Archivo familiar de Gonzalo Tena
Tras “Territoriosabandonados. Paisajes y pueblos olvidados de Teruel” (2013), Luis del Romero
Renau, geógrafo de la Universidad de Valencia, vuelve sobre el tema en este
libro reciente. En esta ocasión la visión abarca puntos dispersos de todo el
territorio español. El remate poético del título da que pensar: “el imposible
vencido”, referido al medio rural, puede interpretarse positivamente como la
consecución utópica de lo imposible (consigna que homenajea al Mayo del 68),
pero no deja de tener una carga enigmática.
En la primera parte, el autor hace la
"autopsia" a las sociedades rurales en España. Mejor se hubiera
utilizado otra palabra -"diagnóstico", por ejemplo-, que aún da cabida
a la mejoría, ya que algo de aquellas formas de vida se puede recuperar, como
se plantea a lo largo del libro.
Esta primera parte ocupa casi toda la obra, y contiene un análisis marxista de la decadencia de la vida rural, muy bien expuesto y argumentado: el capitalismo a través de las políticas del Estado liberal ha barrido y continúa eliminando la población rural, ligada al uso histórico de bienes comunales. Hay ejemplos de casos concretos intercalados en los capítulos: La masía de La Cerrada y el Mas Blanco, de San Agustín, corresponden a Teruel.
Se inicia con la afirmación de la dignidad de las
sociedades rurales, patriarcales por otro lado. La privatización de los bienes
comunales (caminos, bosques y pastos; hornos, herrerías y sistemas de riego) en
el siglo XIX a través de desamortizaciones, Constitución de Cádiz, creación de
los Ayuntamientos y eliminación de concejos, etc., marca el comienzo de la
crisis del medio rural, agudizada por el declive de la trashumancia. La
problemática es antigua.
La penetración del capitalismo mediante la
mercantilización de la producción agropecuaria y de los recursos naturales,y la
monetarización de todas las relaciones económicas –que sustituyen al trueque-
más la proletarización del campesinado por otra parte, suponen otra grave
agresión a los cimientos de la sociedad rural.
Continuamos exponiendo factores destructivos de la
vida tradicional rural: el despegue de los ciclos tecnológicos (textiles
manufactureros, mineros y agrícola-industriales), que colonizaron el medio
rural y han pasado a la historia dejando una huella de abandono e impactos
ambientales.
Y más madera: las nuevas políticas extractivistas,
agrupando a políticas fiscales, redistributivas de infraestructuras y
servicios, forestales e hidráulicas -¡los pantanos, el “hidrocausto”!-, siempre
en contra de la supervivencia rural.
Va la guinda: las guerras carlistas, la Guerra Civil
con su epílogo guerrillero –el maquis-, en cuanto a violencia directa, que se
une a la estructural y a la más sutil, la cultural (el estereotipo negativo de
la gente de los pueblos y las masadas, y de su entorno vital). Después de toda
esta sarta de mamporros, pues bastante bien está la criatura, oiga.
A continuación el libro explica el triple papel del
medio rural del siglo XXI en el capitalismo global: reserva de recursos
naturales; sumidero de impactos, equipamientos rechazados por la ciudad y
vertederos de residuos; y contenedor turístico y residencial.
La segunda parte, breve y un pelín reiterativa,
plantea alternativas interesantes para la revitalización de la ruralidad y da
ejemplos de cómo se gestiona la política rural en otros países. La propuesta
básica se enuncia como la puesta en marcha de una "Nueva Carta
Puebla" para volver a ocupar los territorios despoblados.
La ciudad ha de saldar su deuda histórica con el
campo. Debe contribuir económicamente en los territorios que ha vaciado. Es necesario un nuevo modelo económico y
financiero que discrimine positivamente al medio rural: Escocia, Escandinavia,
Canadá y Alemania incentivan sus territorios rurales. La “Nueva Carta Puebla” recogería medidas
relativas a la rehabilitación de viviendas y a la reversión de las mismas y de
tierras; la incentivación del maestro o
maestra rural; introducción de la cultura rural en el currículum escolar; concesión
de becas de intercambio estudiantil (“programa Labordeta”, el Erasmus rural);
abrir aulas con tres niños solo; creación de bancos de tierras; renta mínima
por servicios ambientales; financiación de proyectos agroecológicos; incentivo
de los servicios ambulantes; infraestructura digital para trabajo y
administración; incentivos fiscales en actividades económicas, vivienda y
paternidad; plan de infraestructuras básicas; reforma de la Política Agraria
Común europea; promoción de la custodia del territorio; incentivo del turismo
responsable.
Es preciso crear una imagen social positiva del mundo
rural y estimular la recuperación de los comunes y el cooperativismo. La
situación actual del Mas Blanco (San Agustín) abre una ventana a la esperanza.
Hacen falta en la política reformas profundas y
coaliciones ruralistas que defiendan las tierras poco pobladas, tan inexistentes
en la actualidad como un plan coordinado
contra la despoblación. En Quebec (Canadá) sí que pueden…La utopía nos hace
avanzar. “Hoy es siempre todavía”.
Bienvenido Luis del Romero a Teruel, con tu libro
debajo del brazo.
Gonzalo Tena Gómez.
Colectivo Sollavientos
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lunes, 28 de mayo de 2018
“Despoblación y abandono de la España rural. El imposible vencido”, a modo de síntesis
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