Nuestras comarcas mineras, al igual que otras a nivel de todo
el Estado español, viven desde hace ya demasiado tiempo en una continua
incertidumbre relacionada con el mantenimiento de los empleos dependientes del
carbón y en nuestro caso, Andorra, de los vinculados a su Central Térmica,
alimentada por lignito y gestionada actualmente por Enel, una gran compañía
multinacional del sector energético.
De todos es sabido que una empresa de estas características se rige por sus
propios beneficios económicos. A esto hay que añadir muchos otros factores que
dificultan desde hace años el mantenimiento de la extracción carbonera: la
mayoría de las minas son deficitarias, su dependencia de las ayudas públicas,
el hecho de que el carbón sea uno de los combustibles fósiles que genera una
buena parte de las emisiones de CO2, causantes del principal
problema ambiental, el calentamiento global; las nuevas políticas energéticas
europeas apuestan por el incremento de las renovables y el autoconsumo; las
actuales minas a cielo abierto, además del grave impacto paisajístico que
generan, ocupan a muy pocas personas, al ser sustituidas éstas por potentes máquinas…
Todo ello, convierte a este sector en blanco de graves conflictos económicos y
sociales.
Lo que supone “la crónica de una muerte anunciada”
parece volver una y otra vez al mismo punto: ¿Qué va a ocurrir con todos los
trabajadores y sus familias dependientes de esta actividad si cierran las minas
y no se utiliza el carbón autóctono? ¿Qué va a ocurrir si la Central Térmica no
invierte en las medidas tecnológicas ambientales exigidas por Europa?
Difíciles situaciones y difíciles respuestas, sobre todo cuando tras la
llegada de miles de euros procedentes de los fondos MINER no hemos conseguido
generar una trama de propuestas laborales diversificadas que hayan acogido a
todos los trabajadores y consolidado unas alternativas permanentes.
Una vez más hemos vuelto a la misma situación nunca resuelta, y esto
debería alertarnos de que quizá sea ésta la última oportunidad de apostar de
una vez por todas por un futuro al margen de un sector que, habiendo contribuido
a nuestro desarrollo, posiblemente ha agotado ya todas sus expectativas. Y esto
sin olvidar a todas las personas en situación de desempleo no pertenecientes a
este sector, las grandes olvidadas y cada vez más numerosas en nuestras
comarcas.
Todo este relato, a estas alturas tan obvio, e incluso asumido por los sectores
políticos y sindicales que han defendido y siguen defendiendo a ultranza el
carbón, ha sido y sigue siendo motivo de controversia, ya que durante años un
discurso y un pensamiento único han presionado, afrontado y descalificado
cualquier atisbo de opinión y/o postura diferente.
Necesitamos también hablar de otro futuro, de otro modelo, de otras
propuestas que ya están desde hace años encima de la mesa, propuestas gestadas
en diferentes procesos participativos que se han ido realizando desde 2003
referentes al sector agroecológico y agroalimentario, el turismo, el apoyo al
tejido empresarial de pequeñas y medianas empresas, a jóvenes autónomos de la
zona,…y sobre todo, el sector de las energías renovables. Un territorio
tradicionalmente vinculado a la energía debería tomar la iniciativa y
reconvertir una parte de su economía, aprovechando las infraestructuras ya
existentes, como, entre otras, las líneas de evacuación, a la par que apoyar a
todos los trabajadores vinculados desde siempre a este sector.
Uno de los grandes valores de nuestro territorio son las personas: el mejor
recurso con el que contamos, el humano, con capacidad para reflexionar, pensar,
trabajar, decidir, planificar… Ya es hora de sentarnos a diseñar una nueva
estrategia no dependiente de grandes empresas, sino de nuestros propios
recursos, de generar un desarrollo endógeno, humano y sostenible, desde, para y
con el territorio. Seamos capaces de vislumbrar e interpretar por qué caminos se gesta el futuro.
No
alarguemos la agonía, digamos adiós al carbón, de la manera más responsable,
justa, digna y solidaria. Manteniendo la memoria minera, trabajando desde ahora
mismo en nuevas y diversificadas apuestas para todos y todas.Seamos honestos
con el territorio y con las generaciones futuras.
Texto y Foto: Olga Estrada Clavería
Colectivo Sollavientos
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