Vamos a echar
nuevas raíces por campos y veredas para poder andar
(J. A.
LABORDETA)
Gonzalo Tena Gómez*
Se han dado muchos pasos
que han supuesto el esfuerzo y la dedicación de asociaciones y personas para
llegar a la declaración de Bien de Interés Cultural Inmaterial al conjunto de
saberes que han originado y conservado el patrimonio que suponen los chopos
cabeceros. Ha sido una iniciativa innovadora y audaz del Departamento de
Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón al refrendar el valor de
los árboles trasmochos como un elemento importante en la cultura aragonesa,
situándose en la vanguardia dentro del marco europeo.
Superada la fase de
olvido e “invisibilidad”, sin ocultar la satisfacción de cualquiera que posea
una mínima conciencia de nuestra riqueza natural y cultural, y considerando a
este paisaje un bien de interés más bien material, llega el momento de
plantearse cuáles serán las siguientes diligencias en pos de la salvación y
valorización de estos agrosistemas, veteranos bosques de galería con sus
sufrientes componentes, los chopos cabeceros. También de proponer en qué medidas prácticas se habría de
traducir esta declaración del Gobierno aragonés (BOA, 9-12-16), que conforma
implícitamente una figura de promoción y protección, y alienta esta “identidad”
de un paisaje forjado por agricultores y ganaderos.
El Centro de Estudios del
Jiloca, al que debemos agradecer su importante implicación en las acciones y
gestiones previas a esta declaración –así como a la Asociación para el
Desarrollo Rural Integral de las Tierras del Jiloca y Gallocanta-, en el marco
de una iniciativa de custodia del
territorio, intenta poner en práctica una iniciativa experimental en el
valle del río Pancrudo, aunando la colaboración de ayuntamientos, propiedad
particular y empresas, pero esperando la implicación de instituciones que, como
la Confederación Hidrográfica del Ebro o el Departamento de Desarrollo Rural
del Gobierno de Aragón, tienen responsabilidad en la conservación del los
chopos cabeceros.
Por su parte, la
Plataforma Aguilar Natural, con sede en Aguilar del Alfambra, ha promovido
junto al Ayuntamiento la creación de un aula ambiental del chopo cabecero que
todos los años recibe a escolares, ha editado materiales didácticos sobre este
paisaje y lleva siete años dando a conocer el proyecto de Parque Cultural del
Chopo Cabecero en el Alto Alfambra, consiguiendo el respaldo de nueve
municipios. Esta iniciativa sería otro destacado paso en la puesta en valor de
este patrimonio natural-cultural y para su conservación.
Todo parece indicar que
una prudente, estudiada, gradual y sistemática escamonda es la garantía de la
supervivencia de nuestros viejos trasmochos, y que, además, se debe poner en
marcha su relevo mediante la cuidadosa implantación de una nueva generación de
árboles de la mano de las necesidades agrícolas y ganaderas del territorio.
Para lo cual se hace necesaria una experta planificación y recursos humanos y
económicos suficientes.
Es hora de pensar en la
implicación de los ayuntamientos en la intervención positiva sobre los chopos
de cada término municipal; en el desarrollo de proyectos educativos por parte
de los centros escolares en las zonas concernidas en torno a un conocimiento
multidisciplinario sobre esta temática; en la formación profesional de nuevos
“técnicos de la escamonda”; en la edición de nuevos manuales y folletos
divulgativos; en la utilidad de la biomasa resultante de las podas; en la
actuación de guías especializados; en la explotación turística racional de este
recurso; etc.
Se hace necesaria,
además, la habilitación de centros de Interpretación y museos interactivos para
situar, informar y orientar a visitantes y a gente interesada y estudiosa, así
como la indicación de itinerarios. Y, en definitiva, expandir la conciencia de
esta riqueza patrimonial y material del Teruel interior.
¡Larga vida a los chopos
cabeceros y a quienes los defienden!
* Colectivo Sollavientos
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