domingo, 6 de febrero de 2011

AFECCIONES PAISAJÍSTICAS Y FUTURO (IV)



Ecoconstrucción y paisaje


Recientemente, paseando por la ciudad, pude leer en una furgoneta aparcada en la calle el anuncio de “Ecoconstrucción, Paisajismo, Reformas… y Albañilería en general”. Tras la sorpresa inicial, me dio qué pensar. La primera pregunta que se me pasó por la cabeza fue la de qué tiene que ver la albañilería con el paisaje. ¿Será por aquello de los “paisajes interiores”? ¿O quizá fuese que todo, absolutamente todo, es “paisaje”?. La segunda fue la significación concreta del concepto de “ecoconstrucción”. ¿Sería la moda del “todo es ecológico” que nos invade, o habría algo serio tras la propuesta?

¿Puede “construirse paisaje” dentro de los parámetros ecológicos? Yo no puedo saber qué hacen exactamente los albañiles de la furgoneta, pero la respuesta es que sí: por ejemplo, es lo que ha estado haciendo la sociedad tradicional rural a lo largo de la historia. Sin duda, los paisajes de laderas abancaladas son el máximo exponente, pero en general, la sociedad tradicional no sólo ha dejado una huella indeleble en la naturaleza, no sólo ha “construido” el paisaje, sino que lo ha hecho con la utilización de criterios ecológicos: entre otras razones, porque se le iba la vida en ello. Las laderas abancaladas, por ejemplo, son un magnífico sistema para retener el suelo y dificultar la erosión.

Hace unas semanas, un artículo de Fermín Villarroya en esta misma sección nos hablaba de las bases del paisaje: bases naturales y bases antrópicas. Naturaleza y huella del hombre. Pero, siendo importantes las bases naturales (geología, relieve, vegetación, fauna…), en un paisaje como el de la montaña mediterránea, la base antrópica es esencial. Estamos delante de un paisaje construido por el hombre, desde los primeros pobladores (Edad del Bronce, iberos, romanos, árabes…) hasta nuestros abuelos o nosotros mismos. A veces, con sentido ecológico y con armonía. Otras veces, no.

Porque, si existe “ecoconstrucción”, hemos de aceptar que también existe “ecodestrucción”. En cierta manera es lo que está ocurriendo actualmente con el abandono de los sistemas de defensa contra la erosión de la sociedad tradicional (bienvenidos sean los proyectos de recuperación del “paisaje de la piedra seca”). En contrapartida, ganan los procesos naturales de regeneración de la vegetación, al disminuir la presión sobre el bosque. En síntesis, en las tierras turolenses se han invertido actualmente los procesos: ganan la ecoconstrucción natural y la ecodestrucción antrópica.

Y es que los paisajes están mutando continuamente, en función de la mayor o menor presión del hombre sobre ellos. Ahora bien, no podemos aceptar que, puesto que al final todo es paisaje, “todo vale”. Está en nuestras manos potenciar los criterios ecológicos en nuestras decisiones, así como elegir el grado o proporción de las componentes naturales y antrópicas. Si algún día se construye una mina de arcillas al aire libre delante del pueblo de Aguilar del Alfambra, evidentemente formará parte de su nuevo paisaje, para desgracia de sus vecinos. Pero, desde luego, no será un ejemplo de ecoconstrucción, como no lo es el “nuevo paisaje” de Riodeva.


Autor del Texto: Alejandro J. Pérez Cueva

Autor de la ilustración: Juan Carlos Navarro


Colectivo Sollavientos

1 comentario:

Anónimo dijo...

El paisaje es un elemento cambiante de forma natural.
Si es paisaje cambiar de forma artificial, es muy díficil de recuperar, mayoritariamente se vuelve irreversible, permanente e irrecuperables. Si no valoramos un recurso tan frágil y vulnerable, corremos el riesgo de perder nuestra propia identidad.