martes, 3 de julio de 2018

SERIE MET VI: Del petróleo al fracking: el sueño imposible

Ilustración de Juan Carlos Navarro
  
En una época (más de un siglo ya) en que los hidrocarburos son la savia del sistema económico mundial, encontrar petróleo y gas bajo el subsuelo es el sueño de cualquier país. Desde la década de 1940, el Estado español impulsó la prospección de estos combustibles en zonas que ofrecían posibilidades. El descubrimiento de un yacimiento explotable en Ayoluengo (Burgos) en 1964 y la crisis del petróleo de 1973 aumentaron el interés nacional por ellos. Proliferaron estudios del subsuelo mediante prospección sísmica (técnica basada en la transmisión de las ondas sonoras, análoga a la ecografía en medicina) y pozos de exploración en zonas como los valles del Ebro y el Guadalquivir, Cantabria, La Rioja o el Maestrazgo.
Entre los varios cientos de sondeos que se realizaron en toda España, dos estaban en la provincia de Teruel: el denominado “Mirambel-1” (1974), en el término de Tronchón, y el “Maestrazgo-2” (1977), en Mosqueruela. Ambos alcanzaron profundidades cercanas a 3000 m. Las torres de perforación, de más de 20 metros de altura, y los trabajos, que se prolongaron a lo largo de meses, fueron un espectáculo para los habitantes de los pueblos vecinos. Las cuadrillas formadas por decenas de trabajadores, el sonido de las brocas horadando el subsuelo día y noche, alentaron durante la década de los 70 la esperanza de un desarrollo futuro de la provincia que evocaba la épica del Far West norteamericano. Pero los estudios no arrojaron resultados positivos, y todo acabó en un intento vano.
En los años 80 sí se produjeron en España nuevos descubrimientos de petróleo, la mayoría en la plataforma marina (campos de Amposta y Casablanca frente a las costas de Tarragona), y de gas, como el del Serrablo (Huesca). Este último se agotó a comienzos de los 90, mientras que los de la plataforma del delta del Ebro se mantienen en activo. También se han localizado yacimientos en el área de Cantabria-País Vasco-La Rioja, valle del Guadalquivir, y en las plataformas del Cantábrico y golfo de Cádiz. Aun con todo, el total de la producción de hidrocarburos en nuestro país solo alcanza a cubrir el 0,2-0,5 % del consumo.
Ningún otro intento exploratorio se hizo en la provincia de Teruel, hasta que el decaimiento de las reservas de hidrocarburos convencionales en todo el mundo despertó el interés por los no convencionales, y en particular por el llamado gas de pizarra (shale gas) que se explota mediante la técnica de fracturación hidráulica o fracking. En 2012 la compañía Montero Energy, filial entonces de la multinacional canadiense R2 Energy, presentó varias solicitudes de investigación de gas de pizarra en Aragón y norte de la Comunidad Valenciana, entre las que se encontraba el proyecto Platón, en el área entre Villarluengo, Fortanete, Cantavieja, Mosqueruela, Puertomingalvo, Mirambel y Bordón. El enorme impacto ambiental que tiene el fracking (consumo de recursos, impacto paisajístico, peligro de contaminación de acuíferos…) hizo que una buena parte de la sociedad del Maestrazgo, tanto en Teruel como en Castellón, se manifestara en contra de dichos proyectos y presentara alegaciones con el apoyo de colectivos científicos y académicos. Se temía que su desarrollo pudiera llegar a constituir una perversa herencia que hipotecase por completo el futuro de estas comarcas sin abrir expectativas de desarrollo alternativo a largo plazo. Ante las dudas que suscitaba, el Gobierno de Aragón dejó pasar el tiempo sin conceder ni denegar el permiso de investigación Platón, a pesar de que Montero Energy fue comprada entretanto por la compañía aragonesa SAMCA. Sin embargo, la resolución que sí emitió la Generalitat Valenciana, que obligaba a que se reformularan los proyectos de Castellón y se excluyera expresamente el uso del fracking, hizo que la empresa desistiera finalmente de ellos el pasado año. Nada se sabe oficialmente del permiso Platón, si bien en el mapa oficial de permisos de investigación que se muestra en la web del Ministerio de Industria tampoco constaba ya en 2017.  
Para algunos, este nuevo pinchazo podrá parecer una oportunidad perdida, pero la cuestión hay que verla con algo de perspectiva histórica. Regiones de EE.UU. donde el fracking parecía una fuente duradera de riqueza hace unos pocos años están viendo cómo los pozos se agotan rápidamente, el empleo desaparece y las veleidades del precio del crudo en los mercados arruinan muchas empresas. En otro plano muy distinto, la explotación de la decena de pequeños pozos que de forma testimonial quedaban en Ayoluengo concluyó el pasado mes de enero, al cumplirse 50 años de su inicio y no ser renovada por parte del Gobierno la concesión de explotación. El Dorado petrolífero español es hoy otro pueblo olvidado más del páramo castellano, similar a aquél que Berlanga retrató en la inolvidable “Bienvenido, Mister Marshall


José Luís Simón Gómez

Colectivo Sollavientos

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