martes, 27 de octubre de 2015

CRÓNICA DE UNA FIESTA ANUNCIADA: LA VII DEL CHOPO CABECERO




Gonzalo Tena Gómez*

Esta vez, fue en Aliaga. Era ineludible, dado el impresionante bosque de galería de chopos añejos, muchos centenarios, en las riberas del Guadalope y su afluente, río de La Val. Y también porque su gente sabe valorar este patrimonio natural y cultural y está dispuesta a protegerlo y promocionarlo.

Como en una de las celebradas novelas de García Márquez, todo el mundo sabíamos los hitos del día y su desenlace, en nuestro caso feliz, pero no podíamos sustraernos a acudir y participar, porque la conmemoración, la propuesta y la villa se lo merecían; por nuestra identificación con una reivindicación cultural y medioambiental en torno a esta riqueza heredada, y, quizás, atraídos también por el realismo mágico que destilan esos troncos fantasmagóricos de los verdaderos protagonistas de la jornada.  Así, conseguimos configurar la edición más concurrida de las siete llevadas a cabo (Aguilar del Alfambra, Torre los Negros, Valdeconejos, Ejulve, Cuencabuena-Lechago, Blesa-Huesa del Común y Aliaga).

A las 10 de la mañana comienza a desarrollarse el programa: recepción, bienvenida y presentación junto al pabellón municipal. A continuación, congregados en el campo de fútbol, con el decorado de fondo del pliegue serpenteante de La Olla, estructura tectónica de importancia mundial y “escultura de la naturaleza”, se nos recuerda que Aliaga es la cuna de la divulgación geológica en España, y que el río se lo cogió con calma: 5 millones de años para excavar el valle retorcido (‘alhulga’) que alberga a sus habitantes, entre los que se encuentran nuestros queridos y amenazados chopos cabeceros, ataviados estos días de amarillo otoñal (“Amarillea todo…”, recitaba Labordeta).

Después, la numerosa comitiva, riada humana, integrada por forasteros (incluyendo a un “tree hunter” inglés, Robert McBride, que “vive y respira árboles”) y locales, enfila la calle Mayor y sale de la población en dirección hacia Ejulve. Nueva parada en un nuevo mirador para contemplar y escuchar acerca de la Peña del Barbo-Estrecho de la Aldehuela, Monumento Natural.  Avanzamos con la protección de una ambulancia en la cabecera y la de un vehículo de la guardia civil en la cola. Abandonamos el asfalto y nos introducimos en la ribera del Guadalope, en su margen izquierdo, en sentido ascendente. Paseo plácido de día sin sol entre los gigantes homenajeados. Ya próximos a la ermita, debajo del antiguo puente, nueva lección, de etnografía, con el tema del aprovechamiento ancestral de la madera de los Populus nigra, adobado con notas de la ecología del escenario.

Una vez en la explanada cerca del Hotel El Molino Alto, hábiles trepadores, con sus pertrechos,  proceden a representar el llamativo espectáculo de la escamonda de dos chopos, sierra mecánica en mano. Innumerables objetivos fotográficos –incluido el de Carlos Pérez Naval, de 10 años, natural de Calamocha, premio Wildlife Photographer of the Year-   enfocan las fases de la labor. Son plantados cinco nuevos ejemplares.

Antes de la comida multitudinaria (363 comensales), se inaugura una hermosa exposición con las obras del II Concurso de Fotografía sobre el Chopo Cabecero, cuyo fallo se pronunciará más tarde.  En la sobremesa, presentación de la Entidad de Custodia del Territorio para la Conservación del Chopo Cabecero, ahora coreamos a modo de himno de la fiesta “Somos, como esos viejos árboles…” (el espíritu de Labordeta se enseñorea del pabellón).  Dos representantes de la prestigiosa revista Quercus recogen el título de Amigo del Chopo Cabecero 2015. Escuchamos a la presidenta de Salvemos Aliaga y al alcalde.

Y empieza el baile, amenizado por Bucardo Folklore Aragonés, formación continuadora  de la tradición de los gaiteros. Sobre suelo irregular un corro selecto de ágiles danzantes y algunos patosos nos divertimos de lo lindo.

Nuestro reconocimiento a la buena y entregada organización de la jornada.


* Colectivo Sollavientos

No hay comentarios: