sábado, 3 de enero de 2009

El Paisaje de las Masías




Si hubiera que dar una definición del paisaje, se podría decir que “es el conjunto de elementos de un territorio relacionados entre si fácilmente delimitables y visibles”.

No vamos a analizar definiciones, sino que sirve para situar las masías dentro de un territorio como es el Maestrazgo que no se puede entender sin estos elementos tan singulares en algunos casos, masías fortificadas, y tan visibles en cualquier lugar, que hacen que casi no las apreciemos por su integración en el paisaje y por la costumbre que tenemos de verlas, pero ciertamente es uno de esos elementos que están presentes de forma permanente. Además no sólo son características de esta comarca, sino de toda la zona Este de la provincia de Teruel.

Es modelo de un paisaje antropizado, donde se combina el espacio destinado a la vivienda, que nunca ocupa las zonas ricas, ni las que pueden ser aprovechadas, sino que se construye en las laderas o espacios mas yermos; con el espacio que se dedica a la producción agrícola, que esta casi siempre cercano a la vivienda; con el espacio de pastos para el ganado, que suele estar un poco mas apartado; con el espacio de bosque que abastece de leña y de sombra para el ganado en verano. Y esta muy claro hasta los años 60 que estos espacios tienen que convivir en armonía con la presencia humana, y si se produce un desequilibrio será en los últimos años donde el abandono de las masías hace que sólo se dediquen a las necesidades agrarias o ganaderas.

La misma vivienda de la masía es un elemento dinámico que crece y se desarrolla en función de las necesidades de la familia y del crecimiento de la misma o de sus ganados, no es un patrimonio estático, sino que cuando nace un hijo hay que crear un espacio para el mismo y cuando crece el ganado hay que ampliar la cuadra y si se compren gallinas hay que hacer el gallinero.

Es un paisaje que se pierde y no precisamente por la ampliación de las masías, que mas quisiéramos, sino por la perdida de muchas de ellas, la utilización de sus materiales para construir en otros sitios, por el abandono progresivo de sus edificaciones y el aprovechamiento exclusivo de sus pastos y campos de cultivo, por las dificultades para vivir en ellas y el atractivo de los núcleos urbanos, por la desidia de muchas administraciones hacia el medio rural, por la supremacía del desarrollismo o, quizás, simplemente porque su hora había llegado y su momento había pasado.

Y con la pérdida de este patrimonio se transforman nuestros paisajes rurales, se pierde una seña de identidad del territorio y quizás se pierde un modelo de desarrollo sostenible, pues dejaban para las generaciones venideras algo mejor que lo que ellos habían encontrado, no sólo a nivel de vivienda, sino en todo el espacio que ocupaba la masía y cuando se dice algo mejor significa que los hijos tenían las mismas posibilidades que habían tenido sus padres.

Quizás todavía no es tarde del todo y se pueda hacer un esfuerzo por mantener a las 67 familias del Maestrazgo que todavía viven en masías y por dotarlas de los mínimos servicios para que puedan ser lugares de residencia de aquellos que huyen de la ciudad o que desean un modelo de vida diferente.


Javier Oquendo Calvo

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