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El agroforestalismo es un sistema de producción
agraria en el que se combina el cultivo de plantas leñosas y herbáceas y
que, en muchos casos, incluye también el aprovechamiento ganadero.
Ofrece
una amplia variedad de formaciones vegetales que se diferencian en la
organización de los árboles y el resto de las plantas. Así, pueden ir
desde las alineaciones de árboles, a los setos arbustivos, los huertos
arbolados, los sotos fluviales, los campos con árboles dispersos o las
mismas dehesas. Pueden tratarse de cultivos de especies autóctonas o
foráneas, tanto las leñosas como las herbáceas. Y los árboles pueden ser
tanto bravíos, como tallares o incluso trasmochos.
Incluye la regeneración natural de la vegetación espontánea …
… como la plantación activa en los lindes o en el interior de la parcela ….
Este
conjunto de sistemas incluye prácticas agrícolas y ganaderas
ancestrales, que probablemente se remonten al neolítico, habiendo
llegado en vigencia hasta mediados del siglo XX, momento histórico en el
que comenzó en el occidente europeo la agricultura intensiva tras la
irrupción del petróleo y la mecanización.
El agroforestalismo persigue alcanzar en el medio agrario una serie de objetivos desde una perspectiva global.
Por
un lado intenta mejorar la producción agrícola optimizando el uso del
agua, los minerales del suelo y la luz. La superposición de varios
cultivos permite que las raíces accedan a diferentes profundidades al
tiempo que consiguen una ocupación permanente del suelo por plantas
cultivadas. El bombeo de sales minerales de niveles profundos,
inaccesibles para las herbáceas, por las raíces de los árboles y, su
transformación en humus en superficie, fertiliza los suelos y mejora las
cosechas de cultivos herbáceos. La redistribución hídrica, mecanismo
pasivo mediante el cual el agua asciende a través de las raíces y sin
gasto metabólica para la planta desde las capas más profundas y húmedas a
las más superficiales y secas, permite mejorar la producción de las
plantas herbáceas en ambientes semiáridos.
La
presencia de árboles y arbustos permite crear microclimas favorables
para los cultivos herbáceos, mitigando el efecto desecante del viento y
manteniendo una mayor humedad relativa en el aire, lo que reduce el
estrés hídrico y térmico. Permite, además, diversificar la producción
agraria. A las cosechas de semillas u hojas, se añade las de maderas,
frutos y, en ocasiones, ganado.
Resuelve
un problema creciente de la agricultura intensiva: la pérdida en
materia orgánica de los suelos. El incremento en el aporte de hojas y de
raíces en el suelo y su descomposición mediante la humificación aportan
mantillo que mejora las propiedades de la tierra de cultivo: porosidad,
permeabilidad, textura, retención hídrica, fertilidad y diversidad
biológica.
La retención de dióxido de carbono
como madera y como humus en el suelo reducen a corto plazo su presencia
en la atmósfera en contenido de este gas con efecto invernadero.
A
su vez, la presencia intercalada de árboles o arbustos entre los
cultivos herbáceos mejora la calidad de las aguas. Por un lado, reduce
la escorrentía superficial y mejora el suministro hídrico de la planta
en ambientes secos. Por otra parte, la absorción de nitratos y otros
abonos de alta solubilidad reduce su lixiviación y, por consiguiente, la
contaminación de los acuíferos, problema extendido en amplias comarcas
de Aragón.
Al mismo tiempo, mejora notablemente a
la vida silvestre de los agrosistemas. Los hongos que forman micorrizas
prosperan en los campos mejorando las cosechas, la fauna encuentra
hábitat en los árboles y arbustos, las plantas herbáceas silvestres
albergan especies animales que limitan el desarrollo de plagas
agrícolas, las especies cinegéticas encuentran refugio y alimento como
bien saben los cazadores.
Experiencias
realizadas por el Institute National de la Recherche Agronomique (INRA)
de cultivo de trigo y de nuez realizados en Restinclières sobre cien
hectáreas cultivadas de cultivo mixto produjeron tantos productos
agrícolas y madera como en 136 hectáreas de monocultivo por separado.
En
Francia el agroforestalismo muestra un pujante crecimiento existiendo
45.000 agricultores que cultivan una superficie de 170.000 hectáreas.
Cada año se incorporan 3.000 nuevas hectáreas y 400 agricultores.
Cuentan con una potente asociación en la que convergen el ministerio de
Agricultura, el INRA, las cámaras agrarias, el Instituto de Desarrollo
Forestal y asociación que trabajan por el medio ambiente en los
agrosistemas. Puede disponerse de más información en este enlace.
Mientras
tanto, en el estado español la agricultura intensiva continúa con su
inercia bajo el mantra de “la modernización agrícola y la
competitividad” causando una pérdida en la fertilidad del suelo, la
contaminación de las aguas y la pérdida de la biodiversidad. Sin
embargo, hay excepciones. Algunas muy próximas.
El
proyecto de creación de una red de linderos arbolados entre las
parcelas agrícolas que el Ayuntamiento de Monreal del Campo lleva en
marcha desde hace veinte años con el apoyo de los agricultores,
ganaderos, cazadores, ecologistas y resto de los vecinos es una
experiencia ejemplar de mejora ambiental con implicación social del que ya hemos hablado.
Sus resultados se perciben tanto a nivel de paisaje como en cuanto a la abundancia y riqueza de la fauna silvestre.
El
pasado mes de marzo nos juntamos un centenar de personas a plantar
sabinas albares y rebollos en el interior de una parcela que después iba
a ser sembrada de forrajeras (pipirigallo o alfaz). Fue todo una
fiesta.
Un tractor había abierto surcos previamente. Cada diez metros se plantaba un árbol. Buen hoyo con la azada …
poner
la planta, cubrir de tierra las raíces y compactarla, hincar una
varilla de hierro, cubrir la hoya con piedras para reducir la pérdida de
agua y aplicar dos bridas entre la varilla y la parte aérea del
arbolillo.
Otras
personas plantaban sabinas y arbustos entorno a las isletas de
vegetación espontánea o alrededor de baldíos. Pudimos ver los resultados
de la plantación de otros años alrededor de los soportes metálicos de
las líneas de conducción eléctrica.
El
caso de Monreal del Campo es un ejemplo de una iniciativa municipal y
vecinal muy singular. Todavía falta mucho para que sean los propios
agricultores los que lleven la iniciativa en sus explotaciones. Es una
cuestión de tiempo. Mientras tanto felicitemos a las personas que,
adelantadas a su tiempo, han visto que la agricultura y el medio
ambiente han de ir de la mano.
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