A la gente -todos somos gente- le va la fiesta. Y a algunos y algunas nos va especialmente cuando la Fiesta celebra y reivindica nuestro patrimonio cultural-natural. Una ocasión propicia para el encuentro con personas conocidas y queridas y para el inicio de nuevas amistades.
El último sábado de octubre, de tiempo retrasado atmosféricamente, para bien de la abundante asistencia –incluida la embajada de Sollavientos- , se ha celebrado en Vivel la 13ª Fiesta del Chopo Cabecero. Con un programa repleto de actividades de gran interés.
La participación de la Asociación de Vecinos de Vivel en la organización y conducción de los actos ha sido modélica: por todas partes te encontrabas los chalecos reflectantes indicándote al milímetro.
Antes de las 10 se ha producido la recepción y bienvenida a los asistentes con un chocolatico caliente. Y a continuación, frente al Ayuntamiento, la bienvenida por parte del alcalde, Enrique Gadea Royo, y la presentación de la jornada festiva por la de Chabier de Jaime, alma mater y gerente eficiente del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra.
Una comitiva multicolor avanza por la orilla derecha del río Martín que oficialmente nace en el término de Vivel (recibe las aguas de la Rambla, del río de las Parras, del Segura y el Fuenferrada en su primer tramo). En la primera parada un corro se abre en torno a la explicación de la cultura del palomar. Visualizamos dos palomares-torre en estado de ruina incipiente. Tienen más de cien años. Hay más en el casco urbano. Los pichones suplían de proteínas a la población. Los del palomar de la iglesia eran destinados a los enfermos.
En la siguiente parada somos informados sobre avatares bélicos. El término está salpicado de vestigios de aquella guerra incivil, como consecuencia de su situación estratégica, con el cruce de varias carreteras. Destaca en este aspecto el Pico del Águila. Tras la ocupación por el bando franquista en febrero de 1937, el frente se estanca en este Saliente de Vivel, que se adentra en territorio republicano, hasta marzo de 1938, en que los futuros vencedores avanzan inexorablemente hacia el Mediterráneo.
Chabier de Jaime, de nuevo, afirma que estamos ante un “patrimonio de díficil gestión” y nos hace partícipeses de la inquietud por los chopos cabeceros de la Asociación de Vecinos: han inventariado 1230 ejemplares en Vivel y pueblos de alrededor. Su programa de escamonda recibe el nombre de Arriba las Ramas.
Chabier, en contra del consumismo otoñal, nos recuerda que en Teruel disponemos de “más de cien sitios para disfrutar el otoño” y que el paisaje genuino que nos circunda, a casi mil metros de altitud, es un ACTIVO, un conjunto de bienes que genera riqueza.
Llega el inicio de la espectacular exhibición de escamonda a cargo de Moisés Moreno, muy bien pertrechado, usando aparejos de un viejo tractor para encaramarse en la cabeza del chopo, quien, concienzudamente va eliminando con su motosierra vigas enormes de varias décadas de formación –se desploman i un choque brutal las paraliza en el suelo– (aplausos). Se levanta el viento y se ha de interrumpir la tala de la última viga, casi vertical.
Volvemos al pueblo para visitar el Museo de la Guerra Civil –modesto pero matón-. Podemos observar balas, trozos de metralla, restos de latas de conservas… mientras que escuchamos las explicaciones históricas. El complemento es la visita a la posición defensiva franquista sobre las casas del pueblo. Recorremos la profunda trinchera laberíntica –excavada- con sus nidos de ametralladoras, orientada a tres puntos cardinales. Simultáneamente en la plaza, la maga Miranda de Picas (La Plaza Suena) entretiene a pequeños y familiares.
Antes de la comida comunitaria se abre el pabellón municipal a la visita la exposición del VIII Concurso de Fotografía El chopo cabecero, un paisaje para el desarrollo rural y a la de dibujo infantil.
Comida bien organizada para un cuarto de millar de personas allí mismo y múltiples conversaciones animadas.
Después se entregan los premios por las mejores fotografías: tres primeros premios y tres accésits.
Se hace una mención especial al I. E. S. Lázaro Carreter de Utrillas por la implicación de su profesorado y alumnado en un proyecto de estudio de los chopos cabeceros.
Se solicita el voto a favor de la Carrasca de los Tocones (Peracense), de 1200 años, para el Concurso del Árbol Europeo del Año.
La Asociación Cultural el Calabozo de Pancrudo –hace escamonda desde hace años- anuncia la XIV Fiesta del Chopo Cabecero, que tendrá lugar el 26 de octubre de 2024 en su localidad.
Chechu Julio Camarero Martínez, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología, recibe el premio al Amigo del Chopo Cabecero 2023, la escultura de José Azul, por su estudio del crecimiento y edad de estos árboles mediante la extracción de testigos con la barrena de Pressler para contar los anillos de crecimiento de los troncos. Los chopos estudiados tienen una edad comprendida entre los 80 y 200 años (edad límite normal).
La Asociación de Vecinos recibe un reconocimiento y aplauso por el trabajo bien hecho y Chabier, que se jubila –se jubila, pero no se retira-, recibe un premio sorpresa a toda su trayectoria en torno a la promoción de este patrimonio que celebra la jornada festiva. Nos recuerda cómo le influyó la frase de Félix Rodríguez de la Fuente sobre las ginetas, la vieja chopa y las cárcavas. Hace un breve resumen temporal desde la celebración de la I Fiesta en Aguilar del Alfambra en 2009 hasta la creación del Parque Cultural del Chopo Cabecero en 2017.
Enrique Gadea, el alcalde, cierra el acto.
Entonamos con nuestras mejores voces el himno Somos, de Labordeta, acompañados de la instrumentación de los gaiteros del grupo Bucardo. La gente más lanzada bailan El Cadril (canción de seducción), jotas, polcas, valses…
Remata la fiesta el concierto de Ronda de Martín.
Gonzalo Tena Gómez
Colectivo Sollavientos
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