Gonzalo Tena Gómez*
El primer rasgo de identidad del
Maestrazgo es el paisaje, sin duda, y ese paisaje modula un carácter concreto
del hombre.
ANTÓN CASTRO
La Agencia Internacional de Energía
indicó el 2006 como el año en que la producción de petróleo llegó a su cénit
(“pico del petróleo”). A partir de entonces, se supone que ha empezado a
disminuir el volumen de su extracción en nuestro planeta. Por su parte, la
comunidad científica advierte de los nefastos efectos del calentamiento global
de la atmósfera y de la superficie terrestre, generado por el uso masivo de
combustibles fósiles. Entre la comunidad política europea, hay en estos
momentos otras prioridades que atender: se está dedicando a machacar a la
población, quizá para que sufra menos los desajustes y embates climáticos,
mientras que unos pocos se afanan aquí y allá en recoger dinero a espuertas temiendo
que, a lo peor, se lo puedan comer sus nietos.
En el empeño de continuar un modelo
energético nocivo y obsoleto, ahora nos llega una iniciativa alquímica de
nuestros hermanos yanquis: nos van a sacar gas y petróleo de las piedras
(enterradas). Ellos ya la han llevado a cabo en algunos de sus inmensos Estados
Unidos: Colorado, Wyoming, Utah, Texas, Pensilvania. Otros estados de los
mismos se lo han pensado mejor: Vermont, Nueva York, Maryland (“la tierra de
María”). Y quizá por aquello de que nos consideran la última estrellica de su
bandera, ahora han recalado en el Estado recesivo Español (Aragón, Castilla-León y Andalucía son las
comunidades más afectadas y el País
Vasco es la que más decididamente apuesta por la fractura hidráulica). De esta
amenaza no se libra nuestro prestigiado Maestrazgo.
De forma dispersa en el espacio y en el
tiempo se han producido en los Estados Unidos diversos y lamentables incidentes
en torno a esta práctica: reses muertas, incendios y explosiones con alguna
víctima personal, contaminación del aire, el agua, el suelo, los pastizales y
alguna carretera, pequeños terremotos, algún grifo convertido en soplete y
evacuación de residentes de zonas afectadas. Todos estos casos reinterpretan el
“principio de precaución”.
Se sabe que Irlanda, Francia, Bulgaria y Canadá han renunciado a esta
bicoca, pero no China, y en Reino Unido, Alemania y Polonia se están perforando
pozos de investigación.
La Comunidad Autónoma de Cantabria ya declaró
su territorio libre de fracking. El
sentido común de las Cortes de Aragón rechazó esta práctica destructiva
mientras la Unión Europea no garantice que es segura (¿la destrucción?). Antes
del verano también decidieron prescindir de ella un centenar de municipios
vascos, leoneses, castellanos, valencianos y aragoneses (entre ellos, Cantavieja
y La Iglesuela). Es obvio que hay una discordancia de intereses entre las
comunidades favorables y las reacias a esta bestial inoculación (por no decir
encule) en las entrañas de la Madre Tierra. ¿Qué
puede ganar realmente la gente del Maestrazgo si la fractura hidráulica invade
finalmente nuestro territorio?
* del Colectivo Sollavientos
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