domingo, 1 de enero de 2017

LA CULTURA DEL CHOPO CABECERO YA ES BIEN DE INTERÉS CULTURAL INMATERIAL. ¿AHORA QUÉ?


                                                 



Vamos a echar nuevas raíces por campos y veredas para poder andar   
                                                                                                       (J. A. LABORDETA)



Gonzalo Tena Gómez*

Se han dado muchos pasos que han supuesto el esfuerzo y la dedicación de asociaciones y personas para llegar a la declaración de Bien de Interés Cultural Inmaterial al conjunto de saberes que han originado y conservado el patrimonio que suponen los chopos cabeceros. Ha sido una iniciativa innovadora y audaz del Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón al refrendar el valor de los árboles trasmochos como un elemento importante en la cultura aragonesa, situándose en la vanguardia dentro del marco europeo.

Superada la fase de olvido e “invisibilidad”, sin ocultar la satisfacción de cualquiera que posea una mínima conciencia de nuestra riqueza natural y cultural, y considerando a este paisaje un bien de interés más bien material, llega el momento de plantearse cuáles serán las siguientes diligencias en pos de la salvación y valorización de estos agrosistemas, veteranos bosques de galería con sus sufrientes componentes, los chopos cabeceros. También de proponer en qué medidas prácticas se habría de traducir esta declaración del Gobierno aragonés (BOA, 9-12-16), que conforma implícitamente una figura de promoción y protección, y alienta esta “identidad” de un paisaje forjado por agricultores y ganaderos.

El Centro de Estudios del Jiloca, al que debemos agradecer su importante implicación en las acciones y gestiones previas a esta declaración –así como a la Asociación para el Desarrollo Rural Integral de las Tierras del Jiloca y Gallocanta-, en el marco de una iniciativa de custodia del territorio, intenta poner en práctica una iniciativa experimental en el valle del río Pancrudo, aunando la colaboración de ayuntamientos, propiedad particular y empresas, pero esperando la implicación de instituciones que, como la Confederación Hidrográfica del Ebro o el Departamento de Desarrollo Rural del Gobierno de Aragón, tienen responsabilidad en la conservación del los chopos cabeceros.

Por su parte, la Plataforma Aguilar Natural, con sede en Aguilar del Alfambra, ha promovido junto al Ayuntamiento la creación de un aula ambiental del chopo cabecero que todos los años recibe a escolares, ha editado materiales didácticos sobre este paisaje y lleva siete años dando a conocer el proyecto de Parque Cultural del Chopo Cabecero en el Alto Alfambra, consiguiendo el respaldo de nueve municipios. Esta iniciativa sería otro destacado paso en la puesta en valor de este patrimonio natural-cultural y para su conservación.

Todo parece indicar que una prudente, estudiada, gradual y sistemática escamonda es la garantía de la supervivencia de nuestros viejos trasmochos, y que, además, se debe poner en marcha su relevo mediante la cuidadosa implantación de una nueva generación de árboles de la mano de las necesidades agrícolas y ganaderas del territorio. Para lo cual se hace necesaria una experta planificación y recursos humanos y económicos suficientes.

Es hora de pensar en la implicación de los ayuntamientos en la intervención positiva sobre los chopos de cada término municipal; en el desarrollo de proyectos educativos por parte de los centros escolares en las zonas concernidas en torno a un conocimiento multidisciplinario sobre esta temática; en la formación profesional de nuevos “técnicos de la escamonda”; en la edición de nuevos manuales y folletos divulgativos; en la utilidad de la biomasa resultante de las podas; en la actuación de guías especializados; en la explotación turística racional de este recurso; etc.

Se hace necesaria, además, la habilitación de centros de Interpretación y museos interactivos para situar, informar y orientar a visitantes y a gente interesada y estudiosa, así como la indicación de itinerarios. Y, en definitiva, expandir la conciencia de esta riqueza patrimonial y material del Teruel interior.

¡Larga vida a los chopos cabeceros y a quienes los defienden!



* Colectivo Sollavientos

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