viernes, 26 de diciembre de 2008

VALDELINARES, ALGO MÁS QUE ESQUIAR.


Es un hecho la urbanización, en los últimos veinte años, con mayor o menor fortuna, de la Sierra de Gúdar. Como lo es el reclamo publicitario sobre el que se han servido para ofertar esas segundas residencias: las pistas de esquí del Monegro.
No vamos a volver a incidir sobre los valores ambientales de esta cumbre de la comarca. Una isla relicta de períodos glaciares donde se conserva un pinar de Pino negro (Pinus uncinata), localizado en latitudes muy meridionales para los tiempos actuales, alejados de la época glaciar que también ocupó estas sierras. En torno a él existe una amplia variedad de especies de flora endémicas, desarrolladas por el aislamiento proporcionado por la altitud de estas montañas. Sigue sin valorarse por los turolenses este baluarte del patrimonio natural, aunque afortunadamente hoy forma parte de la red de Espacios Europeos Protegidos al estar incluido en la RED NATURA 2000, y su protección, amparada por la nueva Ley estatal de Conservación del Patrimonio Natural y la Biodiversidad.
Un nuevo modelo de uso del territorio ha colonizado esta Comarca, apartando esas formas de vida tradicionales que durante cientos de años han modelado sus paisajes. Soy de la opinión de que este modelo socioeconómico sobre el que hoy se sustenta la economía de algunos pueblos, es un satélite más de la enorme tela de araña tejida en torno a las ciudades (Valencia, en menor medida Teruel) para satisfacer sus necesidades, en este caso de ocio. No lo creo capaz de tejer una estructura social capaz de perdurar en el tiempo, ni que mejore la conservación del patrimonio, todo lo que nos identifica con nuestro pasado, con la emoción que transmiten los poblados celtibéricos repartidos por sus cabezos o las calles de sus pueblos cargados de historia. Al igual que llega, ese modelo socioeconómico se acabará cuando los gustos de la urbe cambien, sin importarle haber destrozado el paisaje, haber cambiado las orientaciones sociales, dejar una tierra baldía sin nadie que sienta arraigo por ella.
Me lamento de la cantidad de dinero público que se precisa para mantener en funcionamiento unas pistas de esquí en estas latitudes. Muy claro lo tuvieron los primeros inversores en la década de los ochenta, que enseguida vendieron su proyecto al Gobierno de Aragón. Porque, si ese dinero público se destinara, en vez de a crear un parque temático del juego de la nieve, a recuperar el patrimonio histórico-arquitectónico de nuestros pueblos, a afianzar una gestión del paisaje donde quepa el aprovechamiento tradicional ganadero, a fomentar capaz el valor de vivir en la montaña, quizás estaríamos apostando por un verdadero proyecto de futuro.
Concluir el PLAN DE ORDENACION DE LOS RECURSOS NATURALES DE LA SIERRA DE GÚDAR, con la participación de todos los sectores implicados, significaría planificar y ordenar el futuro de este territorio. Ello evitaría tener que apostar a ciegas por un modelo especulativo, que pretende aprovechar un tiempo de bonanza económico para canalizar la dependencia que nuestra sociedad urbana tiene del ocio comercial. El medio rural no debería marchar a ese ritmo impuesto por las gentes de la ciudad, sino seguir sus ciclos naturales, esos que tantas veces desconocemos y vulneramos

Angel Marco Barea

1 comentario:

Anónimo dijo...

Teruel no se da cuenta del efecto negativo que tiene la Autovia Mudejar sobre su territorio: no utilizar la buena comunicación con ciudades para ubicar empresas, solo ha servido para que especuladores que han abandonado la costa saturada de viviendas,hayan encontrado un filón para seguir construyendo y destruir también el paisaje de los pueblos de Teruel.