lunes, 27 de abril de 2015

LAS ARCILLAS TUROLENSES



Falta menos de un mes para la  celebración  de las elecciones autonómicas y municipales, un momento en que me permito hacer unas reflexiones sobre la realidad de una sociedad diversa que, incluso entre sus sectores más comprometidos, no ha logrado perfilar candidaturas de unidad en una u otra banda de la ideología política.
Seria interesante conocer durante la campaña electoral las propuestas  de objetivos irrenunciables sobre los que los candidatos estarían dispuestos a un gobierno de coalición, a partir de la hipótesis  de que la diversidad social  traslade  a través de su voto un mosaico de grupos políticos en la composición de los ayuntamientos, que precisen de alianzas múltiples para poder gobernarse.
Para muchos de nosotros  es  irrenunciable la apuesta por  recuperar  un modelo de  estado de bienestar social. En las últimas legislaturas no sólo se ha visto disminuido el presupuesto para inversión social, sino que amplios sectores de población  al perder su trabajo  engrosan un grupo de exclusión social, que urge recuperar, si apostamos por un sociedad igualitaria  capaz de ofrecer dignidad a la vida de sus ciudadanos. Para ello, todos deberíamos tener claro el coste que estaríamos dispuestos  a asumir en cuanto a aportación impositiva,  vía impuestos, en cuanto a cambios de hábitos sociales que sustenten  un modelo más equitativo y justo para todos.
Dicho lo anterior, me  parece incoherente arrinconar proyectos  que, aunque quizás puedan mejorarse, no pueden abandonarse  por el único  criterio de que lo iniciara el equipo de Gobierno anterior con una ideología distinta a la nuestra.
Por poner un ejemplo y centrándome en el municipio de Teruel hablaré del proyecto Life+Arcillas, en el que, representando a organizaciones ecologistas, he participado en su Foro ciudadano. Considero que es una apuesta de futuro interesante para la ciudad por cuanto supone: recuperar el paisaje de una zona degradada por la explotación  histórica de arcillas; integrar socialmente amplias zonas marginales; fomentar la movilidad ciudadana  primando al peatón y el uso de la bicicleta frente al dominio del coche; complementar otros proyectos iniciados en torno a la recuperación de valores patrimoniales, como son los antiguos alfares donde se elaboraba la cerámica con la que se identifica a esta ciudad. Las actuaciones de restauración del Life+Arcillas pueden ser además un referente como modelo a aplicar a las numerosas explotaciones de arcillas extendidas a lo largo de la provincia. La falta de restauración de estas minas, y la problemática de rechazo social que están generando en varios pueblos, puede ser otro ejemplo del necesario compromiso político  para  planificar  las actuaciones en el territorio a la hora de explotar sus recursos naturales, garantizan do la conservación del paisaje y la protección de su identidad rural.
Bien es verdad, y por eso  personalmente dejé de participar en las últimas reuniones del Foro Ciudadano, que el proceso de participación pública  ha dejado mucho que desear, seguramente porque ni los poderes públicos ni los ciudadanos estamos acostumbrados a trabajar en común. Su funcionamiento se limitó a ofrecer una información publicada días antes en los  medios de comunicación: el Ayuntamiento se ha limitado a cumplir el requerimiento de organizar reuniones, que la Unión Europea obliga a desarrollar en los proyectos financiados con su dinero, sin una voluntad clara de recoger las inquietudes que la ciudadanía  pudiera trasladar.
A pesar de estas críticas,  considero que este proyecto debería  continuar en las propuestas de trabajo para la ciudad de Teruel, con o sin financiación europea. Debe trasladarse  a los vecinos  sus virtudes  como apuesta de futuro para quienes visitan la ciudad,  y sobre todo  para quienes vivimos en ella. Hemos de recordar que la actual corporación promotora del Life+ Arcillas dio un paso atrás en su primera apuesta por favorecer el uso de la bicicleta y garantizar la seguridad de quien la utilizan en las vías públicas, quizás porque no encontró apoyo social a la hora de decidir sustituir  el tercer carril de las rondas por un carril-bici.
Cuando se trabaja con esas cantidades de dinero público se precisa transparencia y control. Los  ciudadanos no estamos capacitados para  analizar ese complejo volumen  de cifras y datos. En muchas ocasiones se recurre para ello a auditorias externas, que conllevan contrataciones económicas con más inversión de dinero público, olvidando que existe un  cuerpo de funcionarios  públicos que, con un criterio imparcial, tienen  funciones de velar por la eficiencia  de las políticas con arreglo a lo dispuesto en la normativa vigente,  y en los tiempos actuales también deberían ser capaces de elaborar informes de su trabajo comprensibles para  los ciudadanos de a pie.
Los ciudadanos deben recibir una información comprensible para no sentirse intimidados al cotejarla,  y se les debe garantizar su derecho a la libertad de expresión a la hora de poder  mostrar su opinión, aunque ésta sea  diferente al criterio oficial o incluso a resoluciones de  sentencias judiciales,  porque, sólo si somos capaces de poner sobre la mesa las cartas de todos los miembros de la  comunidad, podremos valorar si en la gestión pública, tanto de ejecución como de control, prima el interés general o  por el contrario el apoyo a determinados intereses privados.

Ángel Marco Barea

Miembro del Colectivo Sollavientos.

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