerca del de La Cañadilla, de doble tronco, ya perdió una de sus mitades en el nefasto incendio de 2009. Milagrosamente se había salvado el otro tronco con todo su ramaje y copa exhibiendo una vitalidad plena. Se había erigido así en todo un símbolo de la resiliencia y resurgimiento de las tierras y gentes del Teruel Interior.
Pues bien, hace cosa de ‘3 ó 4 años’ según la referencia de gente de Aliaga, se desplomó. Quizá su estabilidad ante algún vendaval se viera mermada por tener su base herida por el fuego.
Hoy los dos troncos se alinean en el suelo en direcciones opuestas mostrando sus respectivos tétricos ramajes despellejados a un extremo y otro, ofreciendo una impactante vista por su patetismo. El árbol que debió vivir muchos más años ofrece su enorme cubicaje de madera muerta al servicio de la biodiversidad de su entorno. Este es el consuelo. Puestos a adjudicarle una nueva simbología, descartemos la más pesimista y consideremos la de su entrega ‘desinteresada’ a la tierra.
De haber estado convenientemente catalogado, ¿podría haberse priorizado su supervivencia por los equipos de extinción en el momento del incendio?
POSDATA
El día 27 de septiembre una vecina del Barrio de Santa Bárbara detectó una importante mortandad de peces en el río Guadalope, aquí en el término de Aliaga, lo que propagó en las redes y contactó con el SEPRONA. Al día siguiente, agentes de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón tomaban muestras de agua debajo de la polémica central ‘Neoelectra’. Esperemos que se esclarezcan pronto las causas y sean puestas en conocimiento de la opinión pública, se exijan responsabilidades si es el caso, y se tomen las medidas necesarias para que no vuelva a repetirse. Las agresiones medioambientales en los cursos altos de los ríos duelen más.
Gonzalo Tena Gómez, Colectivo Sollavientos
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