martes, 10 de julio de 2018

SERIE MET VII: La potencialidad de Teruel en las energías renovables




 La provincia de Teruel ha gozado casi siempre de unas condiciones geográficas y geológicas propicias para producir energía en los diferentes modelos energéticos que se han ido sucediendo a lo largo de la historia. En la primera aportación de esta serie, José Luis Simón (“Cuando la energía se nos fue…”, en este periódico y en htpps://sollavientos.blogspot.com.es) ponía de manifiesto la riqueza que supuso la energía hidráulica e hidroeléctrica, capaz de mover molinos, batanes, martinetes, serrerías, fábricas de papel, y toda una boyante protoindustria textil (mantas, hilaturas, etc). Y ello a pesar de no poseer ríos excesivamente destacables por su caudal; los desniveles orográficos suplían frecuentemente la falta de generosos caudales.
También señalaba este autor la riqueza, hoy en franco declive, que supuso el carbón, por los lignitos de las Cuencas Mineras. Pero ponía el énfasis en una diferencia esencial entre el modelo energético protoindustrial y el del carbón: el fácil transporte de la energía eléctrica, que ha redundado en que la riqueza energética se aproveche en otros lugares. Algo similar ocurre con las dos energías renovables con mayor implantación actual: la energía solar y la energía eólica. Las condiciones ambientales de la provincia son muy buenas, pero corremos un alto riesgo de que esta energía también se nos escape.
La energía solar, tanto la termovoltaica como la fotovoltaica, dependen en esencia de dos factores climáticos, la cantidad de horas de sol y la intensidad de la radiación captada por las placas. Las horas de sol son el parámetro inverso a la nubosidad, y esta depende directamente de factores como la inestabilidad atmosférica, el agotamiento de los sistemas nubosos que llegan a la provincia, la pluviosidad/nivosidad media, o la posibilidad de que se formen nieblas de inversión térmica. Es evidente que la provincia no goza de condiciones óptimas en todos sus rincones: los valles del Turia-Alfambra, Jiloca, depresión de Sarrión o algunas hoyas cerradas, sufren frecuentes inversiones y persistentes nieblas. Pero la provincia, salvo las partes más occidentales de los Montes Universales, es relativamente seca, y está protegida de casi todas las advecciones inestables (nortes, suroestes, levantes…).
El otro factor climático propicio, la intensidad de la radiación, esen parte resultado de esto que acabamos de decir. El clima de la provincia es seco, ya no solo porque llueva poco, sino por la baja humedad ambiental del aire. A ello contribuye otro factor geográfico clave, que es la elevada altitud media. Esto se traduce en que las presiones atmosféricas se sitúen entre los 900 y los 800mb, lejos de los 1013mb que se dan a nivel del mar. Y con un 10-20% menos de atmósfera, hay mucho menos vapor de agua, y la radiación incidente (sobre todo la de alta intensidad, como la ultravioleta) es más potente. En otras palabras, el clima de Teruel (de estepa fría) es tan bueno para secar jamones como para producir energía solar.
Un relieve elevado pero suave, sin sombras, también ayuda a estas buenas condiciones: los mejores sitios para huertos solares serían estos altiplanos, que gozan además de muchos sectores con casi nulo impacto visual.
La energía eólica goza también de unas ciertas condiciones favorables, aunque no tantas como la solar. Los frentes montañosos del norte provincial son en ocasiones la primera barrera frente al cierzo. Los valles y sierras de dirección ibérica (NO-SE) encauzan estos fuertes flujos de viento. A las montañas del Maestrazgo les llega el efecto de las brisas mediterráneas; el frente montañoso de la “Rama Castellana” de la Cordillera Ibérica, desde los Montes Universales a Javalambre, tiene un trazado perpendicular a uno de los flujos de viento peninsulares más frecuentes, el viento del SW. Además, el mencionado carácter plano de casi todas las cumbres también ayuda, pues favorece el flujo laminar frente al turbulento, tan dañino para los aerogeneradores. Aquí, sin embargo, nos encontramos ante un grave inconveniente: los mejores sitios son los de mayor impacto visual, a menudo fortísimo hasta lo insoportable, según se desprende de las actuaciones ya realizadas (por ejemplo, en San Just o el Esquinazo).
Estamos otra vez ante una de esas disyuntivas históricas turolenses ya vividas: ¿Aprovechamos esta potencialidad generadora de energía como pasó con la hidráulica? ¿O cedemos el territorio para exportar esta energía y que otros la aprovechen? ¿Apostamos por proyectos respetuosos y de bajo impacto visual y ambiental, como es el caso sobre todo de la energía solar? ¿O alquilamos el territorio a cambio de unas rentas más o menos jugosas para que instalen molinos? En este sentido, la legislación actual y las tarifas de la electricidad nos lo ponen difícil para conseguir un reparto más justo, democrático, equitativo y respetuoso ambientalmente de esta potencial riqueza. Pero eso es harina de otro costal.

Alejandro J. Pérez Cueva

Colectivo Sollavientos

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